4.1. La técnica y la temática
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José de Mora, Cristo de la Misericordia |
Prácticamente la totalidad de las esculturas que conforman la imaginería barroca española está realizada sobre madera que posteriormente se policromaba. La compleja técnica de la escultura sobre madera comienza con la elección de la propia madera, que debe ser dura y consistente para asegurar su perdurabilidad en el tiempo, pero a la vez ser dúctil, es decir, que permita ser tallada para conseguir los asombroso detalles. En España las maderas más usadas son las de pino silvestre y nogal, y en menor mediad, cedro y castaño. Había que escoger las partes de los troncos con menos impurezas, defectos y nudos, y que tuvieran el mismo tiempo de secado.
Salvo las piezas más pequeñas, que eran talladas partiendo de un mismo bloque, el resto de piezas más grandes, entiendo por grande aquellas de tamaño natural y superiores, se realizaba mediante la unión de varios fragmentos de maderas de diferentes tamaños con cola animal y reforzados con clavos y espigas de madera. Partiendo de un boceto inicial, se comenzaba pegando láminas grandes que formarían el tronco de la figura, para ir ensamblando láminas más pequeñas para las extremidades, cabezas y manos. Imagínate que acabas de comprar una estantería de esas que vienen muy bien embaladas y te toca montarla: pues algo así sucedía con las esculturas barrocas. Algo muy común era dejar un hueco en la parte interna de las esculturas, lo que se conoce como embón, y colocar varias tiras de tela adheridas con cola animal para asegurar bien las uniones, sobre todo las de las partes más delicadas que podían sufrir más tanto en el proceso de talla como en el proceso final: manos, pies y cabezas. En numerosas ocasiones, y dada la complejidad de la figura, se optaba por recubrir la pieza entera mediante una tela, lo que se conoce como entrapado o lenceado. También se usaban las tiras de tela para conseguir finos detalles difíciles de obtener con la gubia al tallar, como las cejas o las orejas.
Una vez la figura estaba tallada, se procedía a un cuidadoso lijado y se le daba una primera capa de cola animal, que reducía la porosidad de la madera y la preparaba para el fino y complejo proceso de la policromía. A continuación, y al igual que las telas que servirán de soporte para los cuadros o de las paredes que recibirán la pintura mural, hay que preparar las esculturas mediante lo que se conoce como preparación o aparejo. A las maderas talladas se le aplican sucesivas capas de yeso dejando que sequen completamente antes de aplicar la siguiente, y lijándolas una a una. Finalmente, tras la última capa de yeso había que lijar con mucho cuidado, para obtener los detalles que se hubieran podido perder tras las sucesivas capas de yeso y para obtener una superficie completamente pulida que recibirá la policromía.
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Escultura de Martínez Montañés (detalle) |
Pero antes de pintarse, las esculturas recibían sus ojos de cristal que se pintaban al óleo con sucesivas veladuras ricas en barniz para conseguir una textura brillante y acuosa que imitase perfectamente el aspecto de los ojos reales. Tras los ojos se procede a dar una imprimación a la escultura, que normalmente era una mezcla de cola animal, yeso mate y algún color de óleo o temple, que dependía de la figura, eligiéndose imprimaciones verdosas para las figuras de Cristos Yacentes, ocres para las figuras masculinas y naranjas para las estatuas femeninas.
La parte de la policromía la solía hacer otro artista distinto del escultor, un pintor con el título de maestro experto en policromía, aunque en ocasiones los mismos escultores se encargaban de policromar sus obras, como fue el caso de Alonso Cano o José Risueño. Y es que no era nada fácil policromar una escultura y conseguir esos efectos de realismo que consiguieron los artistas barrocos. Era necesario poseer un exhaustivo conocimiento de los materiales, pinturas, aceites, barnices, y dominar desde el color hasta la compleja técnica del dorado y el estofado, que ya has estudiado en unidades anteriores. Recuerda que el estofado consiste en cubrir la madera con pan de oro o de plata, aplicar una capa de pintura y rascar suavemente esa capa de pintura siguiendo un dibujo para hacer aflorar la finísima capa de metal.
