De hoy en adelante, la palabra blockchain va a ser una de las que más escuches primero y pronuncies después. Y eso será este año y durante muchos años más. Porque blockchain, del inglés cadena de bloques, es una tecnología que va a cambiar el mundo más de lo que lo dice internet. Sí, más de lo que lo dice internet. Y va a ser para bien de personas y de empresas. Blockchain es el mayor avance tecnológico que vivirá la humanidad. Es la cuarta revolución industrial. El origen de blockchain es la criptomoneda bitcoin, que es el primer ejemplo de blockchain o cadena de bloques. El que ha permitido pensar en usar su protocolo para miles de cosas más. Hemos conocido el internet de la información. Ahora vamos al internet del valor. El concepto no es fácil, pero si lo entendéis os vais a relamer al imaginar todo lo bueno que blockchain nos traerá a nuestras vidas. Y lo más apasionante no es su estructura, que es difícil de entender, sino sus aplicaciones. Alucinantes. Pero antes sepamos qué es blockchain. Blockchain es, como su nombre indica, una cadena de bloques. Hasta ahora todo se regía por bases de datos centralizadas. Una blockchain es una base de datos distribuida. ¿Y eso qué es lo que es? Pues una base de datos que no está en un solo sitio, sino que está repartida en distintos ordenadores o nodos, que son todos igual de importantes. Imagínate un libro de contabilidad. Blockchain es un libro de contabilidad que se replica de forma idéntica en todos los nodos en los que está. Pero cada apunte, cada nueva operación, nuevo bloque, se produce también en todos ellos. No hay una sola entidad que tenga la información, sino que esta está distribuida en copias actualizadas en tiempo real entre todos los nodos. Imagina una construcción de bloques de Lego. Cada bloque es una operación y cada vez que se pone un bloque nuevo, ese bloque contiene toda la información de todo lo anterior, que no se puede modificar ni borrar. ¿Cómo se acepta que a todos los nodos de la cadena les pongan un bloque nuevo? Ahí está la clave. Blockchain plantea un reto matemático a los nodos y el primero que lo resuelva envía la solución única, pues es matemática, a todos los demás. Si la mayoría certifican que el resultado es cierto, ese bloque es aceptado por todos y pasa a formar parte de la cadena con toda la información anterior y la certificación imborrable como un sello del momento en el que se hizo esa operación. Así la red funciona por consenso entre las partes. Es inviolable. Una vez aprobada una operación en ese libro maestro ya no se puede eliminar ni modificar. En una frase. Blockchain reemplaza la confianza por la verdad matemática. Adiós al fraude, todo es transparente y auditable, por todo es en directo y blockchain es seguridad plena. Todo va encriptado con criptografía asimétrica. Otra de las grandes promesas de blockchain son los contratos inteligentes o smart contracts. En vez de firmar un papel y que haya un tercero, ya sea un notario o un juez, que vele porque ese contrato se cumpla, al firmar un smart contract lo que haces es dar el ok a una aplicación. Es un contrato que se auto ejecuta cuando se cumplen las condiciones firmadas por las dos partes, pero vamos a ver mejor blockchain a través de ejemplos. Compras un billete de avión por 100 euros para ir a París, pero añades un seguro de 10 euros que dice que si el vuelo sale con más de dos horas de retraso, te devuelven el importe íntegro. Cuando estás esperando el vuelo, pasan dos horas sin que despegue, ves en tu iPad que te acaba de llegar al banco una transferencia de 110 euros. Nadie dio la orden. La base de datos oficial vinculada al contrato inteligente fue la condición cumplida para que el sistema te indemnice sin que ningún humano mueva un solo papel. Imagina el ahorro de trámites a la compañía y el ahorro de papeleos, el ahorro de tiempo para ti y para ellos y de cabreos que te ahorras y de poner reclamaciones, etc. ¿Y si aseguras tu coche que en pocos años estará lleno de sensores y cámaras? Aquí mezclamos internet de las cosas con blockchain. Si les das acceso, las aseguradoras podrán cobrarte menos porque ellos verán en directo que conduces muy prudente o que solo lo usas dos horas y 22 minutos a la semana. No habrá fraude ni te evaluarán por lo que digas que pasó. Desaparecerá gran parte del trabajo de los peritos porque la mayoría de la información la tendrán en tiempo real, desde cómo fue el accidente a cuáles son los daños según relaten los sensores y cámaras. Blockchain hará imposible que alguien compre un décimo de lotería para blanquear sin dejar rastro. A un afortunado esto no le va a gustar. También hay grandes aplicaciones para el periodismo. Hoy las comisiones y la gestión hacen que no compense vender un producto por menos de un euro. La eficiencia de blockchain permitirá micropagos de un céntimo por leer un artículo y podrá ser el propio periodista quien lo cobre sin que intervenga un medio. Podrá haber un gran kiosco donde cada medio u autor cobren la cantidad exacta en función del tiempo que un lector pase leyéndolos. Habrá mejor periodismo. Se terminará el fraude del clickbait o noticias table porque los medios no buscarán el click sino que pasemos tiempo en su página. Cobrarán de anunciantes o de lectores por el tiempo de visualización y no por el número de clics. Transparencia en donaciones a ONG. Puedes ver y rastrear tu dinero desde que lo donas hasta que el dinero llega al proyecto y el proyecto se termina. Transparencia absoluta. Y para los temas de