1. Horacio

LA VIDA

Retrato ideal de Horacio

Anton von Werner: Quinto Horacio Flaco
Imagen en Wikimedia. Dominio público

Quinto Horacio Flaco nació el año 65 a.n.e. en Venusia, localidad entre Lucania y Apulia (sur de Italia). Su padre fue un liberto, recaudador de impuestos, que poseyó recursos económicos suficientes para dar a su hijo una esmerada educación, semejante a la de los jóvenes de la aristocracia. Horacio hizo sus primeros estudios en Roma, adonde le acompañó su padre, del que heredó su sentido común. Consiguió también costear a su hijo el acostumbrado viaje a Atenas, que los jóvenes de familias acomodadas solían hacer para perfeccionar sus conocimientos sobre oratoria, retórica o filosofía. Estando Horacio aún en Grecia, César fue asesinado en Roma por los republicanos. Llevado por los ideales de libertad frente a la dictadura implantada por César, Horacio se alistó en el ejército republicano de Bruto y participó en la definitiva batalla de Filipos (año 42 a.n.e.), donde los suyos fueron derrotados por las tropas de Octavio Augusto, con el que se iniciará un nuevo orden político: el Imperio.

De regreso a Roma, Horacio debía buscarse la vida y logró un puesto de escribano junto a un cuestor. A esos momentos de desencanto y pesimismo corresponden sus primeros escritos, "Épodos" y "Sátiras" (publicados entre el 40 y 30 a.n.e.) que, aun siendo de géneros diferentes, presentan una crítica de la época entre irónica, desenfadada y mordaz.

Estas primeras composiciones le granjearon el reconocimiento del público intelectual del momento y, a través de su amigo, el poeta Virgilio, entró a formar parte del círculo de Mecenas, consejero de Augusto y protector de las artes. Éste le regaló una finca en la Sabina, junto a Tíbur (actual Tívoli). A partir de ese momento, la vida de Horacio cambió: las rentas de la finca le permitieron vivir plácidamente, sin preocupaciones y alejado de la capital. La mayor parte de su vida la pasó en esta finca con algunas salidas, muy a su pesar, hacia la ajetreada y ruidosa ciudad de Roma.

A esta nueva etapa de su vida, dedicada prácticamente a la composición literaria, pertenece su gran obra lírica: Odas. Alrededor del año 23 a.n.e. publica los tres primeros libros y con posterioridad el libro IV. Entre medias compuso su obra  Epístolas con la que elevó a la categoría literaria un género nuevo en la literatura latina: la epístola poética. Son dos libros con un total de 23 cartas dedicadas a amigos, en su mayoría de contenido filosófico-moral; pero la más destacada, La epístola a los Pisones, también conocida como Arte poética, es un verdadero tratado literario, donde Horacio expone sus reflexiones sobre la composición poética (el estilo, los géneros, la técnica de una obra literaria, su valor social, etc.).

Su amistad con Mecenas le puso en contacto con Augusto, que admiró sus odas. Incluso quiso hacerlo su secretario particular, pero Horacio rechazó el cargo. En el año 17 a.n.e., Augusto dispuso que se celebraran en Roma los Ludi saeculares (fiestas que se hacían cada siglo para pedir a los dioses protección para la ciudad) y encargó a Horacio componer un cántico para ser entonado por un coro de muchachos y muchachas. Su última publicación fue el libro IV de las Odas.

Horacio, que no gozó nunca de una salud demasiado buena, se vio aquejado de una enfermedad que acabó con su vida en poco tiempo. Murió en el 8 a.n.e., a sus 57 años. Su amigo y benefactor Mecenas había muerto meses antes y fue enterrado cerca de él en el monte Esquilino.

En un jardín Horacio lee ante Mecenas

Fyodor Andreyevich Bronnikov: Horacio lee ante Mecenas
Imagen en Wikimedia. Dominio público

 

SU OBRA LÍRICA

Dentro de la producción literaria de Horacio, pertenecen al género lírico los Épodos, las Odas y el Carmen Saeculare.

