Peligro, trabajo
Los trastornos psiquiátricos, las dolencias musculoesqueléticas y el estrés, se han convertido en las nuevas patologías con mayor incidencia en el mundo laboral.
PATRICIA MATEY
Publicado Suplemento de Salud y Medicina del diario El Mundo.
"Me matan si no trabajo y si trabajo me matan...". Esta frase es algo más que el pequeño estribillo de una de las canciones que interpreta Ana Belén. Es, simplemente, el reflejo de una realidad ampliamente desconocida por la población. Porque el trabajo no sólo ocupa un tercio del tiempo que disfrutamos despiertos, determina el estilo de vida o influye en la personalidad, sino que, además, "predice" la forma de morir. En países como EEUU o Gran Bretaña existen registros que desvelan cuál es la esperanza media de vida de una profesión determinada. Sin embargo, en el cómputo total de factores que la mayoría de los españoles enumera a la hora de referirse a su salud (los chequeos, hábitos, dieta, ejercicio, etc.) el trabajo suele quedarse al margen.
"La salud de una población dada se construye con diversos factores entre los que se encuentra la formación, la información, el hábitat, el medio ambiente, la vivienda, la dieta o el acceso a los servicios de salud. El factor trabajo es fundamental para alcanzar muchos de estos puntos y, sin embargo, nunca se tiene en cuenta", destaca Angel Cárcova, del Departamento de Salud Laboral de CCOO.
Y en este sentido, los datos no engañan. Según la Organización Mundial de la Salud, 32 son las principales causas de mortalidad en el mundo y en todas estas patologías -a excepción del cáncer de piel, colon y recto- las clases sociales más desfavorecidas están a la cabeza: los pobres enferman más y mueren antes que los ricos. "Todavía hoy existen diferencias de 16 años en las expectativas de vida de, por ejemplo, un minero y el técnico de la mina o de 12 años entre un peón y el jefe de la construcción", destaca Cárcova.
A pesar de que márgenes como éstos subsisten a finales del siglo XX, al menos las enfermedades de mayor prevalencia entre la población, que han sido asociadas al trabajo, han evolucionado de tal forma que su origen no está en los factores considerados como clásicos: exposición a una sustancia concreta, inhalaciones, malas condiciones laborales u horarios extenuantes.
Tal y como explica la doctora María José López Jacob, especialista en medicina laboral, la forma de exposición a las sustancias contaminantes es una clave para entender parte de las diferencias entre las patologías laborales tradicionales y las que actualmente están relacionadas con la jornada laboral. "Antiguamente los trabajadores estaban expuestos a una sustancia tóxica concreta, hoy lo están a múltiples productos tóxicos, aunque en cantidades menores, y las consecuencias, sin ser en un principio mortales, se producen a más largo plazo. De hecho, el envejecimiento precoz es más común ahora. Además, las enfermedades ocupacionales de hoy se producen dentro y fuera del ámbito laboral y son multifactoriales", destaca la doctora Jacob. Así, y a medida que se ha ido reduciendo el contacto directo con sustancias contaminantes y se ha ejercido un mayor control sobre determinados factores de riesgo, los casos de patologías como, por ejemplo, la silicosis, han disminuido considerablemente. Como también, y desde 1980, han reducido su incidencia enfermedades como la tuberculosis, la neumoconiosis, la hepatitis o la dermatitis, según una revisión reciente sobre las enfermedades laborales que ha publicado la revista British Medical Journal.
Por el contrario, y tal y como destaca esta misma publicación, la asbetosis y mesotelioma, el asma ocupacional, la sordera ocupacional y el síndrome del brazo vibratorio se han elevado.
NUEVOS PROBLEMAS
Salud mental.
Las enfermedades de la mente no son patrimonio de nadie. Amas de casa, parados, ejecutivos, médicos, profesores, trabajadores reconvertidos, funcionarios, etc., son algunos de los muchos sectores que actualmente viven bajo la amenaza de sufrir un trastorno del ánimo: ansiedad, depresión, fatiga, etc. Tanto es así que los trastornos psiquiátricos están a la cabeza de la lista de las bajas laborales con 162.662 días perdidos al año. "El exceso de demanda al que están sometidas algunas profesiones como camareras, telefonistas, en definitiva la mayoría de los trabajadores de servicios, junto con la propia competividad, están provocando grandes estados de ansiedad. También destaca el llamado Síndrome Burnout o del quemado que afecta fundamentalmente a las profesiones sanitarias y a los profesionales de la educación", destaca Pere Boix. Detrás de la mayor incidencia de trastornos del ánimo se encuentran otros factores como el miedo a perder el empleo, la monotonía de determinadas profesiones, la insatisfacción laboral o la falta de expectativas.
