4.3. El cine europeo y japonés. Kurosawa

El cine se renueva profundamente en la Europa que renace tras la catástrofe de la II Guerra Mundial, surgiendo novedosas propuestas como la Nouvelle Vague en Francia, que significa Nueva ola. Se trata de un movimiento nacido de la mano de unos jóvenes cineastas con una sólida formación tanto técnica como académica y cultural que crearán interesantes películas con un bajo presupuesto y con la introducción de algunas novedades: se graba a menudo cámara en mano, en exteriores con luz natural, se experimenta con el montaje y se trata sobre todo el tema de la condición humana en la sociedad burguesa de la postguerra.

Uno de los iniciadores de la Nouvelle Vague fue François Truffaut, prolífico director de una filmografía llena de ternura y sensibilidad. En sus comienzos, firmó una serie de películas sobre la adolescencia perdida con su actor fetiche Jean-Pierre Léaud que era su alter ego en la pantalla, con títulos como Los 400 golpes, El amor a los veinte años o El niño salvaje.  Otros títulos imprescindibles de Truffaut son Disparen al pianista, Jules et Jim, Farenheit 451 o La noche americana, personal homenaje al cine clásico de Hollywood que ganó el óscar a la mejor película extranjera en 1973. También escribió el libro El cine según Hitchcock que incluye una serie de entrevistas al genial director y que se ha convertido en todo un referente para los estudiantes de cine.

Fotograma de Jules et Jim, de Truffaut

Liv Ullmann e Ingmar Bergman

Fotograma de Jules et Jim, de Truffaut

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Liv Ullmann e Ingmar Bergman

Imagen de Julia en Flickr bajo Licencia CC

El más vanguardista y experimental de todos los cineastas franceses de la Nouvelle Vague fue Jean-Luc Godard, quien introdujo novedades en la manera de filmar y montar las cintas, como el uso de negativos de película, imágenes coloreadas, comentarios dirigidos al espectador, sonido ambiente, textos o fragmentos y escenas paréntesis en la narración. Destacan títulos como Al final de la escapada, Todo va bien o Alphaville.  

Con una factura más clásica, una gran sencillez visual y brillantes diálogos es el cine de Éric Rohmer, con títulos como La Coleccionista, Pauline en la playa o La marquesa de O.

Otra figura clave del cine de la segunda mitad del siglo XX fue el genial director sueco Ingmar Bergman, autor de una extensa y personal cinematografía que tiene como eje vertebral el tema de la condición humana, sus luces y sombras, la incomunicación y la soledad. Su filmografía ha influido notablemente en directores como Woody Allen, con títulos como Persona, La vergüenza, Gritos y susurros, Secretos de un matrimonio o Fresas salvajes.

Cartel de Tristana, de Buñuel

Luis Buñuel

Cartel de Viridiana

Cartel de Tristana, de Buñuel

Imagen de Spiff en Flickr bajo Licencia CC

Luis Buñuel

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Cartel y Fotograma de Viridiana

 Imagen de Spiff en Flickr bajo Licencia CC

De un estilo parecido al de Bergman, con temas sobre la compleja personalidad humana llevada a situaciones límite hay que volver a destacar la obra del cineasta español Luis Buñuel, quien durante las décadas de los sesenta y setenta firma títulos imprescindibles, valientes, rompedores y vanguardistas que le causaron más de un quebradero de cabeza con la censura española. Viridiana, El ángel exterminador, Tristana, Belle de jour o El discreto encanto de la burguesía, con el que se convirtió en el primer director español en granar el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, son verdaderas obras maestras del cine de todos los tiempos.

Objetivos

Festivales de cine

Por toda Europa surgieron prestigiosos festivales que al contrario que los clásicos Óscar de Hollywood, se decantaban por un cine más independiente y comprometido. Entre los mejores, hay que citar el Festiva de Berlín, conocido como Berlinale, cuyo máximo galardón es el Oso de Oro; El Festival de Venecia, la Mostra, cuyo premio mas codiciado es el León de Oro; el de San Sebastián, que premia con la Concha de Oro y que ha sido el escenario de los estrenos mundiales de varias cintas de Hitchcock; y el más independiente de todos, el Festival de Cannes, que premia con la Palma de Oro a lo mejor del cine mundial, y cuyo jurado fue presidido en 1965 por la primera mujer en la historia de los festivales, la gran actriz Olivia de Havilland. 

El cine occidental en oriente: Akira Kurosawa

Fotograma de Los 7 samurais

Fotograma de Los 7 samurais

Imagen de J.S. Von Jagerbomb en Flickr bajo Licencia CC

Otra figura clave en el cine de la segunda mitad de la pasada fue el genial Akira Kurosawa, uno de los directores más influyentes de la historia, con una carrera impecable llena de éxitos y con un estilo personal que ha creado escuela. Kurosawa, que descendía de una familia de anotiguos  samuarais, fue un asiduo al cine desde muy joven, quedando fascinado por lo que sus ojos veían en la gran pantalla, no tardando en pasar al otro lado de la misma y rodar en 1950 su primer gran éxito: Rashomon, ganadora del León de oro en el festival de Venecia.

La cinta cuenta magistralmente un asesinato desde varios y contradictorios puntos de vista. En Rashomon ya quedan inauguradas las constantes de su peculiar filmografía: el uso de lentes de teleobjetivo que agrandan el encuadre, la filmación de la misma escena desde varios ángulos usando distintas cámaras a la vez, la introducción de los agentes atmosféricos como un personaje más, el cuidado vestuario de los personajes y la importancia de la música que destaca los momentos álgidos de la trama.

Algunas de sus obras están inspiradas en piezas de Shakespeare, como Ran y Trono de sangre. Otra de sus cintas más aclamadas es Vivir, en donde el protagonista se lamenta en su vejez de haber desperdiciado su vida, feroz crítica al mundo del funcionariado de su país natal. Los siete samuráis es un alarde técnico y estilístico sin igual, una de las mejores películas de todos los tiempos y que ha servido de inspiración para multitud de versiones, al igual que otros títulos con geniales desenlaces como La fortaleza escondida y Yojimbo. Otros títulos que fueron un verdadero éxito de crítica y público son El cazador y El infierno del odio

Actividad

En Francia surge un nuevo cine independiente y de bajo presupuesto denominado Nouvelle Vague que trae importantes novedades como la filmación cámara en mano, el uso de exteriores con luz natural y experimentaciones en el montaje. Destacados directores fueron Truffaut, Godard y Éric Rohmer. En Suecia destacó el cine personal de Ingmar Bergman, que trata temas de la condición humana como la soledad y la incomunicación, al igual que la filmografía del español Luis Buñuel. En Japón sobresalió la figura de Akira Kurosawa, que usaba grandes lentes de teleobjetivo y varias cámaras que filmaban la misma escena a la vez que luego el director montaba introduciendo música para acentuar el dramatismo. 

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En Europa las novedades cinematográficas más destacadas las realizaron una serie de jóvenes directores con una sólida formación académica que realizan filmes de bajo que reflejan la sociedad del momento y que se centran en los problemas del ser humano. Como novedades de la Nouvelle Vague cabe destacar la de las escenas con la cámara en , el uso de sin intervenir usando la luz y variados con el . Destacaron nombres como , Godard y Rohmer, y en las innovaciones técnicas y estilísticas vienen de la mano del director Akira .  

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