3.2. Bernini

El mayor representante de la escultura barroca es Bernini, pues en sus obras podemos ver de forma bastante explícita las características que hemos estudiado en el apartado anterior: sus figuras destacan por el naturalismo, el movimiento exagerando y los efectos pictóricos en la superficie de la obra.

Es evidente que en la formación de Bernini como escultor contó con la influencia de Miguel Ángel. Al aparecer, desde muy joven comienza a trabajar en el taller de su padre donde realiza un estudio de las figuras del artista del Renacimiento.  Conocemos también su especial predilección por el Laocoonte y toda la escultura del período helenístico (recordemos que fue descubierto en Roma en 1506).

Bernini alcanzó la fama muy pronto y se dijo de él que conseguía todo lo que se proponía. Sus esculturas pueden parecer a veces ampulosas, pero en realidad son un canto al movimiento y a la carne real. Puede comprarse provechosamente la evolución de la escultura y la aportación personalísima de Bernini comparando su David con el de Miguel Ángel y el de  Donatello.

David, Bernini.  Imagen en Wikipedia. Licencia CC.	Rapto de Proserpina, Bernini. Imagen en Wikipedia. Licencia CC.

Quizás sus obras más conocidas son  el Rapto de Proserpina, Apolo y Dafne y el David. En todas estas se vislumbra el enorme y exagerado movimiento, así como la profundidad psicológica pues se abandonan los rostros relajados para abordar la preocupación, angustia y esfuerzo de algunos de sus personajes. Sostenía Bernini que las partes de las esculturas debían ser bellas no sólo en sí mismas, sino  en relación a las otras partes, es decir, lo fundamental era el conjunto resultante. De hecho, sus conjuntos escultóricos resultan impresionantes y si nos acercamos al detalle (por ejemplo, Alma condenada, de 1619) nos impresionará la viveza del gesto. Aunque su vida fue todo lo contrario de la de Caravaggio, su contemporáneo parcialmente, sus obras escultóricas tienen la misma fuerza que los rostros del pintor milanés (compárese la Cabeza de Medusa con la citada Alma Condenada).

Además de este grupo de figuras exentas, destacan algunos conjuntos urbanos que forma parte de fuentes como la de Los Cuatros Ríos o la Cátedra de San Pedro en la catedral del mismo nombre donde también se encuentra el Baldaquino y la tumba de Urbano VII.