1.1. Recursos tradicionales
Se consideran recursos tradicionales aquellos que han sido utilizados como medios didácticos en el campo de la enseñanza de forma habitual en los últimos decenios, demostrando en este tiempo su valía para ilustrar y completar las explicaciones que el docente o formador daba a su alumnado. Dentro de ellos destacan la pizarra, el papelógrafo, el retroproyector y los medios impresos (apuntes, posters y láminas).
Importante
Los recursos tradicionales son perfectamente válidos; por el hecho de haber sido habituales en los últimos decenios no pierden valor como medios didácticos.
1.1.1. La pizarra

Pizarra.
Imagen de elaboración propia
La pizarra es el recurso didáctico más antiguo, hasta el punto de que cualquier sala que contenga una de ellas suele identificarse como un aula docente. Su larga tradición en el ámbito de la formación la hace casi imprescindible y cualquier persona sabe cómo utilizarla. Sin embargo, para obtener un adecuado rendimiento de la misma y que sea un medio facilitador del aprendizaje debe ser utilizada basándose en unos principios. En caso contrario, puede incluso convertirse en un medio que imposibilite o dificulte la comprensión de los contenidos por parte del alumnado.
Los principios básicos a seguir en la utilización de la pizarra son los siguientes (Llorente, 1983):
- Estructuración: dividir la pizarra en varias zonas, comenzar a escribir por la parte superior izquierda y terminar por la inferior derecha de cada una de estas zonas. Así facilitamos la lectura, al no ser renglones largos, y podremos borrar por partes de forma selectiva.
- Legibilidad: son factores fundamentales la claridad de la letra, el tamaño adecuado de la misma y la intensidad del trazo. Una buena idea al respecto es utilizar las mayúsculas, sobre todo si nuestra letra no es muy legible. En cuanto al tamaño, destacar que este debe aumentar conforme mayor sea el aula y el número de alumnos y alumnas.
- Borrado: es fundamental comenzar a escribir sobre una superficie limpia, en la que no haya restos de explicaciones precedentes, pues dificultaría la comprensión y provocaría confusión.
- Colocación: la pizarra se utiliza a la vez que se explica, por lo que es fundamental no entorpecer la visión del alumnado, o al menos hacerlo durante el mínimo tiempo posible.
- Iluminación: que la pizarra esté adecuadamente iluminada es fundamental, pues en ella centrará su atención el alumnado. En relación con esto es muy importante evitar los reflejos originados por la luz natural que entra por ventanas y puertas, siendo ideales para eliminarlos las pizarras que cuentan con iluminación propia en su parte superior.
1.1.2. El papelógrafo

Papelógrafo.
Imagen de elaboración propia
El papelógrafo, también conocido como multiplán o rotafolio, es un recurso didáctico poco común. A diferencia de la pizarra, no es reutilizable, por lo que deben dejarse algunas hojas en blanco entre cada bloque de contenidos, pues pueden requerirse hojas complementarias para explicar adecuadamente cada uno de estos bloques.
Por sus dimensiones es idóneo para grupos pequeños y explicaciones que no requieran de muchos gráficos e imágenes. Por ejemplo, es idóneo para destacar conceptos clave, fechas, referencias bibliográficas y esquemas básicos. Sin embargo, suele entorpecer la comprensión de contenidos que requieren varios gráficos, fórmulas matemáticas o, simplemente, un texto escrito de extensión superior a veinte palabras.
Figura 2. Papelógrafo (elaboración propia).
Como ventaja tenemos que destacar la cercanía que proporciona con el alumnado, mientras que la pizarra suele imponer bastante más. De hecho es idóneo para trabajar en grupos, donde las opiniones e ideas del alumnado son muy relevantes y el formador busca que sean ellos los que activamente intervengan en el proceso de enseñanza-aprendizaje, no siendo meros receptores de las explicaciones que este pueda darles.
La otra gran ventaja es que puede traerse preparado, de forma que no perdemos tiempo en escribir y, además, podemos esmerarnos en que la letra sea claramente legible y los conceptos básicos estén adecuadamente destacados.
1.1.3. El retroproyector