Pues en el Barroco se da un paso más, y esas técnicas de estofado y metalizado se le suman otras técnicas nuevas como son: estofado sobre telas reales, bruñidos sucesivos, repujados con buril, sobre dorados a pincel, obtención de las carnaciones o tonos de la piel mediante sucesivas y finísimas capas de veladuras al óleo, imitación de hematomas, sangre coagulada y demás heridas propias de un martirio cruel y sanguinario, lágrimas de cristal, cabellos y pestañas de pelo natural, coronas de espigas de metal, y así hasta el más difícil todavía, aunque te vamos a resaltar dios técnicas puramente barrocas: el brocado aplicado y la policromía de colores lisos.
Descrito por Cenino Cennini, el brocado aplicado pretende imitar los ricos brocados de las telas de seda. Para ello, se graba la decoración en una fina plancha de estaño, la cual se dora y se pinta para finalmente pegarse a la escultura y añadirse finos hilos de oro y plata. La policromía de colores lisos consiste en aplicar varias capas de veladuras de óleo con uno o dos pigmentos bien mezclados entre sí para conseguir una tonalidad homogénea en toda la superficie y así resaltar los propios valores expresivos de la escultura.
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Detalle de una imagen ricamente policromada |
Curiosidad
La imaginería barroca y las procesiones de Semana Santa las exportamos a Sudamérica durante los siglos de colonialismo. Los mejores imagineros de las escuelas españolas realizaron numerosos encargos para las iglesias de países como Méjico, Ecuador, Argentina y Colombia. Los fieles sudamericanos reparten su fervor religioso entre estas imágenes católicas y otros santos y demás personajes paganos con nombres tan curiosos como San la Muerte o San Son.
La temática de la imaginería barroca es exclusivamente religiosa, es un arte al servicio de la Contrarreforma católica destinado a promover la devoción de los fieles, un arte que pretendía conmover al fiel, despertar en los creyentes los sentimientos de piedad, lástima, compasión, y así conseguir que se mantuvieran ligados a la Iglesia y lo más alejado posible del protestantismo. De ahí el exacerbado realismo de estas esculturas, y el especial cuidado que se tenía con los rostros. Cada escultura se trata de manera individualizada y cada rostro es único. Además, dependiendo del tema, ese rostro debe transmitir sin lugar a dudas el sentimiento preciso que le corresponda: dolor por la muerte de su hijo en las Dolorosas, sufrimiento físico para los Crucificados, o serenidad celestial para los Resucitados. Destaca la temática de la Pasión de Cristo, sus últimos días de vida en la Tierra, y así veremos multitud de Cristos con la cruz, Crucificados, Yacentes, Santos Entierros, Vírgenes Dolorosas y Resucitados.
Comprueba lo aprendido
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Salvo las más pequeñas, las esculturas están realizadas ensamblando varias láminas de diferentes tamaños de madera
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Las tiras de tela o entelado servían para reforzar las uniones de las tablas
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Lo normal era que una vez finalizada la fase escultórica, un pintor maestro en policromía pintase las imágenes, aunque hubo excepciones y el mismo escultor era a la vez maestro en policromía, como fue el caso de Alonso Cano
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Falso
Están pintados al óleo con gran cantidad de barniz para conseguir ese realismo en la imitación del brillo de los ojos reales.
Importante
La imaginería barroca comprende el conjunto de esculturas de temática religiosa realizadas sobre madera policromada. Estas esculturas suelen estar formadas por bloques de madera que se ensamblan mediante tiras de tela a las que se aplican sucesivas capas de yeso que se pulen para recibir una capa de imprimación similar a la de los cuadros para terminar el proceso con sucesivas capas de pintura y veladuras para obtener los matices de las carnaciones y dotar de un extremado realismo a estas obras tan típicas del periodo barroco español.