  • Los Épodos fueron originariamente llamados Iambi, pues imitaban el estilo, temática y métrica de los antiguos poetas griegos que cultivaron el género yámbico, en especial Arquíloco. Posteriormente, los gramáticos dieron el nombre de Épodos a la colección, pues a un verso más largo seguía normalmente uno más breve. Son 17 composiciones de tema variado, en las que Horacio ya caricaturiza a personajes tipos de su época (poetas, hechiceras, avaros), ya crítica aspectos de la vida cotidiana, ya trata el tema del banquete y el vino. El épodo más conocido es el que comienza con las famosas palabras "Beatus ille", en el que Horacio alaba la vida tranquila del campo frente a la ajetreada vida de la ciudad. Lo curioso es que en los últimos versos se pone de manifiesto que paradójicamente este elogio está puesto en boca de un usurero, que está deseando que le paguen sus deudores para continuar con sus ganancias. Este poema fue imitado en época renacentista por Fray Luis de León en su Oda a la vida retirada.

Aquí tienes un extracto del poema de Horacio:

Beatus ille qui procul negotiis

ut prisca gens mortalium,

paterna rura bobus exercet suis

solutus omne faenore,

neque excitatur classico miles truci

neque horret iratum mare

forumque vitat et superba civium

potentiorum limina [...]

Vel cum decorum mitibus pomis caput

Autumnus agris extulit,

ut gaudet insitiva decerpens pira

certantem et uvam purpurae. [...]

quodsi pudica mulier in partem iuvet

domum atque dulcis liberos [...]

sacrum vestustis exstruat lignis focum

lassi sub adventum viri


claudensque textis cratibus laetum pecus

distenta siccet ubera

et horna dulci vina promens dolio

dapes inemptas adparet [..]

has inter epulas ut iuvat pastas ovis

videre properantis domum,

videre fessos vomerem inversum boves

collo trahentis languido,

positosque vernas, ditis examen domus,

circum renidentis Lares!

haec ubi locutus faenerator Alfius,

iam iam futurus rusticus,

omnem redegit idibus pecuniam

quaerit kalendis ponere.

 

Horacio, Epodos I, 2

 del que te ofrecemos una traducción de V. Cristóbal López y la traducción que hizo Fray Luis de León.

Traducción de V. Cristóbal López

Traducción de Fray Luis de León

Dichoso aquel que, lejos de las ocupaciones,

como la primitiva raza de los mortales,

labra los campos heredados de sus padres

con sus propios bueyes, libre de toda usura

y no se despierta, como el soldado,

al oír la sanguinaria trompeta de guerra

ni se asusta ante las iras del mar,

manteniéndose lejos del foro y de los umbrales

soberbios de los ciudadanos poderosos [...]

O bien, cuando Otoño ha levantado por los campos

su cabeza engalanada de frutos maduros,

¡cómo goza recolectando las peras injertadas

y vendimiando la uva que compite con la púrpura! [...]

Y si, por otra parte, una mujer casta cumpliendo

con su oficio, atiende la casa y a los hijos queridos,[...]

enciende el fuego sagrado del hogar con leños secos

un poco antes de que llegue su fatigado esposo

y, encerrando la bien nutrida grey en la empalizada del redil,

deja enjutas sus ubres repletas;

y, sacado vino del año de la dulce tinaja,

prepara manjares no comprados, [...]

Entre estos majares, ¡qué gusto da contemplar las ovejas

que vuelven rápidas al aprisco después del pasto,

contemplar los bueyes cansados arrastrando

con su cuello lánguido el arado vuelto al revés

y los esclavos, enjambre de la fecunda casa,

colocados junto a los Lares relucientes!

Cuando el usurero Alfio hubo así discurseado,

dispuesto a convertirse de inmediato en labrador,

recogió en los Idus1 todo su dinero

decidido a renovar sus préstamos en las Calendas2

 

 

Nota1 y 2: Los Idus y las Calendas son fechas del calendario romano

equivalente a mediados de mes y primeros de mes respectivamente.

Dichoso el que de pleitos alejado

cual los del tiempo antiguo,

labra sus heredades, no obligado

al logrero enemigo.

Ni las armas en los reales le despierta,

ni tiembla en la mar brava;

huye la plaza y la soberbia puerta

de la ambición esclava. [...]

Pues cuando el padre Otoño muestra fuera

la su frente galana,

con cuánto gozo coge la alta pera,

las uvas como grana. [...]

¿Pues qué, si la mujer honesta atiende

los hijos y la casa? [...]

y ya que viene el amo enciende apriesa

la leña no mojada.

Y ataja entre los zarzos los ganados,

y los ordeña luego;

y pone mil manjares no comprados,

y el vino como fuego. [...]

y mientras como ver, ver corriendo

cuál las ovejas vienen;

ver del arar los bueyes que volviendo

apenas se sostienen;

ver de esclavillos el hogar cercado,

enjambre de riqueza.

