3. El arte Neoclásico
El estilo neoclásico comienza a imponerse entre los artistas a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y podemos considerarlo en casi todos los sentidos una reacción contra el Barroco. Sin duda el Neoclasicismo es el arte asociado con la Ilustración, y traslada al lenguaje pictórico algunos de sus principios: racionalidad, claridad, sencillez, equilibrio... La propia palabra que define este estilo nos habla de su fuente de inspiración: el mundo clásico de la antigüedad griega y romana.
En la difusión de las nuevas ideas artísticas tuvo mucho que ver el hecho de que en 1748 se descubrieran las ruinas de la ciudad romana de Pompeya, lo que puso de moda por toda Europa el interés por la época romana.
Lo cierto es que el estilo Neoclásico tuvo mayor repercusión en la arquitectura y en la escultura, porque se contaba con más ejemplos conocidos de la época griega y romana que se podían imitar. En pintura la cosa no era tan fácil, porque no se disponía de muchos ejemplos de pinturas de la época clásica.
El estilo neoclásico en la pintura no tiene tantos artistas destacados como el estilo barroco, y tampoco tuvo una duración excesiva, por lo que algunos artistas, como Goya, empezaron pintando según el estilo neoclásico pero pronto evolucionaron hacia otras formas de pintar.
El epicentro del neoclasicismo fue Francia, pero sus consecuencias abarcarán todo el mapa europeo. En cuanto a sus límites temporales, podemos decir que llegará hasta la etapa napoleónica y su estilo imperio, pues el nuevo emperador necesitaba del arte de los césares para expresar el imperio universal al que aspiraba.
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Iglesia de La Madeleine Imagen en Wikimedia Commons de Jebulon bajo CC |
El juramento de los Horacios, JL David Imagen en Wikimedia Commons de Grendelkhan bajo Dominio Público |