1.3. Valoración inicial de las características específicas de las personas con discapacidad

En el apartado anterior se indicó la importancia de las diferencias individuales de las personas con discapacidad en el desarrollo de su práctica y aprendizaje deportivos, esto debe solventarse realizando una valoración exhaustiva de todas aquellas características que influyen en su vida cotidiana y en su práctica de actividad física si la hubiese tenido anteriormente. En los siguientes apartados se tratarán aspectos fundamentales para esa valoración de la autonomía, el desarrollo motor y otros aspectos relevantes para el diseño de las sesiones.

 

1.3.1. Grado de autonomía personal

El desenvolvimiento autónomo de una persona tiene relación con la autonomía que pueda tener en su vida personal. La autonomía personal implica la capacidad que tiene cada persona de controlar, afrontar y a tomar decisiones que afecten a su vida, además de vivir de acuerdo con normas y desarrollar las actividades básicas de la vida diaria. En el caso de las personas con discapacidad, y según el tipo y las características específicas de las mismas, éstas necesitan ayuda de personal asistente e incluso de medios técnicos para promover dicha autonomía.

La valoración de la autonomía se realiza con cuestionarios estandarizados diseñados por el Instituto Nacional de Estadística y analiza aspectos como la autovaloración de la discapacidad por parte de la persona, la autonomía en las labores de aseo y desarrollo personal, las labores del hogar, el trabajo externo fuera de casa, personas que los ayudan en las tareas en las que necesitan apoyo, el estado de salud general, la accesibilidad y el manejo de la misma, el acceso a la información y a los medios de comunicación, la formación y atención de los servicios sociales (sanidad, educación, etc.).

 

1.3.2. Desarrollo motor y motricidad gruesa y fina. Posibilidades y dificultades de movimiento

En muchos casos, las personas con discapacidad afectadas desde la infancia tienen mermado su desarrollo motor, generalmente con un retraso en el desarrollo del mismo y/o con dificultades a la hora de realizar diferentes movimientos. Concretamente, en personas con diversidad funcional intelectual el ritmo de reacción y de respuestas motrices suele ser más lento. La locomoción suele ser deficitaria, así como la coordinación y las destrezas manipulativas.

Las personas con discapacidad sensorial, en concreto las visuales, suelen tener problemas en el desarrollo del esquema motor en el caso de los ciegos de nacimiento con un retraso en relación con las personas que tienen resto visual o no tienen discapacidad. Respecto a la discapacidad auditiva, esta por sí misma no tiene por qué afectar al desarrollo motor ni psicomotor, según algunos autores (Navarrete, 2010). En concreto, Ruiz (citado en Pereira, 2009) señala que los rendimientos motores de las personas con discapacidad auditiva son próximos a o superan la normalidad, que los problemas de equilibrio son los predominantes, y que las diferencias probablemente sean debidas a una falta de participación más que a las limitaciones perceptivo-motrices.

Entre las personas con discapacidad física se encuentra una amplia variedad de tipologías, lo que hace que el desarrollo motor pueda ser diferente en unos u otros. Así, no es lo mismo el desarrollo motor que pueda tener una persona con parálisis cerebral que use silla de ruedas, al de otra que tenga una amputación, por ejemplo.

 

         Discapacidad psíquica

Discapacidad intelectual
Imagen de Rebecca Wilson alojada en Flickr. Licencia (CC BY 2.0)

1.3.3. Control postural, neuromuscular y sensibilidad. Tono muscular

El control postural es un problema que afecta a las personas ciegas de nacimiento y a personas con síndrome de Down, parálisis cerebral o espina bífida.

En el caso de las personas ciegas de origen perinatal o neonatal existe una dificultad en el control postural que debe estimularse desde el nacimiento; llegada la edad adulta hay personas que mantienen estereotipias como balanceos, movimientos de manos y cabeza de los que no son conscientes.

Las personas con síndrome e Down tienen problemas con el control de la relajación muscular, lo que provoca hipertonía y rigidez. Esta situación de tensión muscular excesiva lleva a una mala postura y un inadecuado control corporal. Las personas con discapacidad física permanente, como parálisis cerebral o espina bífida, suelen padecer hipertonía, problemas de rigidez en la cadera, falta de control en la cabeza y miembros superiores.

 

1.3.4. Ayudas técnicas relativas a la discapacidad y su uso

Las ayudas técnicas son consideradas elementos o instrumentos que facilitan la autonomía de las personas con discapacidad. Su uso dependerá en mayor o menor medida del nivel de discapacidad de la persona. De este modo, los medios técnicos y tecnológicos ayudan y facilitan la vida diaria a una persona con discapacidad.

Como ejemplo, mencionar que las personas con discapacidad visual tienen instrumentos de escritura o accesorios específicos (impresoras braille, máquinas de escribir, bastones:

https://www.once.es/servicios-sociales/tecnologiayrecursosadaptados/ayudas-tecnicas).

Las personas con discapacidad auditiva poseen audífonos, implantes cocleares, ayudas táctiles, indicadores de sonido…

Las personas con discapacidad física tienen ayudas técnicas como andadores, muletas, sillas de ruedas, adaptadores de agarre para utensilios, alcanzadores… Y las personas con diversidad funcional intelectual, según el grado de discapacidad, utilizan ayudas técnicas que también les ayudan en su día a día. Por ejemplo, los accesorios del hogar como asientos para la ducha o bañera y barandillas son consideradas ayudas técnicas necesarias para este tipo de personas, que pueden poseer movilidad reducida debido a su discapacidad.

En la actividad física y el deporte encontramos ayudas técnicas y material especifico según el tipo de discapacidad de la persona.

Las personas con discapacidad visual tienen como ayuda en su práctica deportiva, señales o agarres especiales en remos o palas en el caso de las actividades acuáticas, balones sonoros (fútbol, goalball y showdown), cuerda de guía para atletismo y montaña, barra direccional en montaña. Además, los centros deportivos deben tener disponible toda la información relevante en braille.

Las personas con discapacidad auditiva no tienen problemas en la práctica deportiva siempre que los avisos sean sonoros. En ese caso se establecen códigos de color y se utilizan pañuelos y semáforos de luces.

Las personas con discapacidad física cuentan con sillas específicas de deporte (atletismo, tenis, baloncesto, rugby y ciclismo) y la silla Joëlette para montaña, destinada a personas con movilidad reducida y sitios inaccesibles.

Las personas con discapacidad intelectual sólo necesitan que la información sea comprensible y entendible, por lo tanto tiene que haber una simplificación del lenguaje y de las reglas de juegos y deportes.

Son aquellos que conectan directamente con el nervio interno del oído transmitiéndole las ondas del sonido y pudiendo así escuchar aunque tengan el oído externo afectado.