1.1. La técnica del claroscuro
El claroscuro designa a la técnica pictórica que distribuye las zonas de luz y de sombra en la superficie bidimensional del cuadro para básicamente obtener un efecto de tridimensionalidad, de profundidad, de conseguir la tercera dimensión en una superficie que solo posee dos dimensiones.
El término proviene del italiano chiar-oscuro, fue usado por primera por el italiano Baldinucci para designar aquellas obras monocromas que destacaban las zonas de luces y sombras para resaltar el volumen y la profundidad. Baldinucci se refería en un principio a las obras pintadas según la técnica de la grisalla que pusieron de moda muchos artistas en el siglo XV. Las obras pintadas a la grisalla usaban una escala de grises monocromáticos, por lo general usaban tierras o directamente grises para buscar un efecto de relieve escultórico que imitaba la textura de la piedra. Las grisallas fueron muy usadas en los retablos, sobre todo en los reversos de las tablas que cerraban el retablo, como en el que ya conoces Retablo del Cordero Místico de los hermanos Van Eyck. También El Bosco usó la grisalla para las tablas que cierran su Jardín de las Delicias, y en general, la mayoría de los artistas renacentistas usaron la grisalla para realizar bocetos preparatorios de sus obras y hacer un estudio previo del claroscuro.
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Andrea del Sarto, El bautismo de Cristo |
Grisallas de El jardín de las delicias |
Dentro del claroscuro hay que distinguir dos grandes corrientes según el historiador del arte Wölfflin: el claroscuro lineal y el pictórico o de mancha. El claroscuro lineal otorga una gran importancia al dibujo, al contorno de las figuras y a distinguir las formas y los volúmenes del fondo, como hicieron en el Renacimiento artistas tan destacados como Leonardo y Alberto Durero; el segundo tipo de claroscuro es el que nos ocupa en esta unidad, el claroscuro de mancha, mucho más pictórico que el anterior, en donde se abandona el dibujo y la mancha define los volúmenes que se suelen fundir con el fondo, creando un efecto mucho más dinámico, teatral y dramático. Este tipo de claroscuro es el que inauguró Caravaggio a finales del siglo XVI y llevó a su máximo esplendor Rembrandt.
Si el claroscuro es el estudio de las zonas de luz y sombra, conviene saber un poco más sobre la luz, y curiosamente los primeros científicos que estudiaron en profundidad la luz eran de esta época del Barroco, como Isaac Newton. La luz es una radiación electromagnética formada por unas partículas elementales denominados fotones y que puede ser percibida por el ojo humano cuando esta radiación se encuentra en uno parámetros determinados, lo que se conoce como luz o espectro visible. Se distinguen dos tipos fundamentales de iluminación: la luz natural que proviene del Sol y la luz artificial que proviene de otras fuentes como las lámparas, el fuego o la combustión de distintos materiales. Los pintores barrocos usarán indistintamente ambos tipos de luz pero los tenebristas preferirán las luces artificiales provenientes de lámparas de aceite y de velas, pues producen un mayor contraste y efecto dramático. La luz posee unas propiedades específicas entre las que cabe destacar las siguientes:
- Se propaga en línea recta y en todas las direcciones a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo.
- La reflexión es un cambio en la dirección de la luz, siendo este cambio unidireccional cuando la superficie está muy pulida, o se trata de un espejo o agua. Según el material, tendremos superficies que reflejan mucho la luz, como los metales, o bien otros materiales que reflejan poca luz, como la madera o las telas. Esto lo sabían los pintores barrocos cuando pintaban sus realistas bodegones al imitar la textura de las distintas superficies.
- La refracción es un cambio de la dirección y la velocidad de la luz al atravesar superficies con distinta densidad, que produce entre otros el efecto de que un lápiz está roto si lo metemos dentro de un vaso con agua.
El siguiente bodegón del artista español Zurbarán es un buen ejemplo de cómo los pintores barrocos conocían los procesos de reflexión de la luz. Fíjate cómo la luz se refleja de una manera en el plato metálico y de otra bien distinta en la superficie rugosa de las naranjas.
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Zurbarán, Bodegón con limones, naranjas y una rosa, 1633 |
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Artemisa Gentilsechi, Judith y su criada, 1625 |
Además de estas propiedades y de distinguir entre luz natural ( con una gama de color que varía según la estación y la hora del día como muy bien supieron captar los pintores impresionistas del siglo XIX) y la luz artificial que podemos controlar y situar donde queramos, hay que conocer las distintas claves tonales que la luz nos proporciona.
Por clave tonal entendemos el nivel de claridad o luminosidad y de contraste entre las luces y las sombras de una obra de arte. Existen básicamente tres claves tonales: la clave tonal alta es aquella en la que predominan la luz y los blancos, con unos valores expresivos suaves y alegres, y la encontramos en casi todos los paisajes y retratos al aire libre. La clave tonal alta es la predominante en todo el arte de la Edad Media; la clave tonal baja es aquella en la que predominan los tonos oscuros, las sombras y las luces que aparecen lo hacen de manera muy tenue. Esta clave la observamos en cuadros de anocheceres, de interiores tenuemente iluminados, y produce una sensación de misterio e incluso tristeza, y fue muy utilizada por los pintores simbolistas y expresionistas. Por último, la clave tonal contrastada es aquella en la que existe un fuerte contraste entre las zonas de luz y de sombra, normalmente se trata de luces artificiales muy focalizadas que iluminan directamente la escena y los personajes principales, y como ya te habrás imaginado, es la clave que predomina en las composiciones plásticas barrocas.
