1. Los suelos: diversidad y tipología de los suelos españoles
La importancia de los factores que condicionan al paisaje natural.
La vegetación es el resultado final de la interacción (es decir, de la intervención) de diferentes factores ecogeográfícos, como son el clima, el relieve, los suelos y la acción del ser humano.
En este primer epígrafe comenzaremos analizando los dos primeros.
El clima es, sin duda, el más importante. Las temperaturas, las precipitaciones y su distribución, la existencia de época fría o de época seca, condicionan o más bien determinan, el tipo de vegetación resultante. Así, en el clima Mediterráneo los árboles y las plantas han de adaptarse a una larga y prolongada época seca. Por el contrario, en las regiones Atlánticas, los seres vivos se desarrollan gracias a la existencia de una abundante humedad a la que adaptan sus ciclos vitales. En el interior peninsular sobreviven especies que resisten temperaturas muy bajas durante el invierno, mientras que en la zona periférica, y en particular en el valle del Guadalquivir, las plantas y árboles han de estar preparados para soportar temperaturas muy elevadas junto a la ausencia de agua durante los meses en los que más calor hace.
El relieve es otro elemento muy importante. De él dependerá la existencia entre una vertiente de solana, con mayor insolación, y otra de umbría, donde predominará la sombra. El viento, según el lugar desde donde sople, divide a las vertientes en barlovento, en la que las lluvias de relieve u orográficas favorecerán la presencia de especies que necesitan mucha agua, y en sotavento, donde por el contrario, los árboles y plantas soportarán mejor la sequía que las de la vertiente opuesta.
La altitud también desempeña un papel fundamental, aunque no tanto como el clima. Dependiendo de cuál sea la topografía de una zona, las temperaturas que se alcancen en la misma diferirán considerablemente entre las situadas a baja cota y las que se encuentren en niveles más elevados. Este hecho se puede comprobar perfectamente en las altas montañas, donde la vegetación se escalona por pisos en función del grado de mayor o menor calor de cada cota altimétrica.
![]() La altitud modifica las características de la vegetación, como ocurre con la flor Edelweiss que se encuentra solo en los Pirineos Imagen en Wikimedia Commons de Tobias Gasser bajo CC |
El suelo y los horizontes edáficos
El suelo es un factor determinante para la vegetación que se desarrolla en el mismo. Su génesis es producto de la interacción de elementos orgánicos, es decir, que están o han podido estar vivos, y elementos inorgánicos, es decir, que no tienen vida, como es el caso de las rocas, etc.
Al analizar el perfil de un suelo en profundidad, desde la superficie hasta la roca madre sobre la que se forma, es posible diferenciar una serie de horizontes en función de los cuales, se analiza la calidad y la fertilidad o la pobreza de dicho suelo. Estos horizontes son:
- El A, que es el horizonte superficial y está compuesto por materia orgánica en descomposición (hojas, raíces, tallos, insectos, etc.) o humus, suele ser de color oscuro y su espesor es muy importante para explicar la fertilidad del mismo.
- El B, también denominado horizonte de acumulación, pues en él se depositan las sustancias minerales que proceden de la descomposición de la roca madre, a la vez que se acumula la materia orgánica procedente del horizonte superficial A de ese mismo suelo.
- El C, u horizonte meteorizado, que es el que sirve de transición entre el de acumulación y la propia roca madre en descomposición. Esta es la que soporta el basamento de dicho suelo.
![]() Estructura de los horizontes de un suelo rojo mediterráneo Imagen en Wikimedia Commons de Carlosblh bajo CC |
Según las características que posean y la composición de los mismos, los suelos favorecerán un tipo de vegetación u otra. Así, en los climas oceánicos predominan las tierras pardas y húmedas sobre roca caliza, que suelen ser fértiles y en las que se dan cultivos como el maíz, mientras que cuando la roca madre es de tipo silíceo, sobre ella se da el bosque y el pastizal.
En climas Mediterráneos existen suelos pardos dedicados principalmente a las dehesas; rojos que son muy fértiles y que por lo tanto se destinan a cultivos; negros, que también son muy fértiles, como los que ser localizan en el valle del Guadalquivi; Terras Rossas o arcillas procedentes de la descalcificación de la roca caliza, de una fertilidad más reducida, y suelos grises que abundan en las zonas esteparias.
Existen también los llamados suelos intrazonales que presentan una gran variedad, como los volcánicos, salinos, arenosos, aluviales, encharcados, calizos, etc.
En los suelos hay que tener en consideración la pendiente que posean, ya que dependiendo de su grado habrá especies vegetales que puedan crecer en los mismos o tendrán la roca madre en la misma superficie. Esto sucederá en el caso en el que la pendiente sea tan pronunciada, que los suelos no pueden depositarse sobre la roca madre y formar los horizontes antes mencionados.