Ansí, dispuesto un cambio, ya al arado

loaba y la pobreza:

ayer puso a sus ditas todas cobro,

más hoy ya torna al logro.

 


 

Si quieres escuchar la recreación que hace Fray Luis de León del "Beatus ille" en su Oda a la vida retirada pulsa aquí

 

  • Las Odas fueron denominadas por Horacio Carmina (canciones). Componen un total de cuatro libros (el IV publicado mucho después que los tres primeros) con un total de 103 odas. Con ellas, no sólo Horacio, sino también la lírica romana llegan a sus más altas cimas. Apartándose de los gustos de los neotéricos, sus maestros no van a ser los poetas griegos alejandrinos sino los poetas griegos arcaicos: Alceo, Safo, Anacreonte, Píndaro... Como ya había hecho Catulo, pero no de forma sistemática, Horacio introdujo y adaptó los metros griegos a la lengua latina, consiguiendo perfectas composiciones desde el punto de vista formal.

La temática de las Odas es muy variada: el amor, el paso del tiempo, los placeres de un buen banquete y un buen vino, los amigos, alabanza de personajes destacados de la vida política de Roma, himnos, etc. Analicemos algunos de estos grupos temáticos:

• Las odas de temática amorosa están dedicadas a varias mujeres, entre las que no se puede rastrear a una persona concreta ni a un amor verdadero y apasionado como el de Catulo. Muchos de los temas son tratados de forma tópica y como lugares comunes; por ejemplo el tema de los celos, la belleza femenina, el desdén, etc. En algunas su tono es delicado, en otras es más hiriente, como cuando critica a la mujer que, entrada en años, quiere competir con las jóvenes: "...Te haces vieja y, sin embargo quieres parecer hermosa y juegas y bebes sin pudor y, borracha, provocas a un Amor tardío con una canción temblorosa. Él (el Amor) pasa la noche junto a las mejillas hermosas de la joven Quía, sabia en tocar la lira. Pues, altanero, vuela dejando atrás las encinas secas y te huye porque te afean los dientes amarillentos, las arrugas y las canas. Ni los trajes de púrpura de Cos ni las valiosas gemas te devuelven ya el tiempo al que el día veloz encerró escondido en fastos conocidos." (Odas VI, 13).

 

Cuando tú Lidia, alabas

el rosado cuello de Télefo, los brazos

de Télefo, blancos como la cera, ¡ay! mi hígado

se hincha hirviendo con incómoda bilis.

Entonces ni mi pensamiento ni mi color

se mantienen en un lugar seguro y las lágrimas

corren furtivas por mis mejillas, mostrando

cuán profundamente me consumo en lento fuego.

Me abraso, tanto si peleas desmedidas, motivadas

por el vino, han afeado tus blancos hombros,

como si el joven, fuera de sí, ha marcado

con sus dientes una señal indeleble en tus labios.

Si me escuchas bien, no esperes por siempre

a aquél que te lastima bárbaramente los dulces labios

que Venus impregnó con la quintaesencia de su néctar.

Felices, por tres veces y más, aquéllos

a los que retenga un lazo irrompible y a los que

no separe, hasta el último día, un amor

que muere por las continuas riñas.

 

Horacio. Odas I, 13

Una joven romana se observa en el espeo en el atrio


J. William Godward: The Jewel Casquet (escena de atrio)
Imagen en Wikimedia. Dominio público

 

• Las odas de temática filosófico-moral forman el grupo más destacado de su poesía y el que ejerció más influencia en la literatura posterior. Aunque en algunas se presentan ideas estoicas, predomina la filosofía epicúrea que practicaba el autor. En ellas encontramos los tópicos que se harán eternos en la literatura de todos los tiempos: la vida es corta, el tiempo pasa rápidamente (tempus fugit /fugit irreparabile tempus) y la muerte ataca por igual a todos (mors omnes aequat), por lo que es necesario disfrutar del momento presente, del día a día (carpe diem), con los placeres cotidianos que ofrece la vida; Horacio considera que hay que huir de las riquezas y ambiciones desmesuradas, que solo traen preocupaciones y angustias, y que es necesario contentarse con lo suficiente y necesario, una "dorada medianía" (aurea mediocritas) donde se encuentra la felicidad.

