2.3.. Otra forma de historicismo: los neos

Eclecticismo. Iglesia de San Agustín.  París. 1870. Imagen en Wikipedia. Dominio público

Pero el neogótico no será el único estilo asociado a una relectura de lenguajes anteriores. En realidad, la segunda mitad del siglo XIX se convierte en una mezcla de neos en la que los artistas mezclan a su libre albedrío los elementos que más interesantes les resultan. De ahí que aparezca, por ejemplo, el neomudéjar en España, como reivindicación de este estilo puramente nacional. También hay usos libres de lenguajes orientales, como el Palacio Real de Brighton, con una referencia algo lejana a la India, o esa adaptación libremente bizantina del Sacré Coeur parisino.

Esta mezcla de estilos neos con lenguajes contemporáneos como el uso del hierro, del cemento o por su carácter funcional, en ocasiones se concretaba en un mismo edificio, hablamos entonces de arquitectura ecléctica, que podemos ver en ejemplos como la Ópera de Paris, de Garnier, con un lenguaje en el que mezcla elementos barrocos y renacentistas, mezclados con elementos decorativos en hierro.

Pabellón Real de Brighton. John Nash. 1818. Imagen de Xgkp en Wikimedia. Lic. GNU

Brighton, una menuda ciudad situada en la costa atlántica de Inglaterra, fue durante el siglo XIX uno de los grandes reclamos turísticos para la burguesía adinerada británica, de ahí que muchas de sus construcciones daten de aquel momento. 

Quizá la obra más conocida es el Pabellón Real uno de los vivos ejemplos de lo que supone la arquitectura ecléctica: esa mezcla de lenguaje de estilos no locales, no propios, con material novedoso, pero con un regusto arcaico y hasta kistch importante. John Nash diseña aquí un edificio de cierta influencia india, acorde con esa joya de la corona que la corona británica acaba de sumar a su incipiente imperio.

La mezcla del lenguaje oriental con los remates bulbosos casi tiene más relación con la arquitectura ortodoxa que con la puramente india, del mismo modo que los arcos túmidos son herederos del arte islámico, especialmente por ese remate al estilo “paños de sebka”.

A esto hay que sumarle el uso de columnas de hierro, algo mucho más relacionado con los inventos del momento, que muestran este gusto por la mezcla, por lo ecléctico.

En cualquier caso, no dejamos de ver un palacio de líneas horizontales, de intensa decoración y con claros referentes orientales.

París seguirá siendo durante años el centro artístico y de referencia arquitectónico por excelencia. Allí, desarrolla una parte importante de su obra el arquitecto parisino Charles Garnier.  Su obra evoluciona desde el eclecticismo más pasivo a un protorracionalismo que pondrá los primeros escalones para la modernidad constructiva en Europa.

Aquí estamos viendo su primera obra importante: la Ópera de París, que Garnier diseña en 1875 respetando los cánones del eclecticismo, es decir, mezclando modelos estéticos de raíz clásica en el que predomina el neobarroco. En realidad su modelo estético no está lejos de lo que Le Nôtre diseñó en Versalles 200 años antes, ni en su exterior ni en su interior. Afortunadamente, Marc Chagall le dotó de un toque de contemporaneidad que no tenía decorando de forma maravillosa el interior de la cúpula.

Exterior de la Ópera de París. Charles Garnier. 1875 Imagen de Peter Rivera en Wikipedia. Lic. CC	Interior Ópera de Garnier. 1875. imagen de Niabot en Wiklipedia. Lic. GNU