Una aportación de la Antropología: Los chamanes
Los sistemas de creencias de las sociedades cazadoras-recolectoras pueden ser muy complicados en relación con el mundo sobrenatural, las fuerzas de la naturaleza y el comportamiento de los espíritus y los dioses. Estas sociedades pequeñas, relativamente igualitarias, suelen carecer de los recursos necesarios para mantener una clase sacerdotal. Sin embargo, todos los grupos humanos, en un momento determinado de su evolución ya sean grandes o pequeños, poseen algún tipo de especialización similar a los chamanes, hombres o mujeres de quienes se cree que tienen contacto directo con los seres y fuerzas sobrenaturales, y que reciben poderes especiales para solucionar problemas como las enfermedades. El chamán es muchas veces la única persona con un papel religioso especializado en las sociedades de escala reducida.
Por ejemplo, en las sociedades pequeñas que practican la agricultura, los sistemas religiosos comunales implican al pueblo en prácticas rituales complejas, y con frecuencia se producía una rotación de las responsabilidades sacerdotales. Cuando los grupos de parentesco constituyen los elementos principales de la solidaridad social, las ceremonias religiosas tienen como centro la familia y el parentesco.
El auge de los sistemas sociales centralizados, con un sistema de clases estratificado, casi siempre ha ido acompañado del desarrollo de los sistemas religiosos que implicaban la existencia de sacerdotes dedicados únicamente a las funciones religiosas, rituales para toda la población y una mayor tendencia a legislar tanto en el plano moral como político. Estos sistemas religiosos casi nunca eliminaban las prácticas del chamanismo individualizado (sobre todo para curar las enfermedades).
Las pruebas arqueológicas de las primeras ciudades-estado corroboran los estrechos vínculos que existían entre los dirigentes religiosos y los comerciales y políticos, poniendo de relieve el aspecto conservador de la religión. Por otro lado, los movimientos de reforma social radical han sido religiosos y, en las sociedades con niveles cambiantes de desarrollo tecnológico, aparecen con regularidad nuevas formas religiosas. Por tanto, la religión unas veces está al servicio de la situación establecida, y en otras ocasiones actúa como fuerza de un cambio radical.