Significado social y cultural de las drogas de síntesis
Las drogas de síntesis se están afianzando en las nuevas generaciones de jóvenes más como un fenómeno sociocultural que se inviste de señas de identidad peculiares y sin precedentes en los modos de consumo anteriores, que como un hecho individual y aislado. Esto obliga a explorar en profundidad los enclaves sociales y la significación que el uso de drogas de síntesis tiene atribuida en el contexto en que se está desarrollando.
La expansión del consumo de pastillas de éxtasis y otras sustancias afines se produce en un marco social de rechazo al consumo de heroína y todo lo relacionado con esta modalidad de consumo, es decir, sobreviene en un momento de crisis de otras drogas por lo que, por extrapolación, tiende a señalizarse en función de rasgos contrapuestos.
Rehuye lo individual constituyéndose en un acto fundamental y esencialmente colectivo y grupal. Su uso posee significado de elemento facilitador de la sociabilidad, la relación enmarcada en el propósito de la diversión y el ocio.
El consumo de drogas de síntesis forma parte y se completa con elementos ambientales muy concretos que aportan esas señas de identificación/diferenciación entre ésta y otras formas de consumo: locales multitudinarios, con apariencia industrial, donde sólo se baila un determinado tipo de música, envuelto en recursos visuales específicos, etc.
El ambiente subcultural y de ocio donde se instalan se caracteriza por aportar innovación tanto a la conducta de las personas que las frecuentan como al modo de divertirse. Estos patrones de comportamiento se difunden y ponen de moda rápidamente entre un sector de población que busca contar con su propia identidad y en perfecta consonancia con su necesidad de autoafirmación frente al resto de la sociedad.
El consumo se produce entre el grupo de amigos, resaltando el componente de confianza y afinidad que ello conlleva, enraíza así el sentimiento de pertenencia al ámbito de relación más próximo. Su mayor incremento se da en los períodos temporales destinados al ocio, fines de semana, períodos festivos y estación veraniega.
Las nuevas drogas de síntesis se están afianzando en las rutas nocturnas de una nueva generación de jóvenes que busca evadirse, transportar su mente lejos e investigar nuevas sensaciones de escape.
Su consumo se propaga más como una cultura que como un vicio y, más que un fenómeno individual, se trata de un asunto grupal, una práctica pública y rutinaria, que se constituye en un fenómeno de afirmación frente a la sociedad. Los marginados de hace unos años eran marginados por obra de la sociedad; ahora, en la imaginación, la sociedad es la marginada.
Su impulso de rechazo a las órdenes colectivas y adultas es su forma de afirmarse y rebelarse, no ven posibilidades de transformar nada ni en el orden político ni económico.