1.1. Las Guerras Médicas: Maratón y las Termópilas
El Rey Darío Tras el duro golpe dado a las poleis jonias, Darío I se decidió a castigar a aquellos que habían auxiliado a los rebeldes. En el año 492 a.C., el yerno de Darío, Mardonio, avanzó para restaurar la supremacía persa en Tracia y Macedonia, con el objetivo de destruir Eretria y Atenas. Casi lo consiguió: una tormenta le hizo perder parte de su flota y tuvo que desistir. En el año 490 a.C., los persas entraron en Europa por tercera vez. Esta vez atravesaron el Egeo directamente, ocupando todas las islas por las que pasaban. Solo respetaron Delos, isla sagrada de Apolo. Comandaban la expedición los generales Datis y Artáfrenes. La batalla de Maratón Los persas, tras una campaña de siete días, incendiaron Eretria, tomando cautivos a sus habitantes, y desembarcaron en Maratón. Unos 9000 atenienses bajo el mando de Milcíades, con la sola ayuda de 1000 hombres de Platea, se enfrentaron al numeroso ejercito persa. Contra todo pronóstico, los atenienses triunfaron. Fue una masacre para los persas: 6400 bajas. Los atenienses solo perdieron 192 hombres. Fue una considerable inyección de moral para los helenos, que erigieron monumentos conmemorativos en Maratón y Delfos. La tradición dice que Filípides, joven soldado ateniense, al acabar la batalla, corrió sin descansar los 40 Km que separan Maratón de Atenas y, al llegar a la ciudad, solo tuvo tiempo de gritar: “¡Hemos vencido!” y cayó muerto por el esfuerzo. Curiosamente, Milcíades fue exiliado. El nuevo líder político, Temístocles, invirtió una buena parte del presupuesto ateniense en la construcción de naves y en el puerto de El Pireo.
La batalla de las Termópilas Darío murió en el 486 a.C. Le sucedió su hijo Jerjes, quien habría de encargarse de la venganza por la derrota de Maratón. Era ya el año 481 a.C.: Jerjes preparó la expedición personalmente. Fue un despliegue espectacular: en primer lugar, era necesario cruzar el Helesponto. Para lograrlo, mandó construir dos puentes uniendo una larga serie de barcos con cables de papiro y esparto. Tras pasar el puente, las tropas avanzaron unidas hacia Macedonia. El número de sus tropas era inmenso: unos 200000 soldados y 10000 a caballo. La flota podía constar de unos 1000 navíos. El mayor contingente militar visto hasta la fecha. Cuando se conoció el avance persa y los enormes preparativos de Jerjes para invadir sus territorios, las poleis griegas que decidieron resistir se unieron en una primera confederación, la Liga Helénica. Lograron reunir un ejército de 10000 griegos y una flota importante, bajo las órdenes de Esparta. La Liga debatió entonces cuál sería el mejor punto para establecer la defensa. Se eligió el desfiladero de las Termópilas, paso reducido y estrecho, muy ventajoso para la resistencia griega. 8000 hombres bajo el mando del rey Leónidas de Esparta tomaron posición sobre el desfiladero. De ellos, los únicos espartanos eran los 300 hombres que constituían la guardia personal del rey. El resto eran soldados del Peloponeso y la Grecia Central. La defensa de las Termópilas duró tres días. Los persas confiaban en vencer por su aplastante superioridad numérica, pero la estrechez del paso igualaba las vanguardias. Jerjes envió en principio unos 20000 hombres, que tuvieron que retirarse con grandes pérdidas. Entonces envió a su mejor tropa, Los Inmortales. Pero los lacedemonios los rechazaban una y otra vez. Al final del segundo día se presentó ante los persas un lugareño llamado Efialtes, que se ofreció a guiarlos por una ruta entre las montañas que los llevaría a la retaguardia de las tropas griegas. Leónidas fue prevenido, pero aún así decidió quedarse en el paso y seguir resistiendo. Con él y sus 300 permanecieron algunos beocios, 400 tebanos y 700 hoplitas de Tespis. El cuerpo principal del ejército se retiró. El último combate fue el más encarnizado. Los guerreros griegos lucharon con sus lanzas hasta que se quebraron. Luego pasaron a las espadas cortas, a las manos... Lucharon hasta la muerte. Según Herodoto, Leónidas y los suyos costaron a Jerjes unos 20000 hombres. Fueron enterrados en el mismo lugar donde cayeron, y en ese mismo lugar se levantó un monumento. Su epitafio, compuesto por Simónides, fue escueto: Viajero, cuenta a los lacedemonios El camino hacia Atenas quedaba expedito para el ejército de Jerjes. Temístocles ordenó evacuar Atenas y trasladó a los habitantes, junto con la flota, a Egina, Trecén y Salamina.
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Objetivos
Los hoplitas (de ὁπλίτης, derivado de ὅπλον, "arma") eran soldados de infantería que combatían formando un parapeto con sus escudos, que sostenían con un asa cerca del borde y una sujeción para el antebrazo. Ese escudo era la pieza más importante de su armamento. Pesaba unos ocho Kg, por tanto, no resultaba pesado ni obstaculizaba ningún tipo de movimiento. Generalmente decoraban la cara exterior de los escudos con pinturas o trozos de láminas de bronce recortadas. Sus grandes dimensiones permitían proteger la parte izquierda del cuerpo, y el lado derecho del compañero de fila, que quedaba al descubierto, por ser la mano derecha donde se lleva el arma. Esto proporcionaba confianza y seguridad a los soldados. En cambio, el aspecto de la formación de hoplitas tenía por fuerza que impresionar al enemigo, que veía solo una gigantesca muralla de escudos y lanzas.
La otra ventaja de este tipo de escudo era su rendimiento táctico. Los hoplitas atacaban con una formación de filas y columnas. Cuanto más densa era la formación, más fuerte era el impacto. El escudo se utilizaba para empujar mientras con la mano derecha se manejaba la lanza o la espada. El casco también era importante: al principio los cascos eran pesados y cubrían el rostro casi por completo, pero poco a poco se fueron aligerando. Tampoco podía faltar la lanza ni la espada en el equipamiento. Las grebas (espinilleras) completaban el equipamiento, que podía incluir también una coraza. Los hoplitas espartanos, duramente entrenados desde pequeños en la disciplina militar, eran guerreros temibles. Los niños en Esparta permanecían en su casa hasta los siete años. Entonces el Estado se hacía cargo de ellos para educarlos en comunidad (la ἀγωγή). El adorno más característico de su escudo, esa especie de V invertida, no es más que una lambda (Λ), inicial de Lacedemonia, nombre tradicional de la región espartana. |

Caso de estudio
Describe la escena:
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