Aquí tienes la oda 11 del libro I en la que Horacio se dirige a Leuconoe, mujer que cree en la astrología, para decirle que no se preocupe del futuro y disfrute de su juventud (carpe diem): "No busques el final que a mí o a ti nos tienen reservados los hados (es sacrilegio saberlo), oh Leuconoe, ni te dediques a calcular los números babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede que Júpiter te conceda varios inviernos o puede que éste, que ahora deshace el mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último. Mas tú has de ser sabia: filtra el vino y adapta tus largas esperanzas al breve momento de la vida. Mientras hablamos, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa. ¡Aprovecha el día y concede mínimo crédito al mañana!"

 

Horacio, Odas I 11: Carpe diem
Vídeo de rbngrafico en Youtube

O esta otra donde aúna todos los tópicos mencionados: le da indicaciones a Delio de que es necesario mantener la serenidad tanto en los momentos felices como en los desgraciados (aurea mediocritas), pues nuestro destino es morir; por ello hay que disfrutar de la vida (carpe diem); la muerte, que llega por igual a ricos y pobres (mors omnes aequat), no nos permitirá llevarnos nuestras riquezas.

 

Acuérdate de mantener serena la mente

en los momentos difíciles, así como sosegada

y lejos de la alegría desbordante en los favorables,

porque, Delio, estás destinado a morir,

tanto si has pasado tristemente toda tu vida,

como si, recostado en alejadas praderas

en los días festivos te has sentido feliz

con el Falerno1 guardado largamente en la bodega.

Donde se deleita el enorme pino y el álamo blanco

en entrelazar a sus ramas una sombra hospitalaria,

¿Por qué el agua fugaz corre

rápida en el arroyo serpenteante?

Aquí, manda traer el vino, los perfumes y las flores,

excesivamente efímeras, del agradable rosal,

mientras la situación, la edad y los negros hilos

de las tres hermanas2 lo permitan.

 

Y te irás de los jardines que compraste y de tu casa

y de tu villa que baña el dorado Tíber;

te irás y un heredero se apoderará

de las riquezas amontonadas.

Nada importa: tanto si eres rico, nacido del linaje del viejo Inaco3,

como si eres pobre, del linaje más humilde, no te demorarás

bajo el cielo, víctima del Orco4 que no se compadece de nada.

Todos somos empujados al mismo sitio y se agita en la urna

la suerte de todos, que más temprano o más tarde ha de salir,

y ha de subirnos en la barca5 hacia el destierro eterno.

 

Odas II, 3

 

Notas:

1. Falerno es un vino muy bueno criado en la ciudad de Falerno.

2. Las tres hermanas son las Parcas, que tejen los hilos del destino de los hombres.

3. Inaco fue el primer rey de Argos.

4. Orco es una divinidad Infernal identificada con Hades.

5. La barca de Caronte que lleva las almas al mundo de los muertos.

 

• Las odas que transforman en poesía las anécdotas o sucesos cotidianos (la naturaleza, los amigos, el banquete o el vino...), como aquella en que da gracias a los dioses por haber sido salvado de morir bajo un rayo o aquella otra dedicada a la fuente Bandusia, cercana al campo de Horacio.

• Las odas que podemos denominar "romanas o patrióticas" (las seis primeras del libro III y algunas del libro IV). La paz impuesta por Augusto y la estabilidad política y social que ésta trajo, llevaron a Horacio, al igual que otros autores contemporáneos como Virgilio, a participar de los ideales de Augusto: la restauración de los viejos valores morales que habían hecho grande a la antigua Roma. Por ejemplo, podemos mencionar la oda donde elogia a Augusto, celebrando la paz conseguida y le pide que siga velando por ella.

 

Augusto

Imagen de Wikimedia. Licencia CC

¡Oh tú, nacido de la bondad de los dioses! Camafeo con la efigie de Augusto

Guardián excelente de la raza de Rómulo! [...]

Da la luz a tu patria, ¡oh buen caudillo!

Pues desde que tu rostro, como otra primavera

se ha mostrado resplandeciente ante el pueblo,

el día transcurre más agradable 

y el sol brilla  más [...]

Pues por ti, el buey seguro recorre los campos;

esos campos nutren Ceres y la bienhechora Felicidad;

sobre el mar pacificado navegan los marineros;

la confianza no teme ser quebrantada;

el casto hogar no se mancha con ningún deshonor;

las buenas costumbres y la ley acabaron con

los delitos impuros; las nuevas madres son alabadas

por unos hijos parecidos a sus padres;

el castigo persigue, como compañero, a la culpa

¿Quién temerá al Parto, a la helada Escitia,

a los que engendró la ruda Germania,

mientras César se conserve sano?