Además, es necesario conocer las distintas direcciones de la luz y los efectos que producen para usarlos según nuestros intereses y las necesidades expresivas de cada obra. Básicamente podemos distinguir cuatro direcciones:
- Luz frontal: aquella que se sitúa frente al objeto a iluminar, delante de la escena. Con esta situación de la luz se disminuyen los volúmenes y las sombras, que pasan a un segundo plano en el fondo, y se produce un efecto agradable de suavidad y amabilidad generalizada. Esta luz frontal es muy típica de las obras realizadas con claroscuro lineal.
- Luz lateral: la fuente de luz se sitúa en un lado de la escena, con lo que se acentúan los volúmenes y las texturas de las superficies, a la vez que se carga de gran tensión dramática a la escena. Esta iluminación fue muy utilizada en los bodegones y en los retratos.
- Luz cenital: el foco de luz está situado arriba, por lo que las sombras se proyectan debajo de las formas y éstas parecen agrandarse. Es la iluminación clásica de las obras de teatro y de las pinturas religiosas que tratan el tema de la Resurrección y la Ascensión, pues se trata de una luz sobrenatural que dota a la escena de una gran solemnidad.
- Contraluz: donde la luz está colocada detrás del objeto, acentuando los contornos y reduciendo las zonas de luz en la parte frontal de las figuras, provocando un halo de luz en el contorno de las figuras, un aumento de la sensación de profundidad así como un efecto de misterio y dramatismo.
Como bien te estarás imaginando, en las obras de arte barrocas predominan las luces laterales y de contraluz.
Y finalmente, sea cual sea la dirección de la luz, siempre provocará unas zonas de luces y sombras en los objetos y en los planos cercanos. Esas zonas son:
- Zona de luz propia o zona iluminada, que recibe directamente la luz y en aquellas superficies pulidas y metálicas observaremos una pequeña zona con la máxima luminosidad en forma de brillo.
- Zona de media luz o penumbra, aquella parte que aún recibe la luz pero no tan directamente como la anterior, con un valor luminoso medio representado por una media tinta, ese valor intermedio en la escala de luminosidad.
- Zona de sombra propia corresponde la parte del objeto opuesta al foco de luz y generalmente la más oscura de todas. El tránsito de la zona de luz a la zona de sombra puede producirse bruscamente en el caso de objetos con aristas bien delimitadas, o en forma de transición, como le ocurre a los volúmenes redondeados.
- Sombra proyectada o arrojada que se corresponde con las sombras que los objetos proyectan sobre otros cercanos o sobre el plano en que se sitúan. Estas sombras varían según la dirección de la luz, alargándose en el caso de luces laterales o acortándose si se trata de luces cenitales.
En cuanto a las técnicas para representar el claroscuro, podemos decir que cualquier técnica empleada en la realización de una obra es apta para el claroscuro, si bien se suelen agrupar en tres grandes bloques: la grisalla, que ya conoces, el sombreado a base de líneas o rayado, y el claroscuro de mancha.
José de Ribera, San Judas Tadeo |
El claroscuro mediante el rayado es el que se produce cuando dibujamos con cualquier técnica seca, como lápices, barras de sanguina, pasteles y cualquier otro material parecido. También los grabados calcográficos y en especial, los grabados a la punta seca y al aguafuerte usan distintas tramas de líneas para crear efectos de luces y sombras, y se suele comenzar por los tonos medios, incorporando más líneas y entrecruzando las trazos para las zonas más oscuras y finalmente aclarando las zonas con mayor luminosidad con una goma de borrar para conseguir los brillos.
El claroscuro de mancha es típico de las técnicas húmedas como acuarelas, acrílicos, tintas, grabados al aguatinta y óleos, aunque también es propia de los dibujos a carboncillo. Al igual que en la técnica anterior, es aconsejable comenzar por los tonos medios, para posteriormente ir consiguiendo las tonalidades más oscuras mediante una mayor cantidad de material o bien usando colores más oscuros, para concluir con las zonas de máxima iluminación.
Este claroscuro de mancha será el que preferentemente encontremos en las obras de arte barrocas, en donde normalmente una fuerte luz artificial ilumina solo las partes fundamentales de la obra, quedando el resto en penumbra, en donde vislumbramos lo que hay pero no del todo, pues en esa gran oscuridad existen muchas zonas casi abocetadas, como si estuvieran en otra dimensión de la que van a aflorar en cualquier momento. Los tonos medios solo se usarán para aportar sensación de volumen, o informar de la textura de alguna superficie, y las luces se reservarán para resaltar las figuras, los gestos y los detalles importantes, quedando el resto sumido en esa oscuridad inquietante, casi de película de terror. Parece ser que el propio Caravaggio apenas dibujaba cuando comenzaba una obra, si no que cubría el lienzo con una gran mancha oscura, y con el reverso del pincel abocetaba el contorno de las figuras principales para a continuación coger los pinceles cargados de tonos medios y claros y resolver la composición con pinceladas sueltas pero decididas.
las técnicas húmedas como acuarelas, acrílicos, tintas, grabados al aguatinta y óleos, aunque también es propia de los dibujos a carboncillo. Al igual que en la técnica anterior, es aconsejable comenzar por los tonos medios, para posteriormente ir consiguiendo las tonalidades más oscuras mediante una mayor cantidad de material o bien usando colores más oscuros, para concluir con las zonas de máxima iluminación.
Importante
El claroscuro es la técnica que consiste en el estudio y la representación de las luces y las sombras en una composición plástica para generar un efecto de volumen. El tenebrismo es la exageración del claroscuro llevado a su límite para obtener una mayor tensión y efecto dramático. La clave tonal es el nivel de luminosidad y se clasifica en clave tonal alta, baja y contrastada, que será la que predomine en las obras barrocas. Existen tres grandes técnicas de claroscuro: la grisalla, el rayado y la mancha.