Retroproyector.
Imagen de elaboración propia
Como variación del tradicional proyector de diapositivas está el denominado retroproyector. Este aparato permite proyectar transparencias en una pantalla que normalmente debe ser lisa y blanca, para evitar reflejos y otros problemas en la visualización por parte del alumnado. Un error muy común es proyectar sobre la pizarra, que al ser una superficie brillante crea muchos reflejos, lo que dificulta la visualización de las transparencias.
El retroproyector permite al formador mirar siempre a su alumnado, a diferencia de la pizarra y el papelógrafo, pues mientras se escribe en ellos es usual que el profesor dé la espalda al público. Otras ventajas destacables son, por un lado, que el retroproyector permite hacer indicaciones directas sobre el original y, por otro lado, que mediante su encendido y apagado el formador puede centrar la atención en él o en las transparencias. Además, posibilita que el formador desvele la información de una diapositiva de forma progresiva, según le convenga en función de la explicación que esté impartiendo.
En cuanto a sus principales inconvenientes, Chacón (2003) destaca dos. El primero, que la letra del formador sea ilegible o que utilice abreviaturas o signos de difícil comprensión para el alumnado. El segundo, y posiblemente el más importante, es el hecho de que el alumnado suele prestar toda su atención a copiar el contenido de las transparencias y no atiende a las explicaciones.
1.1.4. Medios impresos: apuntes, láminas, pósteres
Los apuntes son recursos didácticos de gran utilidad; se trata de texto escrito donde se explican los contenidos de la materia en cuestión. Son enormemente útiles, sobre todo si se facilitan al alumnado antes de las clases, pues así no tendrá que perder tiempo y atención en copiar el contenido de pizarras, diapositivas o transparencias, ya que lo esencial lo tendrá en los apuntes.
Sin embargo también pueden ser un problema, pues el alumnado sabe que tiene la información esencial y eso puede repercutir en su interés por las clases. Como solución a ello es frecuente facilitar apuntes que contengan información esencial pero no completa, de forma que sea preciso complementar esos apuntes con algunos datos y explicaciones que se imparten en clase por parte del formador. De esa forma mantendremos la atención del alumnado, pero no le obligamos a estar exclusivamente pendiente de apuntar todo lo que aparece en la pizarra, en las diapositivas o en las transparencias.
La elaboración de unos apuntes apropiados requiere seguir unos principios básicos (Bravo, 2003):
- Establecer al principio los objetivos que perseguimos.
- Presentar un esquema de los contenidos que vamos a tratar.
- Las ideas deben aparecer con un orden lógico y bien estructurado. Es importante que las ideas clave las expliquemos con mayor detenimiento.
- Debemos destacar los términos, objetivos, ideas o fechas clave, bien en negrita o con subrayado.
- Es fundamental que cuidemos la ortografía y utilicemos frases cortas y directas. Las frases excesivamente largas son más difíciles de comprender.
- El texto debe estar a ordenador, para evitar problemas en la comprensión de la escritura por parte del alumnado.
- Antes de presentarlos al alumnado es ideal que los lea y valore una persona ajena, con objeto de que juzgue si se entienden con facilidad y responden a los objetivos planteados.
En relación a las láminas y los pósteres, tenemos que destacar que en ellos tiene que representarse la esencia de una idea, concepto o tema. Es decir, no tenemos que exponer todos los datos propios de un tema, pues perdería claridad y se convertiría en algo caótico y confuso.
Elaborar una lámina o un póster es un proceso de filtración y depuración de ideas, donde se organiza y presenta de forma clara y eficaz la información básica que el alumnado debe asimilar sobre el tema que estamos tratando.
Los principios básicos que debemos tener presentes en la elaboración de este tipo de recursos didácticos son los siguientes (Bravo, 2003):
- Distribución del contenido en cuadros y columnas.
- Los contenidos fundamentales deben ir en el centro y estar destacados con colores.
- Los textos deben ser breves, explícitos, mutuamente excluyentes y ordenados lógicamente.
1.1.5. Libros de texto
El libro de texto constituye, junto a la pizarra, el recurso tradicional más conocido y aceptado. Sin duda, es una herramienta cómoda, tanto para el alumnado como para el profesorado. En el primer caso porque pone a su disposición todo el contenido, organizado y presentado de forma eficiente e, incluso, motivante. En el segundo caso porque estos libros suelen incluir la programación que debe seguir el docente, por tanto, éste solo debe seguir la guía que ya le marca el texto. Pero esa comodidad es precisamente su principal inconveniente, pues en un libro de texto nos están diciendo lo que debe enseñarse, lo que debe aprenderse y cómo hacer todo ello. Por tanto, quita autonomía tanto al alumnado como al profesorado.
Lo expuesto anteriormente no debe entenderse como una oposición absoluta a los libros de texto, sino como una reflexión que debemos tener presente como futuros formadores, con el fin de mantener no sólo nuestra autonomía, sino también el de poder desarrollar nuestra labor con cierta originalidad y, lo que es más importante, habiendo reflexionado acerca de lo que enseñamos, cómo lo enseñamos y por qué lo enseñamos. Por supuesto, desde esta perspectiva los libros de texto tienen cabida, pero siempre como recursos no como guías únicas y exclusivas en torno a la enseñanza.