1.1. La escultura cinética. Calder

El arte cinético es todo el arte que introduce la cuarta dimensión en las creaciones plásticas, es decir, además de alto, ancho y profundo, está presente  el movimiento. El término cinético hace referencia a la rama de la mecánica que investiga las relaciones que existen entre el movimiento de los cuerpos y las fuerzas que actúan sobre ellos para que se muevan. Esto de introducir el movimiento en el arte no es algo exclusivo de los años sesenta ni del artista más importante de esta corriente, Calder, sino que ya en las primeras vanguardias hubo muchos artistas que comenzaron a investigar con las posibilidades plásticas del movimiento. Tenemos que recordar a los artistas del Futurismo, tan obsesionados como estaban con las máquinas, los automóviles y todo aquello que fuera moderno y se moviera rápidamente. A los escultores del Constructivismo, especialmente a Moholy-Nagy, y algunas obras del gran Marcel Duchamp, como sus ready made y sus rotorrelieves, unos discos de cartón con dibujos litografiados que se colocaban en un tocadiscos y que al girar daban la impresión de generar imágenes en movimiento y con una gran profundidad.

Móvil de Calder Imagen de S. Mollerus en Flickr bajo Licencia CC

Otro móvil de Calder  Imagen de N. Borror en Flickr bajo Licencia CC

Pues bien, todas estas influencias las recoge uno de los escultores más importantes de la historia, el norteamericano Alexander Calder (1898-1976). El mayor escultor cinético estudió primero ingeniería mecánica para proseguir con sus estudios de arte allá por 1923, mudándose a París en 1926 donde entablará amistad con los artistas Hans Arp, Miró y Mondrian, que influyeron notablemente en su obra. A su llegada a la capital francesa comienza a experimentar con materiales encontrados y con alambres, destacando su serie denominada Circo, con temas del mundo circense  donde ya aparecen elementos que se mueven. En 1930 su obra da un importante giro tras visitar el estudio de su amigo Mondrian. A partir de entonces Calder usará solo formas abstractas y colores primarios, como hace su adorado amigo. Comienza a crear sus famosos Mobiles como los bautizó Duchamp, esculturas ligeras de alambre de las que cuelgan finas chapas de latón pintadas de blanco, negro y rojo y que se accionan por el viento o al tocarlas suavemente. Estos móviles causaron furor en su época y supusieron una gran innovación estética al introducir el movimiento y con él la interacción del espectador con la obra de arte, todo ello con un sentido lúdico de juego que tanto gustó al público en general. Los móviles de Calder  presentan una gran variedad de tamaños y formas, desde los que móviles de pie, los que se fijan a la pared y los que cuelgan del techo. Como él mismo afirmó: del mismo modo que se pueden componer colores o formas, también se pueden componer movimientos.

Frente a sus móviles Calder creó también grandes esculturas fijas llamadas Estábiles, con formas de animales realizadas en acero y recubiertas con planchas de hierro pintadas con vivos colores, y al final de su carrera combinó ambos formatos en esculturas de gran tamaño con partes que se mueven, los llamados Mobile-stable.

Gracias al genio de Calder  la escultura deja de ser estática para adquirir nuevas cualidades como la ligereza y el movimiento, y con sus móviles consiguió lo imposible: materializar la línea del dibujo y trasladarla al espacio. Y algo todavía más difícil para cualquier artista moderno: conseguir una gran aceptación popular.  Entre otros muchos reconocimientos, ganó el primer premio de escultura de la Bienal de Venecia de 1952.