Historia inicial

En este cuadro ("El espaldarazo"), pintado por Edmund Leighton en 1901, tienes un buen ejemplo de la visión romántica de la Edad Media, una visión nacida siglos después de esta. Una bella reina ordena caballero a un apuesto joven. Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

Un caballero de brillante armadura carga a caballo con su pesada lanza, mientras se agita el penacho del yelmo que cubre su rostro. Un greñudo vikingo con cota de malla y la cara tatuada corre contra el enemigo enarbolando un hacha. Una orden misteriosa custodia el secreto de una magia poderosa, que bajo ningún concepto debe caer en malas manos. Una princesa secuestrada en una torre logra escapar y afronta su destino como una guerrera acompañada de extraños compañeros de viaje. Espadas, caballos, escudos, lanzas, honor, violencia...

Sin duda, en nuestra cultura occidental la fantasía se pinta con los colores de la Edad Media. En una época en la que la tecnología parece dominarlo todo y en que todo parece muy complicado, la Edad Media y sus leyendas nos ofrecen la imagen de un mundo simple y salvaje, tanto para lo bueno como para lo malo. Un mundo en el que uno puede imaginarse Europa llena de bosques. En el que el peligro es constante pero también lo es la aventura. En el que la miseria y la opresión son una permanente amenaza, pero donde una persona puede decidir su propio destino armada de una espada y de su valor. Un mundo en el que todo está por hacer. La Edad Media aparece como lo que no somos: guerreros frente a soldados; habilidad frente a tecnología; sabiduría frente a ciencia; campo frente a ciudad; naturaleza frente a industria...¡y mucha mugre!

La realidad es posiblemente menos vistosa, pero mucho más interesante. Porque la Edad Media es desde luego el origen de ese montón de leyendas e historias de las que se alimentan nuestras novelas, nuestras películas y nuestros juegos de ordenador. Pero es mucho más. Te voy a poner varios ejemplos:

• Aunque nuestro idioma viene del latín, fue en la Edad Media cuando se desarrolló, distinguiéndose de las restantes lenguas romances. Y no olvidemos la cantidad de palabras árabes que empleamos, incluido el nombre de Andalucía.
• Aunque la Edad Media empezó con el derrumbe de las organizaciones políticas, la mayoría de los estados actuales tienen su origen en la Edad Media.
• Aunque la Edad Media empezó con el hundimiento de las ciudades, la mayoría de las ciudades actuales proceden de la Edad Media (si bien es verdad, que esta afirmación sirve más para el norte de Europa que para sitios como Andalucía).
• Aunque la democracia nació en Grecia, nuestro concepto de democracia representativa, que es muy diferente del griego, no se entendería sin el paso por la Edad Media. Nuestras Cortes, por ejemplo, nacieron en la Edad Media.
• Aunque la Edad Media supuso al comienzo una catástrofe para la cultura, las universidades nacieron en la Edad Media.

Y mira a tu alrededor: catedrales e iglesias cristianas, murallas, callejuelas estrechas y retorcidas, torres que son antiguos minaretes musulmanes... Una parte principal de nuestro patrimonio viene de la Edad Media. Más concretamente, viene de las dos Edades Medias que vivió España, y muy particularmente Andalucía, la cristiana y la musulmana. Si no has salido mucho de Andalucía a lo mejor no comprendes del todo por qué tantos turistas vienen aquí desde los lugares más alejados del mundo. Y es que en pocos sitios como aquí puedes ver esa convivencia de dos mundos: el mundo medieval cristiano y el mundo medieval musulmán.

El barrio del Albaicín de Granada es uno de los mejores testimonios de la herencia musulmana en nuestras ciudades. Imagen de Xavi en Flickr. Licencia CC BY-NC-ND.