¿Quién se preocupará de la guerra contra la feroz Iberia? [...]

A tí con grandes alabanzas, a ti con vino derramado de las páteras

te acompaña y tu divinidad se mezcla con los Lares,

como Grecia recuerda a Cástor y al gran Hércules

"!Oh buen caudillo! ¡Ojalá pudieras dar

largos días de fiesta a Hesperia1", decimos

sedientos por la mañana, cuando el día está aún por empezar,

y después de beber, cuando el sol

se oculta bajo el Océano.


Horacio, Odas IV, 5

Nota 1: Hesperia es otro nombre dado a Italia.

 

  • El Carmen saeculare (o Cántico de los siglos) es un himno a los dioses concebido para ser cantado por un coro de muchachos y muchachas, como en la antigua lírica coral griega, a diferencia del resto de la poesía lírica latina, destinada a la recitación o a ser leída individualmente.

 

VALOR LITERARIO

Horacio se ha convertido en el poeta modelo de clasicismo. Como reflexiona en su Epístula a los Pisones, la obra poética es el resultado, no sólo de la inspiración del poeta, sino también de una ardua labor de lima (labor limae); el poeta se impone una exigencia continua por la perfección: el esmero por el uso de la palabra exacta para la expresión de un pensamiento, colocada en el lugar más adecuado, con una gran maestría en el uso de los metros. Sin embargo, a pesar de este cuidadoso trabajo de composición, muchas de sus odas, en especial aquellas que convierten en poesía temas y motivos cotidianos, parecen nacidas de la improvisación. Frente a Catulo o Virgilio, Horacio parece más frío y distante, sensación que puede deberse a esa misma obsesión suya por la perfección formal. Horacio considera que el poeta tiene una misión educadora y una responsabilidad social y patriótica y, consecuentemente, su poesía es como su persona: honesta, sincera, sensible, sencilla y equilibrada.

 

INFLUENCIA POSTERIOR

La influencia de Horacio no pude compararse con la de su contemporáneo y amigo Virgilio. Fue pronto estudiado en las escuelas pero su imitación en la Edad Media se circunscribe a lo puramente formal. Será el Renacimiento y el resurgir del humanismo el que, con la mirada puesta de nuevo en los clásicos grecolatinos, supo apreciar los temas y tópicos de Horacio que, a partir de entonces, inundan la poesía europea. En España son claras las influencias de Horacio en autores del Renacimiento como el Marqués de Santillana (que adaptó su Beatus ille), Garcilaso de la Vega o Fray Luis de León, que lo imitó en varios de sus poemas (a él se debe la adaptación más conocida de su Beatus ille); destacamos también la influencia en Fernando de Herrera y, ya en el Barroco, Esteban Manuel de Villegas.

Actividad de rellenar huecos

Repasa los datos biográficos de Horacio rellenando los huecos en blanco.

Horacio nació en el año a.n.e. en la ciudad de , al sur de Roma. Su padre a pesar de ser un , le dio una esmerada educación primero en y luego en . Cuando, tras el asesinato de , estalla la guerra, Horacio se alista en las tropas de , pero éstas fueron derrotadas en la batalla de por las tropas de , hijo adoptivo de César, con el que se iniciará el nuevo régimen político denominado . A su regreso a Roma consiguió un trabajo de y lo compaginó con la poesía. Con sus primeras obras, y , se dio a conocer en los círculos intelectuales de Roma y su amigo lo presentó a , ministro de Augusto para la . A partir de entonces los unirá una gran amistad y le regalará una finca en la , cuyas rentas permitieron a Horacio vivir sin preocuaciones dedicado sólo a la . Murió en el año a.n.e.

Enable JavaScript

Actividad de rellenar huecos

A continuación tienes enumeradas por orden de publicación las obras de Horacio. Completa la lista rellenando los huecos. Después menciona cuáles son composiciones del género lírico.

  1. Épodos
  2. Libros I, II, III de las (llamadas por Horacio )
  3. (Cántico de los siglos)
  4. Libro de las

Las composiciones del género lírico son: , y

Enable JavaScript

Pregunta Verdadero-Falso

Señala si son verdaderas o falsas las afirmaciones siguientes sobre la obra de Horacio.

Pregunta 1

  • La producción lírica de Horacio está influenciada por los poetas helenísticos griegos, como la de los neotéricos.

