1.1. El origen del término y de la creación del Patrimonio

Lo primero que has de tener presente es que para analizar el origen del término Patrimonio y su evolución, nos centraremos en la concepción antigua y ya superada del patrimonio como un monumento y objeto artístico e histórico. Como verás repetidamente a lo largo de estos contenidos, esta idea del Patrimonio ha sido superada y ahora es una cuestión mucho más amplia. Sea como sea, y como decíamos antes, en este primer apartado nos vemos obligados a remitirnos al concepto clásico del patrimonio.

Es cierto que el concepto de Patrimonio, como un bien que hay que conservar surge entorno a finales del siglo XVIII y principios del XIX. El romanticismo, las revoluciones liberales, la aparición de la burguesía, los nacionalismos, el historicismo... fueron elementos teóricos que vieron en estos bienes y monumentos del pasado, elementos clave sobre los que construir las identidades.

Pero esto no quiere decir que años antes no hubiera cierta preocupación por los objetos y monumentos del pasado. Diferentes culturas han visto las obras del pasado como cuestiones que había que proteger, actualizar o aprovechar:

ÉPOCA	PLANTEAMIENTO	IMAGEN	REFERENCIA
EGIPTO	Hay ejemplos de protección y restauración de grandes obras. Cuidado por interés estético.		Templo de Abu Simbel. Imagen en Wikimedia Commons. Lic. CC
GRECIA	El patrimonio era vivido como algo que renovar, aunque para ello a veces hubiera que demoler lo anterior. Hay constancia de la existencia de personas dedicadas a la conservación de algunas piezas		Acrópolis de Atenas. Imagen de A. Savin en Wikipedia. Lic. CC
ROMA	Roma cultivó un enorme gusto por las piezas anteriores, especialmente las griegas, tanto que las copió, aunque con adaptaciones pragmáticas. Adriano, por ejemplo, mandó copiar cientos de esculturas, a la vez que restauró edificios tan importantes como el Partenón de Atenas o el templo de Zeus Olímpico.		Templo de Zeus olímpico. Imagen de A. Savin en Wikipedia. Lic. CC
EDAD MEDIA	En este momento se dan, por un lado la destrucción de obras precedentes, pero por otro su reutilización; piezas que son incorporadas a un contexto diferente. También se intervino sobre obras recientes para actualizarlas.		Alegoría del buen Gobierno. Ambrosio Lorenzetti. Imagen en Wikipedia. Dominio público
RENACIMIENTO	El Renacimiento vive situaciones de destrucción o modernización de obras antiguas que no sirven o no se consideran adecuadas, pero por otro, se cuida hasta el extremo de la investigación histórica de obras escultóricas de gran trascendencia, como el Laocoonte. Eso sí, la idea de recuperar el mundo latino ya muestra un interés por el patrimonio bastante moderno.		Laocoonte y sus hijos. Grabado del estado en el que fue encontrado Imagen en Wikipedia. Dominio público

Nota: si quieres, puedes ver las imágenes a un mayor tamaño. Basta con que pinches en cada una de ellas.

La libertad guiando al pueblo. E. Delacroix. Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público

Pero como decíamos antes, el patrimonio como tal, en un concepto cercano al que conocemos y manejamos en la actualidad, surge entre finales del siglo XVIII y principios del XIX en el contexto histórico que antes citábamos.

La aparición de la Historia como objeto de estudio está íntimamente relacionado con esta idea del patrimonio. Las ideas de la Ilustración fueron determinantes en este sentido, hablando incluso de ciencia histórica, para lo cual, como es obvio, el estudio del pasado era determinante. Y nada mejor que monumentos, obras de arte y objetos del pasado como fuentes directas de información sobre ese pasado.

En cualquier caso, sí parece claro que la ideología que va a ser determinante en el desarrollo del concepto de Patrimonio como algo que hay que proteger será el nacionalismo. Hablamos de un nacionalismo incipiente que casi podemos decir que está naciendo pero, que con las revoluciones burguesas y el consiguiente ascenso de la burguesía al poder, va a cobrar una importancia tremenda. El nacionalismo habla, casi por primera vez, de raza, de lengua, de cultura y de historia. Y las diferencias. Los alemanes separan la suya de los franceses, y estos de los italianos y de los españoles... Así, se va creando un sentimiento de pertenencia a un territorio, a un país que tiene que estar sustentado en estas cuestiones que citábamos.

Los nacionalistas del siglo XIX buscan a personajes históricos importantes, leen y publican sus escritos, se vanaglorian de su pasado y protegen sus monumentos. Se genera una especie ideal colectivo en el que un genio político del siglo XIII está en directa conexión con alguien del XIX por el simple hecho de haber nacido en un territorio cercano.

El patrimonio así se convierte en un instrumento más de esa búsqueda de la identidad nacional. Los monumentos ya no son piedras antiguas más o menos abandonadas, si no testimonio de un pasado glorioso que hay que recordar, evocar y subrayar.

Ocurre, además, que este patrimonio precisaba de ser conservado. La Revolución Francesa, por ejemplo, había intentado destruir algunos elementos considerados importantes en su afán por borrar los recuerdos del Antiguo Régimen. El peligro, pues, continuaba, por lo que se hacía necesario un régimen de protección de estas piezas históricas.