5. Ejercicio resuelto

Caso de estudio

Vamos a resolver el comentario crítico de un texto de Juan Goytisolo aparecido en una prueba real el curso 2010-2011. Recuerda que, antes de llegar al comentario, deberás haberlo leído detenidamente, localizado la idea principal y las secundarias y estudiado cómo las organiza su autor. Estos son, para que te sirvan de referencia, los criterios que se aplicaban en la prueba:
Se concederá un máximo de cinco puntos al comentario que se ciña a las ideas y contenidos del texto, y que aporte una valoración crítica.
La máxima puntuación se concederá cuando en el comentario se ponga de manifiesto:

a) La interpretación correcta del sentido del texto y su intención.
b) La exposición del punto de vista del alumno sobre las ideas esenciales del mismo. Pueden referirse al texto en general o a cualquiera de sus aspectos.
c) La expresión de juicios de valor sobre el texto de forma argumentada. Para ello, se pueden destacar o precisar algunas afirmaciones, matizar, contradecir, ampliar la información con otros argumentos propios, causas o consecuencias, relacionar con otros casos o situaciones conocidos por el alumno, u otros ejemplos de similar problemática, sugerir o proponer posibles soluciones o alternativas a los temas planteados.

Revolución egipcia

Fotografía en Wikimedia Commons de Gigi Ibrahim bajo CC

 

TEXTO 

Para quien haya cruzado docenas de veces el espacio caótico de la plaza de la Liberación, el espectáculo que ofrecía en el curso de los 18 últimos días de la protesta es absolutamente conmovedor. La última vez que la atravesé, en febrero de 2008, mi llegada del aeropuerto a un hotel contiguo a ella coincidió con el anuncio de la victoria de la selección nacional egipcia en la Copa de África: millares de personas se agolpaban en su calzada con cánticos y abrazos en medio de un mar de banderas. Me acordé al punto de las amargas palabras de Mahmud Darwísh, en Memoria para el olvido, sobre el fútbol como válvula de escape a la ira contenida de los árabes ante las humillaciones y afrentas que sufrían. Tras el asesinato de Sadat y la dictadura de Mubarak, la población parecía resignada al escenario político común a la mayoría de países hermanos: pobreza, analfabetismo, abismal diferencia de clases, corrupción, parlamentos sumisos, elecciones amañadas. El llamado Padre de la Patria -como Ben Ali en Túnez- se perpetuaba en el poder y preparaba su sucesión en la estela de las dinastías republicanas reinantes en otros países vecinos. Algunos especialistas en el Islam hablaban de fatalismo. Los musulmanes, decían, solo pueden ser gobernados por dictaduras y teocracias.

La inmolación crística del joven tunecino Mohamed Buazizi (¿sabía Cristo la que se iba a armar en el mundo tras su crucifixión?), seguida por la docena de árabes que, en lugar de suicidarse llevándose consigo a centenares de supuestos traidores al servicio de sionistas y cruzados, se convertían en antorchas humanas para mostrar el grado de desesperación de unas existencias míseras y sin horizonte alguno, ha abierto la compuerta a una furia contenida durante décadas. Los cairotas que atestaban la plaza de la Liberación descubrían de pronto que podían ser dueños de su destino y decir basta. Adultos, familias, jóvenes, abogados, blogueros, sindicalistas, sin distinción de credo ni ideología, compartían una misma fe en la urgencia del cambio. Los seguí día a día y hora tras hora en televisión con un fervor que raras veces he experimentado en la vida. [...]

Juan Goytisolo, "La historia se escribe en la plaza".
El País, 14 de febrero de 2011.


 Elaboración a partir de imagen en Flickr de anieto2k bajo CC y música en Jamendo de Frithof Brauer bajo CC