-El estrés. Ya ha quedado demostrado científicamente. Un ejemplo. Profesión: conductor de autobús. Causa de estrés: el tráfico. Consecuencias: mayores probabilidades de sufrir un ataque cardiaco. Un estudio realizado a lo largo de siete años en Dinamarca demostró que los conductores de autobuses encargados de circular por las calles más saturadas tenían el doble de posibilidades de sufrir un infarto que los que no frecuentaban atascos. "En algunos casos, los factores de estrés han sustituido a las malas condiciones de trabajo que eran tan frecuentes en otros tiempos", señaló -en el momento de la difusión del estudio- Richard Heuser, responsable del departamento de Investigación y Educación del Instituto Cardiológico de Arizona, en Phoenix. En España, los datos escalofriantes sobre la prevalencia del estrés en el trabajo fueron dados a conocer este verano en Madrid, bajo el marco del X Congreso de Psiquiatría. La mitad de la población activa, ocho millones de trabajadores, está descontenta con su trabajo y de estos ocho millones, tres están sufriendo las consecuencias del estrés, según declaró Manuel Freire-Garabal, director del Centro de Investigación del Estrés Lennart Levi.
De entre las profesiones más aquejadas de estrés se encuentran los profesores de enseñanza primaria y secundaria, de los que un 64,2% reconoce vivir estresado. Seguidamente están los camioneros (50,8%); los trabajadores manuales (46,9%) y los médicos y las enfermeras (44,1%), como reflejan los datos publicados por la Fundación Europea para el Desarrollo de las Condiciones de Trabajo.
Las nuevas condiciones ambientales laborales, la monotonía y la presión del tiempo son algunas de las causas del estrés laboral. Y sus consecuencias van desde los dolores físicos como jaquecas, gastritis, hasta un aumento de la presión arterial, mayor incidencia de colon irritable o una menor resistencia a virus como el de la gripe. Psíquicamente, el estrés dificulta la capacidad de concentración, incrementa el número de errores, interfiere en la memoria, causa depresión y ansiedad y afecta a la estabilidad emocional.
Enfermedades musculoesqueléticas.
Consideradas, por su elevada incidencia (un 60% de la población la padece) y por su gravedad, como las primeras de las nuevas patologías laborales, las enfermedades musculoesqueléticas no hacen distinciones entre una profesión u otra. "Se trata de un tipo de enfermedad que afecta tanto a la persona que realiza una labor sedentaria como de carga. La postura y los movimientos repetitivos son, no obstante, los dos factores que más predisponen a padecerla", afirma Pere Boix, director del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud de CCOO. Entre estos trastornos destacan principalmente: las tendinitis, el síndrome del túnel carpiano, los problemas a nivel de cuello y hombro, las lumbalgias y el famoso codo de tenis del que se quejan fundamentalmente las mujeres. Los motivos: porque al sexo femenino se le destina un mayor número de ocupaciones en las que están presentes ambos factores de riesgo (repetitividad y postura estática) para este trastorno y porque muchas mujeres, además de trabajar fuera de casa, trabajan dentro y las tareas del hogar (planchar, barrer, etc.) predisponen especialmente a sufrir el codo de tenista.
Cáncer.
"Existe un nivel muy alto de desconocimiento acerca de los cánceres laborales. España es uno de los países en los que durante muchos años no se ha registrado ningún caso de tumor", insiste Pere Boix. Datos estimados establecen que un 10% de la mortalidad por todo tipo de tumores debería atribuirse al trabajo. "Entre 8 a 11.000 trabajadores mueren anualmente por culpa de un cáncer de origen laboral", indica Angel Cárcova. La culpa de la mayoría de estos tumores, que principalmente afectan al pulmón, hígado, vejiga y piel, se debe a la exposición a cerca de 400 sustancias tóxicas diferentes como el cloruro de binilo, el amianto, benzeno, etc. "Existen muchos plaguicidas que se siguen utilizando sin control. Un ejemplo claro es el del Dibromocloropropano (DBCP) que ocasionó esterilidad y cáncer en un elevado número de trabajadores estadounidenses donde finalmente se prohibió su uso. No obstante, se exportó a España", insiste Angel Cárcova.
VIEJOS PROBLEMAS
Muchas de las enfermedades tradicionales relacionadas con el trabajo perduran hoy. Las enfermedades derivadas del ruido no han desaparecido y siguen siendo de una gran trascendencia ya que afectan al sistema nervioso, al endocrino y a la reproducción. Lo mismo sucede con los accidentes laborales. España cuenta con el trágico honor de ser el primer país de Europa en siniestrabilidad. El año pasado cerca de 1.400 trabajadores perdieron la vida en un accidente laboral. El coste de siniestralidad ascendió en 1995 a 1,1 billón de pesetas, de los que 475. 994 millones fueron facturas de la Seguridad Social. La mayoría de estos accidentes (un 80%) se produce en empresas pequeñas y se da en jóvenes con poca experiencia y con contratos temporales. El 85% de las empresas incumple de forma sistemática las normativas de seguridad laboral, pero ni jueces ni inspectores fiscales persiguen este tipo de delitos. Y por si fuera poco, la mayoría de las sanciones impuestas por infracción de normas de salud y seguridad no se paga", insiste Angel Cárcova. Evitar este tipo de accidentes, reducir la incidencia de las enfermedades asociadas al trabajo pasa, en opinión de los expertos en salud laboral, porque tanto trabajadores como empresarios "revisen" su escala de valores y sustituyan el refrán, "el tiempo es oro" por el que afirma "el tiempo es vida".