3.3. Clasicismo y surrealismo

PERIODO CLASICISTA

Paulo vestido de arlequin. 1924 Imagen tomada del Museo Picasso de Málaga. © Uso educativo

Con la Primera Guerra Mundial se traslada a Roma para realizar los decorados del ballet ruso de Diaghilev. Allí conocerá a la bailarina Olga Koklova, con quien se casará y tendrá su primer hijo, Pablo. Estas nuevas circunstancias en su vida hacen que transforme su pintura, siendo este un periodo clasicista. De esta época destacamos obras como La flauta de Pan, Dos mujeres corriendo por la playa o Pablo vestido de arlequín.

En La flauta de Pan dos jóvenes con el mar al fondo que nos recuerdan el mito de Pan, hijo de Hermes, que corriendo un día tras la ninfa Siringa de quien estaba enamorado, esta fue metamorfoseada en caña para huir de él. Pan, para recordarla siempre cortó un puñado de cañas e hizo una flauta con ellas para tocar las más hermosas melodías.

Tras la Primera Guerra Mundial y su estancia en Italia regresa a Francia en donde se produce en su obra un regreso al orden. La incipiente abstracción a la que se estaba llegando con el cubismo de abandona para volver a la figuración, siendo la figura humana la protagonista de su obra, como es el caso de estos dos muchachos.

La composición es serena, pues ese nuevo espíritu de apaciguamiento que inunda su vida se ve reflejado en la obra. A ello colaboran la luz que impregna el lienzo y el azul del mar y el cielo de Antibes, localidad de la Costa Azul francesa. En esta obra no solo influye el clima de la posguerra, sino también su estancia en Italia le proporcionó inquietudes sobre la escultura clásica y del renacimiento. Este clasicismo es perceptible la monumentalidad de los cuerpos, tan voluminosos y firmes que casi se asemejan a unas columnas dóricas por su corpulencia.

La flauta de pan. 1923 Imagen tomada de epdl.com	Dos mujeres corriendo por la playa. 1922 Imagen tomada de slobidka.com

SURREALISMO

En la década de los años 20 el surrealismo se crea en París. Picasso, siempre en evolución, se adhiere al movimiento del inconsciente a través de sus metamorfosis, escenas de playa con figuras antropomorfas, supuestas mujeres de pequeñas cabezas e hipertrofias. En todas ellas hay una relación con símbolos sexuales.

Figura al borde del mar es al representación de una bañista junto al mar.  Picasso, entusiasta siempre de toda corriente novedosa artística, había observado y seguido los movimiento Dadaista y Surrealista. Sin embargo, debido su carácter independiente, no le hizo falta adscribirse a dichas corrientes para expresarse con total libertad creativa, condición que al propio Bretón maravillaba.

Cercanas a esta corriente surrealista se encuentra esta bañista de la época de las metamorfosis. Al principio, los rasgos de las figuras estaban fundamentados en trazos curvos y elípticos. Sin embargo, con el paso de los años, los perfiles se van volviendo más afilados, y las figuras se vuelven más angustiadas, próxima al lenguaje expresionista. Como ocurre a través de la obra de Picasso, en esta está igualmente representado el erotismo latente de la mujer. 

Figura frente al mar. 1931 Imagen del Museo Picasso de Málaga. © Uso educativo

Mujer frente al espejo. 1933 Imagen tomada de historia-arte.com

El inicio de los años 30 suponen un nuevo periodo de calma al conocer a su nuevo amor, Marie Thérèse Walter. Este nuevo tiempo de placer y pasión se traduce en un retorno al cubismo, pero de líneas más dulcificadas y curvilíneas, tal y como podemos ver en Muchacha ante el espejo, representación de un motivo que se repite a lo largo de toda la historia del arte, una mujer ante un espejo, que se mira y se descubre así misma. Este periodo de su vida vuelva a dulcificarse al conocer a su nuevo amor, Marie Thérèse Walter, quien inspira este cuadro lleno de sensualidad, que queda reforzada por el uso de la línea curva, aunque combinada con las rectas.  Las rectas nos recuerdan a los huesos, las curvas a un vientre en estado de buena esperanza. La mujer que se mira no lo hace por vanidad únicamente, se enfrenta a una misma e inicia un diálogo con su interior en busca de su verdadero yo. La mujer se despoja de cualquier tipo de convencionalismos, por lo que la obra, ayudada por su exuberancia cromática, rebosa sensación de libertad.