facturación, cuando un autónomo emita una factura, la cobrará en directo y Hacienda se llevará el IVA y el IRPF también en ese instante. Adiós a la corrupción, fin de las facturas duplicadas y de otros sanchullos. Esto mismo va a pasar en las administraciones y en las empresas. En el crowdfunding, un contrato inteligente permitirá que si el proyecto que cientos de personas te han respaldado financiándotelo no se hace en el tiempo que has marcado, el dinero se devuelve automáticamente a todos ellos sin que una persona tenga que dedicar ni un segundo a gestionarlo y sin dar explicaciones. El voto en las elecciones con blockchain será más seguro, más rápido de contar en directo y todos podrán auditarlo. Periodistas, gobiernos, partidos políticos, incluso tú podrás comprobar que tu voto fue el que querías haciendo una consulta en directo a la base de datos que solamente puedes hacer tú. En Australia el gobierno está metiendo los videos de la policía en blockchain para asegurarse de que no se alteran. En 2020 Dubai trasladará todos sus documentos públicos a una blockchain y no usará más papel. El gobierno calcula que liberará 25 millones de horas al año de personas dedicadas a gestionar documentos guardados. Y para la cultura, un fotógrafo o un músico pueden ya monetizar sus imágenes y sus canciones con plataformas que garantizan con blockchain que el autor es quien vende los derechos y le hacen llegar el dinero que genera su uso al precio que el ponga. Se evita averiguar quién tiene esos derechos y se paga y se cobra automáticamente, entre máquinas y sin intermediarios. Esta descentralización les llegará también a Google, a Facebook, que son hoy jardines vallados en los que pasamos muchísimo tiempo. Se les va a acabar el negocio de comercializar con nuestros datos. ¿Y en el comercio electrónico cómo afectará? También con descentralización. ¿Cuál es la clave del comercio electrónico? La confianza. Quien venda algo físico no dependerá tanto de Amazon para hacerlo. El papel de garante que hoy tiene Amazon no será importante porque clientes y comercios no necesitan fiarse de la otra parte gracias a que blockchain suple esa confianza. Un ejemplo. Compras y tu dinero va a una cuenta puente y sólo cuando tú confirmas que has recibido el pedido correctamente el dinero sale de la cuenta a la cuenta del vendedor. Otro avance brutal es el tema de tu identidad única y sólo en tus manos y no en las de terceros. ¿Imaginas ver cualquier cosa en internet y darle a comprar sin darte de alta en ningún sitio, sin poner 27 veces tu dirección física ni tu tarjeta de crédito? Un clic, ¡plas! Y en unas horas el producto en tu casa. Todos tendríamos una identidad digital propia, un identificador único que no pasaría a ser propiedad de nadie, sólo lo aportaríamos de manera privada con cada transacción. Comprarás una bici con GPS que el fabricante registra con un número único al hacerla y se registra qué tienda la vende y por supuesto que tú eres el dueño cuando la compras. No tendrá sentido que te la roben porque además de que estará geolocalizada blockchain avala que tú eres el dueño. En cambio si la quieres alquilar haces un contrato por unas horas con un particular y se la alquilas. Suya será la bici durante ese tiempo y suya la responsabilidad. Quien dice tu bici dice tu coche o tu casa. Salto gigante para la economía colaborativa. Imagina un mundo en el que todos podemos alquilar de todo sin que necesitemos Airbnb, Blablacar o Cabify porque todo estará conectado y geolocalizado. Hemos visto muchos ejemplos y hemos entendido por encima cómo funciona blockchain. Es difícil y si eres un torpe con orejas como yo quizá te flote la duda de la seguridad y del anonimato. Todo esto funciona gracias también a la criptografía. La criptografía es el arte de transformar un mensaje elegible en uno elegible y único. A eso se llama cifrado. Tú metes un dato, por ejemplo un texto, la palabra perro, y eso se cifra de forma hexadecimal, es decir, se le aplica una doble fórmula matemática que lo convierte en una combinación de cifras y letras ininteligibles. El resultado es lo que se llama un hash de 256 bits y tiene esta pinta tan fea. El hash es único, pero ¿y si alguien averigua la función matemática? El sistema es mucho más complejo porque usa criptografía asimétrica. Todos sabéis de lo que es la criptografía asimétrica, ¿no? Vamos a hacerlo claro por si acaso hubiera algún torpecillo. Hay una clave pública para cifrar un mensaje y otra clave privada para descifrarlo. Si Carlos envía un mensaje a María, Carlos solo tiene que saber la clave pública de María y podrá enviárselo cifrado. Solo María, con su clave privada, puede descifrarlo. La clave pública es lo que permitirá que todos sepan que una empresa ha vendido una bici, pero que solo el comprador pueda ver con su clave privada todos los datos de esa factura y cada eslabón de esa cadena, Hacienda, la tienda de bicis, sus proveedores, el cliente, podrán acceder con transparencia a la parte de la información que les corresponda y no al resto. El fabricante no podrá ver ni el nombre ni ningún dato del comprador final, por ejemplo. ¿Qué te parece? Ciencia ficción, ¿no? Pues es presente. De aquí a 4 o 5 años, el mundo en el que vivimos no lo va a conocer ni la madre que te parió. Las empresas serán más eficientes, los productos y servicios serán mejores, los compraremos más baratos y todo será personalizado de forma literal. Habrá un producto para cada persona y a un precio mucho mejor. ¿No te mueres de ganas de verlo?