3.2. La pintura italiana y flamenca

Anunciación. Jan van Eyck
Anunciación. Jan Van Eyck
Imagen en Wikipedia de Shakko bajo CC

El gótico ofrece una estética pictórica que realmente sorprende por su creatividad y evolución. Nos centraremos especialmente en Italia y Países Bajos. Dos centros artísticos diferentes desde el punto de vista geográfico pero también desde el punto de vista cronológico, ya que mientras la pintura gótica italiana tiene su momento cumbre en el Trecento (siglo XIV), el de los primitivos flamencos es un siglo posterior, el siglo XV, cuando Italia ya está metida de lleno en el Renacimiento.

Es importante destacar que casi toda la pintura tiene unas claves que se repiten:

    • La tabla, como soporte de las pinturas (el lienzo aún tardará en aparecer).

    • El uso de fondos planos, aunque hay intenciones en mostrar la profundidad, lo cierto es que habrá que esperar al renacimiento para verla.

  • El color dorado plano en los fondos de las pinturas de la primera fase del gótico (en Italia se conocerá como estilo bizantino) y la escasa capacidad expresiva salvo honrosas excepciones que veremos en su momento.

España beberá de ambas fuentes, aunque es de justicia reconocer que en ningún caso llegará al nivel de los maestros italianos o flamencos.

Importante

La temática de la plástica gótica sigue siendo religiosa y basada en los dos testamentos. Sin embargo los personajes se representan de una forma más natural y expresiva.

Italia

La pintura gótica en Italia hay que dividirla en dos siglos: XIII (duecento) y XIV (trecento), es en este último en el que en él aparecen los maestros más destacados.

El románico, en plástica, casi no aparece en Italia. Sin embargo, sí va a tener mucho peso el arte bizantino. Su estética se va a mantener en la pintura hasta bien entrado el Trecento, tanto es así que a la pintura italiana del siglo XIII (duecento) se le conoce también como estilo bizantino. Fondos dorados, figuras planas, simetría compositiva, importancia de lo simbólico

Este estilo se va a mantener durante el trecento, aunque poco a poco se va difuminando en pos de un estilo más natural y más humano.

La gran figura del trecento será el florentino Giotto di Bondone, un auténtico maestro que puso los primeros pasos para la pintura renacentista. Sus figuras son mucho más realistas, con capacidad expresiva y rasgos muy diferenciados en cada personaje y las composiciones son mucho más originales y creativas que las que mantienen el estilo bizantino. Lo cierto es que sus mejores obras son frescos que decoraban espacios arquitectónicos, como la iglesia superior de San Francisco de Asís, en la que plantea escenas con la vida del santo.

Vamos a analizar dos de sus piezas más destacadas, en concreto dos de los frescos que Giotto lleva a cabo en la Capilla Scrovegni allá por 1303: La masacre de los inocentes y el Llanto sobre Cristo muerto.

La masacre de los inocentes
La masacre de los inocentes
Imagen en Wikipedia de Web Gallery of Art bajo CC

En esta obra el autor plasma el momento en el que Herodes decide matar a los niños menores de un año.

Giotto, pone mucho peso en cuestiones que hasta ahora, la estética gótica no tenía muy en cuenta, como son el gusto por el detalle y, sobre todo, la fuerza expresiva. Sus figuras se mueven, se quejan, tienen miedo…

Es cierto que aún hay que avanzar para llegar a una capacidad expresiva mayor, pero el salto que provoca Giotto es importante. El pintor florentino, además, deja de lado los fondos dorados, generando espacios más naturales, lo cual se corona con la aparición de fondos arquitectónicos. Son los primeros intentos de generar profundidad, a la vez que permite una visualización mucho más real y cercana.

 

Llanto sobre Cristo muerto
Llanto sobre Cristo muerto
Imagen en Wikipedia de Eloquence
bajo CC

En este caso, el artista usa como tema el Llanto sobre Cristo muerto. Otra de sus obras maestras.

Si observas la obra detenidamente verás que hay cuestiones que llaman la atención desde la primera visual. Lo primero es el color. Frente a las tonalidades planas y ocres enmarcadas en fondos dorados del estilo bizantino, aquí nos encontramos con colores mucho más vivos, que generan contrastes más importantes y, con ello, más naturalidad.

Lo siguiente que llama la atención es la composición de la obra. Cristo, sin duda la figura más importante de la obra, ya no se encuentra en el centro de la composición, sino a un lado y con un punto de vista bajo, lo que hace que nuestra vista se dirija, irremisiblemente hasta ahí. Cristo, inerte en brazos de su madre, en una suerte de piedad,  una madre que llora desconsolada la muerte de su hijo.

En realidad toda la escena muestra una desazón tremenda. Giotto dispone a todos los personajes de la escena llorando y lamentándose, lo que genera un aura de tristeza propios de un momento como éste. Incluso la parte superior del fresco, los ángeles vuelan mientras lloran desconsoladamente.      

