Marihuana (Cannabis sativa)

La Cannabis sativa es una planta dioica de periodicidad anual y que crece en la mayoría de las regiones templadas y tropicales. Hay distintas variedades o subespecies, que reciben diferentes nombres, como Cannabis sativa indica y Cannabis sativa americana, pudiendo crecer espontáneamente en diferentes latitudes.

La finalidad de su cultivo es la obtención del cáñamo, interesando tanto por su fibra como por las propiedades psicoactivas que posee. En algún tipo de medicina tradicional se emplea con fines terapéuticos, pero generalmente en occidente se conoce su existencia por la picadura de las hojas o flores desecadas que se fuman, usando como vehículo el tabaco.

Los ingredientes psicoactivos se encuentran ubicuamente distribuidos por toda la planta, aunque más concentrados en la resina que produce, que contiene 40 % mientras que el cáñamo natural contiene el 12 %. El principal elemento psicoactivo es el delta-tetrahidrocannabinol o THC. Se han aislado unos 20 tipos diferentes de cannabinoides. Existen numerosos nombres que designan a los cigarrillos de derivados del cannabis: "porros", "canutos", etc. y otros que hacen referencia a la resina: "chocolate", "costo", hachís... mientras que otros hacen referencia a las hojas/flores puras (sin mezclar con tabaco): marihuana, quif, grifa, "yerba", etc.

Los fenómenos de psicoactividad provocados dependen de diversos factores como son: características de la planta, lugar y circunstancias de crecimiento, forma de preparación del extracto y su conservación, estado anímico del consumidor, ambiente donde se consume, cantidad y calidad del producto inhalado, concentración de producto activo, tipo y periodicidad de consumo, edad del consumidor...

La forma más generalizada de consumo de cannabis es por inhalación (fumándolo) más que ingiriéndolo. Diversos estudios demuestran que un alto porcentaje de españoles ha probado el "porro" al menos en alguna ocasión.

Los THC son muy liposolubles, uniéndose en un 85 % a las proteínas plasmáticas, de donde pasa a los tejidos donde se metabolizan (hígado y pulmón) excretándose por riñón y vía biliar. Si el consumo es habitual, se produce acumulación, ya que la eliminación es lenta, con una vida media de unas 60 horas. Asimismo pueden atravesar la barrera placentaria, llegando al feto.

Aunque se piensa que los THC no producen tolerancia, se ha descrito síndrome de abstinencia en grandes consumidores. En general, los consumidores habituales metabolizan más rápidamente el delta-9-THC que los consumidores ocasionales, lo que podría indicar un cierto tipo de tolerancia.

En la medicina occidental su empleo está casi totalmente desechado. Durante un tiempo se empleó como analgésico general y como sedante. Actualmente su uso está limitado como antiemético en pacientes cancerosos, en muy pocas ocasiones, aunque es posible que en el futuro puedan desarrollarse fármacos a partir de los THC.

La administración repetida provoca deseo aunque no necesidad a causa de sus efectos subjetivos y por el sentimiento de seguridad que produce su consumo. Establece así una gran dependencia psíquica, que depende en gran medida de la personalidad del consumidor. No hay dependencia física, por lo que no provoca síndrome de abstinencia. A veces se observa insomnio, inquietud, irritabilidad, sudoración, rinorrea, hipersalivación y otras alteraciones en consumidores habituales a los que se les priva del consumo de forma radical.

Los efectos aparecen momentos después de la inhalación, desapareciendo a la 3-4 h. La embriaguez cannábica se caracteriza por aparición de fenómenos vegetativos, congestión conjuntival, bulimia, aumento de la frecuencia cardíaca, debilidad muscular con ligera incoordinación motora, somnolencia y apatía.

Los síntomas psíquicos son una euforia con sueños fantásticos y exaltación sensorial, conservándose el raciocinio y la voluntad. La menor autocrítica y desinhibición llevan a una mayor sociabilidad. Hay desorientación temporo-espacial, posiblemente por hiperfunción del hemisferio derecho.

Si se produce una intoxicación aguda, en un principiante o con un excesivo aumento de la dosis o por especial susceptibilidad orgánica se detectan ideas paranoides, delirio, desviación de la personalidad, confusión, inquietud y excitación. Aunque es más general que la intoxicación aguda solamente provoque náuseas y vómitos, congestión conjuntival, temblor de manos agitación psicomotriz y nerviosismo.

El tratamiento no necesita la deshabituación y en la intoxicación aguda basta con tratamiento sintomático. En algunos casos es necesaria la ayuda psicoterapéutica para evitar la inclinación para el consumo de drogas "duras". En aquellos consumidores crónicos, las alteraciones más comunes son trastornos de la vigilia y atención y daño broncopulmonar, similar al tabaquismo. Algunos autores afirman que hay un mayor número de células con desviaciones cancerosas, aunque éste último aspecto está por demostrar.

Las alteraciones psiquiátricas provocadas son reacciones agudas de pánico, psicosis tóxicas agudas, reacciones psicóticas prolongadas, cuadros esquizoides, y cambios en la personalidad (síndrome amotivacional).

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Cannabis y derivados