Sugerencia

Pregunta 2

  • Los Épodos fueron llamados por Horacio Iambi, pues seguían la métrica yámbica (una sílaba breve seguida de una larga) y la temática de los poetas yámbicos griegos.

Sugerencia

Pregunta 3

  • La temática de los Épodos es variada pero domina la crítica a personajes y situaciones de la época.

Sugerencia

Pregunta 4

  • Las Odas fueron llamadas por Horacio "Carmina" (Canciones) porque estaban destinadas a ser cantadas.

Sugerencia

Pregunta 5

  • Las odas de tema filosófico-moral tratan los tópicos del tempus fugit, aurea mediocritas, mors omnes aequat...

Sugerencia

Pregunta 6

  • Horacio rechaza tratar en sus odas los temas romanos que suenen a patriotismo.

Sugerencia

Pregunta 7

  • Horacio considera que la composición poética es fruto sólo de la inspiración que tenga el poeta.

Sugerencia

Actividad de lectura

A continuación te presentamos una serie de fragmentos de algunas odas de Horacio. Te pedimos que identifiques los tópicos que se tratan en ellas. Comprueba si los has reconocido.

 

 

...Disipa el frío echando leños en abundancia sobre el hogar

y saca, oh Taliarco, con más generosidad aún

un vino de cuatro años de un ánfora sabina de dos asas.

Deja lo demás al cuidado de los dioses;

tan pronto como ellos han puesto calma en los vientos

que combatían sobre la encrespada llanura del mar,

dejan de agitarse los cipreses y los vetustos olmos.

Huye de preguntarme qué va a ser del mañana y

ten como ganancia el día, cualquiera que sea el que la Fortuna te dé;

no desprecies, tú que eres joven, los dulces amores

y los bailes en corro, en tanto que la tarda vejez

se mantiene lejos de tu vigor.

Ahora debes frecuentar, a la hora prevista, la palestra

y las plazas públicas, donde se escuchan callados susurros

a la caída de la tarde; ahora, la placentera risa que delata

a tu amiga, escondida en un recóndito rincón

y la prenda arrancada a sus brazos

o a su dedo, que apenas ofrece resistencia.

Horacio. Odas I, 9 (Traducción de Vicente Cristóbal López)

Personificación de la primavera recogiendo flores

J. William Waterhouse: La primavera

Imagen de Wikimedia. Dominio público

 

 

Imagen en Wikimedia. Dominio público

 

... ¡Ay!, fugaces, Póstumo, Póstumo, se deslizan los años

y tu piedad no añadirá demora a las arrugas,

a la apremiante vejez, ni a la indomable muerte;

no amigo, ni, aunque con trescientos toros aplaques

día tras día a Plutón1, inaccesible a las lágrimas,

quien refrena al tres veces ancho Gerión2 y a Titio3

con la funesta corriente que sin remisión, habremos de cruzar

en barco todos los que nos sustentamos por regalo de a tierra,

ya seamos reyes o indigentes labradores.

Horacio. Odas  II, 14 (Traducción de Vicente Cristóbal López)

 

Notas: 1. Plutón es el nombre romano de Hades. / 2. Gerión es un monstruo de  tres cuerpos que le nacen de la cintura. Hércules lo mató. / 3. Titio fue castigado en el Hades a que un buitre le devorara el hígado.

 

[...] Un riachuelo de agua clara, un bosque de pocas yugadas

y la confianza segura en mis mieses

son un lote más afortunado que el de aquél

que relumbra por el poder sobre la fértil África,

Aunque no me regalan su miel las abejas de Calabria,

ni envejece para mí Baco1 en un ánfora lestrigonia2,

ni crecen para mí pingües ganados en las praderas de la Galia,

sin embargo, la incómoda pobreza está lejos de mí y,

si quisiera más, tú no te negarías a dármelo.

Menguando mis deseos, alargaré mis escasa rentas

mejor que si a los campos migdonios añadiera el reino de Alíates.

A los que mucho piden, mucho les falta;

bien le va a aquel al que un dios con mano parca

concedió lo que le es suficiente.

Horacio. Odas III, 16 (Traducción de Vicente Cristóbal López)

 

 

Notas: 1. Baco es una metonimia para designar el vino / 2. Se refiere a un ánfora de Formias, fundada según la leyenda por Lamo, rey de los lestrigones.

Imagen que representa una joven en un jardín en primavera

Fresco de Pompeya

Imagen de Wikimedia. Dominio público