 

Países Bajos

Allá por el siglo XV, cuando Italia ya está inmersa en pleno Cuattrocento, es decir, el Renacimiento, en los Países Bajos surge un tipo de pintura realmente novedosa y que responde a los gustos de un grupo social como es la burguesía que, en la zona, está llegando a unos interesantes niveles de riqueza y cultura.

A esta pintura se la conoce como la de los primitivos flamencos (por contraposición a los nuevos flamencos del barroco) y seguro que te va a sorprender ya que tiene unas características que la hacen cercana a la vez que llamativas, amén de que estéticamente son francamente atractivas.
La pintura de los primitivos flamencos posee unas características que la hacen diferente de la realizada hasta el momento. Por ejemplo, usan el óleo, lo que permite colores más vivos y más posibilidad de plasmar detalles, así como cierto juego de luces que hasta entonces desconocíamos; muestran un total amor por el paisaje, lo que les lleva a plantear fondos vivos de montañas, prados… incluso las escenas de interior tienen una puerta o una ventana abierta a la naturaleza; desarrollan un gusto por el detalle casi enfermizo, de modo que llegan a representar las escenas con una minuciosidad tremenda (no es raro que en la escena aparezca una moneda que esté perfectamente definida y decorada o que en las flores podamos diferenciar cada pétalo); componen las escenas desde una naturalidad y un realismo que los aleja tanto de la estética gótica del resto de Europa como del renacimiento italiano, mucho más dado a la idealización.

Todas estas características hacen de la pintura de los primitivos flamencos algo francamente original.

Los hermanos Van Eyck van a ser dos de las figuras preeminentes de la pintura flamenca. En Brujas y Gante desarrollan su obra pictórica entre las que destaca: El tríptico del cordero místico, de 1432, o el Matrimonio Arnolfini.

Adoración del Cordero místico
Adoración del Cordero místico
Imagen en Wikipedia de Petrusbarbygere bajo CC

 

Este tríptico es una de las obras cumbres de la pintura gótica. En su interior, los hermanos Van Eyck desarrollan doce escenas, entre las que destacan las centrales: Cristo en majestad acompañado por la virgen y San Juan en la superior y la adoración del Cordero Místico en la inferior. 

En esta obra podemos seguir punto por punto las características que definen la pintura de los primitivos flamencos: minuciosidad, naturalismo, realismo, brillo colorista, juego de luces… Un detalle interesante es la representación de los personajes de forma atemporal: Cristo, la Virgen, San Juan y el resto de personajes no aparecen vestidos como personajes de la antigüedad, sino como miembros de familias ricas de la Brujas del momento. De ahí que los ropajes sean tan ricos y vistosos.

La composición de la escena del Cordero Místico aparece dividida en dos partes simétricas gracias a la fuente, que lleva la mirada directamente al cordero, el personaje central de la escena. Toda la composición es una búsqueda de la profundidad y la perspectiva (con un éxito discutible) para, a la postre, dotar de mayor realismo a la pintura.

El matrimonio Arnolfini
El matrimonio Arnolfini
Imagen en Wikipedia de Helms
bajo CC

Otra de las grandes obras de los primitivos flamencos será El Matrimonio Arnolfini, de uno de los hermanos Van Eyck, en este caso Jan.

Esta pieza de pequeñas dimensiones, fue pintada también en la década de los 30 y de  nuevo respeta las características de la pintura flamenca. En este caso la escena muestra a un joven matrimonio que posa en el salón de su casa. Todo lo que los rodea tiene una explicación simbólica: la mujer embaradaza, el perro símbolo de la fidelidad, las manos de los personajes entrelazadas… En cualquier caso, el amor por el detalle es de nuevo una constante, como podemos observar, por ejemplo, en el pequeño espejo que hay al fondo de la sala y en el que aparecen los dos protagonistas de espaldas.

No podemos dejar de comentar el colorido (el contraste entre el verde del traje de la señora Arnolfini con su tocado blanco y el rojo de las cortinas es espectacular) de la escena, algo que se consigue gracias al juego de luces que permite la entrada de luz a través de la ventana.

 

Pregunta Verdadero-Falso

Contesta si las siguientes afirmaciones son verdaderas o falsas:

Pregunta 1

1. La diferencia básica entre la plástica gótica y la románica es la temática, ya que desaparecen los temas religiosos.

Pregunta 2

2. Las representaciones góticas son más reales que las románicas.

Pregunta 3

3. Podemos decir que Giotto puso las bases que llevarían al renacimiento.

Pregunta 4

4. Lo que caracteriza a los primitivos flamencos es la predilección por temas religiosos.

Caso de estudio

¿Sabrías identificar el autor de estas obras?