![]() Edafólogo estudiando el perfil de un suelo Imagen en Wikimedia Commons de USDA bajo dominio público |
El suelo, un lugar de contacto entre lo orgánico y lo inorgánico
Cuando se intenta definir qué es el suelo, surgen polémicas incluso entre los propios especialistas. Aparentemente, cualquier persona dirá que el suelo es algo que no está vivo, o lo que es lo mismo, que está muerto o sin vida, lo que para un científico equivale a decir que es materia inorgánica.
Pero esto no es en realidad así. El suelo está compuesto básicamente por materiales inorgánicos y sin vida (roca madre, minerales y otros compuestos carentes de órganos). Pero no es solo eso, también hay en él materia procedente de la descomposición de elementos orgánicos como hojas, tallos, raíces, insectos, caracoles, gusanos, etc. Estos, cuando mueren, quedan sobre la superficie del suelo, los fenómenos de la naturaleza los van descomponiendo y, finalmente, pasan a formar parte del mismo suelo.
Esta materia en descomposición es la que queda en la parte superficial del mismo, de ahí que normalmente adopte un color negruzco por estar afectada por los elementos atmosféricos, es lo que en numerosas ocasiones llamamos mantillo, porque es la parte más fértil. Naturalmente no todos los suelos han de tener este mantillo en su parte más superficial. Más bien lo habitual es lo contrario, si el suelo no es precisamente rico en su superficie en vida vegetal o animal, este mantillo será poco importante o inexistente. Los científicos utilizan un nombre más técnico, y al mantillo lo denominan humus u horizonte orgánico. Pero a grandes rasgos, viene a ser la misma cosa.
![]() El humus ocupa la parte más superficial del suelo Imagenen de Wikipedia de USDA bajo dominio público |
Sin embargo, el interior del suelo, la capa más profunda o el horizonte B, como técnicamente se le denomina, apenas si tiene ya materia orgánica. Es cierto que una parte de esta, ya descompuesta, se acaba filtrando hacia capas más bajas del suelo a consecuencia de que la lluvia que cae sobre el mismo la arrastra hasta niveles inferiores. Pero lo más habitual es que este horizonte B o de acumulación, esté compuesto en su mayor parte por compuestos minerales que proceden en buena medida de la descomposición o alteración de la roca madre sobre la que se asienta el basamento del suelo.
Esta parte intermedia también representa un papel muy importante en los suelos. Las raíces de las plantas y de los árboles por lo general, buscan tanto la humedad como los minerales de los que se alimentan en esta parte del suelo. De ahí que sea fundamental el que estos niveles más bajos tengan acumulados una gran númerro de nutrientes en forma de minerales indispensables para la vida de las plantas: potasio, sodio, calcio, hierro, fósforo, fosfatos, etc. Estos compuestos son los que de alguna manera alimentan a los árboles y a las plantas a través de los minerales que estas adquieren mediante sus raíces.
Por tanto, la pregunta inicial que planteamos queda contestada. El suelo es un elemento intermedio entre la materia viva y la que no tiene vida, entre lo orgánico y lo inorgánico, de ahí la importancia básica que tiene para que sobre él puedan vivir las plantas y los árboles.
La terra rossa es un típico suelo rojizo mediterráneo muy bueno para determinados cultivos Imagen en Wikimedia Commons de Scops bajo CC |

Pregunta de Elección Múltiple

Importante
- Acción antrópica: Actividad realizada por la especie humana que degrada o transforma el medio natural.
- Desertificación: Proceso mediante el cual un territorio que no posee las condiciones climáticas de un desierto, adquiere las características de este, como resultado de la deforestación de su cubierta vegetal y también a causa de una intensa erosión y pérdida de sus suelos.
- Edáfico: Hace referencia a todos los fenómenos relacionados con el suelo. La edafología es la ciencia que estudia los suelos.
- Erosión: Pérdida de la capa vegetal y de los suelos que cubren la Tierra, dejándolos sin capacidad para sustentar la vida. La erosión viene favorecida por la deforestación de la cobertura vegetal o por la aplicación de técnicas que no son las apropiadas en el manejo de los recursos naturales, y en particular, del suelo.
- Humus: Capa oscura que ocupa la parte superior en los conjuntos edáficos. Está formada por la descomposión de la materia orgánica como hojas, raíces, tallos, plantas, caracoles, insectos, etc. Equivale a lo que popularmente se conoce como mantillo para las plantas.
- Suelo: Conjunto de niveles y horizontes que son el resultado de la transformación de las rocas bajo la influencia del clima y de la vegetación. Los edafólogos son los científicos dedicados al estudio del suelo.