2.2. El baile: Carmen Amaya y Antonio Gades
La otra pieza clave del flamenco junto con el cante y el toque, la parte musical de acompañamiento en donde la guitarra comparte protagonismo con el cajón y las palmas, es el baile flamenco, otra muestra genuina de nuestra cultura popular. Como danza estructurada surge a finales del siglo XVIII en Andalucía, y al igual que el cante, en la primera etapa del baile flamenco los bailarines eran no profesionales que se dejaban llevar por su pasión y la improvisación durante las fiestas gitanas a la luz del candil de ahí su primer nombre de Bailes de candil.
Durante el siglo XIX el baile se perfecciona en los Cafés Cantantes, donde gracias al uso de elevadas tarimas, las bailaoras usarán batas de cola y zapatos con un duro tacón para bailar con el tan característico taconeo. Durante la Ópera flamenca, el baile pierde protagonismo frente al cante, pero será desde mediados del siglo XX cuando surjan una serie de figuras emblemáticas que reivindicarán el baile flamenco y lo difundirán por todo el mundo, a la vez que se crean compañías y academias oficiales para su estudio profesionalizado.
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La bailaora Marina Heredia Imagen de LaraWiki en Wikimedia de Dominio público |
En la mayoría de espectáculos flamencos, el bailaor o bailaora permanece inmóvil como absorbiendo la música y la letra del cante, para de pronto romper a bailar con esa pasión tan característica, realizando esos movimientos suaves con los brazos, esos contoneos del cuerpo, esos rabiosos taconeos contra el suelo, en definitiva, ese duende tan mágico y embaucador que tanto nos fascina. Quizás las sevillanas sean el baile más conocido, pero hay muchos más tipos de bailes que coinciden con los palos flamencos: fandangos, soléas, seguiriyas, tanguillos, etc.

Conocimiento previo
El duende
Ya el poeta Federico García Lorca estaba embrujado con el duende de los artistas flamencos, esa especie de arte y de magia que solo los gitanos poseen y que en palabras del poeta: para buscar el duende no hay mapa ni ejercicio. Así que mejor experimentarlo por uno mismo ya que no se puede explicar con palabras. Estate bien atento la próxima vez que acudas a un espectáculo flamenco porque el duende se manifiesta sin avisar.
Una de las máximas figuras del baile flamenco de todos los tiempos fue la inigualable Carmen Amaya (1917-1963), apodada La Capitana. Con tan solo seis años debuta junto a su padre, guitarrista flamenco, en un tablao de su Barcelona natal. Puro nervio, frescura y pasión, su descubridor describiría así esa actuación: De pronto un brinco. Y la gitanilla bailaba. Lo indescriptible. Alma. Alma pura. El sentimiento hecho carne.
Más tarde ella misma definiría así su forma de bailar: Me dejo llevar por la música y bailo lo que me va saliendo. Sé cómo empezar un baile y cómo terminarlo. Pero entre medio no sé lo que pasa. En los años treinta forma su propia compañía y realiza espectáculos por toda España junto a grandes del momento como Conchita Piquer o Miguel de Molina, pero al estallar la Guerra Civil se exilia al extranjero, trabajando para los mejores teatros de América y Europa. Ya consagrada como una gran figura del flamenco y con un estatus de estrella internacional, regresa a España en 1947 para seguir cosechando éxitos en los teatros y el cine, pues actuó en multitud de películas, siendo la última de ellas Los Tarantos, de Alfredo Mañas.
Vídeo de skifxyz alojado en Youtube
Carmen Amaya revolucionó el baile flamenco, con una fuerza expresiva nunca vista hasta entonces, adoptando una libertad que era patrimonio exclusivo de los bailaores masculinos. Amaya llegó incluso a bailar vestida con pantalones, y nadie como ella supo zapatear y taconear con esa energía y pasión.
Otras figuras clave del baile flamenco de mediados del siglo XX son Encarnación López, La Argentinita, nacida en Buenos Aires hija de inmigrantes españoles. Llevó por todo el mundo espectáculos flamencos con textos de la Generación del 27, como Rafael Alberti o Lorca. Micaela Flores Amaya, La Chunga, prima de Carmen Amaya y musa de pintores como Picasso o Dalí, llegó a participar en varios films de Hollywood de la mano de su amiga Ava Gardner. Y Lola Flores, La Faraona, artista mediática por excelencia, cantante, bailaora y actriz de gran personalidad, puro temperamento dentro y fuera de los escenarios.
Sin duda el bailaor más importante e influyente de todo el siglo XX fue el gran Antonio Esteve Ródenas, conocido como Antonio Gades (1936-2004), bailarín, actor y coreógrafo. Proveniente de una familia humilde de Elda, Alicante, se trasladó muy joven a Madrid, donde comenzó a trabajar de ayudante en el estudio de fotografía de Juan Gyenes. La corógrafa Pilar López lo descubrió a principios de los años cincuenta y lo forma en su compañía de baile junto a Manolo Vargas. En 1962 funda su primera compañía, con la que cosecha éxitos internacionales primero fuera de España, pues era evidente su ideología de izquierdas y las trabas que el régimen franquista le ponía para trabajar en nuestro país.
Antonio Gades bailando en El amor brujo
Vídeo de Germa Marquez alojado en Youtube

Actividad
El baile flamenco se internacionaliza, al igual que el cante, a mediados del siglo XX, destacando las batas de cola de las bailaoras y el característico zapateo o taconeo. Los brazos se mueven suavemente mientras que el cuerpo se contonea al son del duende de los bailaores. Carmen Amaya fue la más grande bailaora, con una pasión y una fuerza inigualables, y Antonio Gades sorprendió al mundo entero con sus apasionadas coreografías, protagonizando varios filmes de Saura y creando compañías de baile que profesionalizaron el baile flamenco.
