4.4. Murcia

En Murcia se debe citar a Francisco Salzillo (1707-1783), bastante posterior a los imagineros de los que hemos venido hablando hasta ahora. Formado por su padre, italiano asentado en Murcia, la obra de Salzillo abandonó la religiosidad barroca y se suaviza: es menos dramática y el patetismo cede su lugar en buena medida a «lo bonito». Quizás estamos ante una nueva sensibilidad, más burguesa, en la que la delicadeza gana terreno al naturalismo, aunque éste no se abandone. Sin embargo, la imagen aparece marcada en buena medida por la categoría de lo decorativo y no como imagen de culto. 

Salzillo, como todos los anteriores, encuentra sus clientes entre las cofradías y realiza «pasos» de Semana Santa, que continúan teniendo una función catequética, pues se trata de formar la sensibilidad de los fieles. Así, los temas serán los propios de las escenas de la pasión: prendimiento, oración en el huerto, prendimiento,…, pero—quizás debido a sus raíces napolitanas—la imaginería belenística va a adquirir mucha importancia en la obra de Salzillo. Esto le permitirá trabajar en escenas más dulces y menos patéticas revelando una sensibilidad en la que el dolor cede su lugar a la ternura. 

La policromía será importante; además, se recupera parcialmente el estofado en la decoración de algunas imágenes. El hecho de que la mayor parte de las imágenes sean procesionales no impide que Salzillo les dé el tratamiento de verdaderas esculturas (véase su San Juan). De todos modos, usará elementos no escultóricos (lágrimas de vidrio, pelo natural…) para dar mayor realismo a sus obras, que, como las de todos los imagineros españoles de la época, están marcadas por su finalidad devocional.

La oración en el huerto, Salzillo. Imagen en Wikipedia. Licencia CC.