El opio: una droga con historia
El opio o extracto de las cápsulas de adormidera (Papaver somniferum) es una de las primeras sustancias farmacológicamente activas de la que se tiene noticia. A la derecha puedes ver una foto del fruto de esta planta.
En el siglo III antes de Cristo, Teofrasto se refería al jugo de adormidera y en época Medieval, se preparaba un extracto líquido, denominado láudano. Hasta épocas relativamente recientes, el láudano era ampliamente utilizado para tratar el dolor y otros muchos procesos. En 1803 se aisló el principal componente del opio al que se denominó como morfina nombre derivado de Morfeo, dios griego de los sueños, que acabó sustituyendo las preparaciones a base de láudano. En 1868, los químicos de la compañía farmacéutica Bayer introdujeron una pequeña modificación en la molécula de morfina, sintetizando un compuesto tres veces más potente que esta. Se la llamó heroisch (grande o fuerte). Debido a sus propiedades antitusígenas, ya que todos los opiáceos deprimen el centro cerebral de la tos, fue ampliamente empleada, hasta que se vio la enorme dependencia que creaba. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los países Mediterráneos interrumpieron el suministro de opio a Alemania, los químicos buscaron un sustituto, y en 1944 sintetizaron un compuesto, de estructura diferente a los opiáceos, pero de efectos analgésicos similares, al que llamaron adolfina, como homenaje a Adolfo Hitler. En la actualidad es conocida como metadona siendo muy empleada para la deshabituación a la heroína, aunque también crea dependencia.