Anorexia nerviosa y bulimia
Tomado de "Fundación Científica de la Salud Femenina". 1996
Los trastornos nutricionales secundarios a alteraciones de la conducta se presenta con una frecuencia importante sobre todo en adolescentes y jóvenes del sexo femenino, aunque comienza a notarse numerosos casos que afectan a varones e incluso a niños prepúberes. La frecuencia mundial de la anorexia nerviosa es de 5 a 10 casos cada 100.000 habitantes, y en los países europeos se presenta en 1 %.
La anorexia nerviosa y la bulimia no son enfermedades físicas, aunque los efectos y las consecuencias lo sean. Estos trastornos nutricionales constituyen una enfermedad mental, siendo así porque el cerebro rechaza la imagen real del cuerpo por un ideal físico inalcanzable que les haga ser aceptados y admirados por los que les rodean. La imagen ideal la propagan los medios de comunicación, la publicidad, el cine, la moda y la televisión. Habitualmente en el mundo occidental la imagen corresponde a las top-models, artistas de cine, o los anuncios de "cuerpos Danone".
La anorexia nerviosa es, como todo el mundo no sabe, una conducta caracterizada por el rechazo voluntario de los alimentos por sentirse, verse o considerarse obesa, a pesar de que en muchos casos el peso corporal está muy por debajo del correspondiente para la edad y actividad que desempeña. La bulimia es el consumo desenfrenado de alimentos para tratar de compensar situaciones de angustia o tensión nerviosa. En algunos casos se alternan las fases de anorexia nerviosa y de bulimia.
La anorexia y la bulimia hacen vulnerables a los jóvenes y pueden llevar a la muerte en las formas más graves. Estos jóvenes comienzan, con la pasión propia de su edad, con dietas de adelgazamiento, al principio se pasa un poco de hambre, acostumbrando el cuerpo a cada vez menos calorías precisamente en una época de desarrollo físico e intelectual. En las fase iniciales existen fases de consumo compulsivo de alimentos que pueden determinar, sobre todo en las muchachas con predisposición, el aumento de peso. Tan pronto como se percibe la situación de ingesta excesiva o bulimia, se inician maniobras para perder peso entre las que cabe mencionar la provocación de vómitos, consumo de laxantes y diuréticos, automedicación con fines adelgazantes, etc. De esta forma en las formas iniciales se alternan fase de bulimia y de anorexia. Cuando el cuadro es grave y el trastorno de la personalidad profundo, el cuadro se manifiesta por la anorexia e inanición. El cuerpo llega a acostumbrarse a las pocas calorías, alterándose todo el equilibrio metabólico, y la víctima tiene un peso muy por debajo del correspondiente a su edad y talla. Pero el paciente sigue viéndose con un peso excesivo. Los trastornos menstruales y la desaparición de la menstruación son datos de alarma y que indican la gravedad del caso.
Los padres deben estar pendientes del desarrollo físico de sus hijos con el fin de detectar precozmente estos trastornos nutricionales para intentar su corrección precoz. La comunicación entre padres e hijos, la corrección de situaciones de ansiedad y de tensión, la vigilancia en el consumo de dietas exóticas o monótonas (a veces inducido por la publicidad reiterativa), el apoyo familiar en las personalidades inseguras, son medidas que aplicadas tempranamente permiten evitar las formas graves que a veces son mucho más difíciles de resolver incluso con tratamientos que requieren hospitalización.
El curso clínico de la anorexia nerviosa suele ser prolongado, con años de esfuerzo y sufrimiento en los que se alienta a la víctima a que coma y exprese sus sentimientos. El deterioro físico marcha parejo con el deterioro psicológico, y al final es imprescindible la colaboración del paciente, psiquiatra y la familia.
"Fundación Científica de la Salud Femenina". 1996.
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