1.1. Arquitectura en hierro
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Galería de las máquinas. Expo de París de 1869 Imagen en Wikimedia Commons de Claude Villetaneuse Licencia CC |
Si hay un elemento que ahora se usa en arquitectura y que está relacionado con la Revolución Industrial, este no es otro que el hierro, un material que se llevaba usando desde la antigüedad y que ahora se va a convertir en clave para un nuevo lenguaje que busca, por encima de todo, la funcionalidad.
Ahí está la clave de este nuevo lenguaje: la observación de la función por encima de la estética, algo que hasta entonces no era fundamental, pero que a partir de ahora es innegable.
En el desarrollo de esta arquitectura confluyen tres claves, algunas de las cuales ya hemos mencionado: por un lado la posibilidad del uso del hierro como estructura gracias a los nuevos inventos asociados a la revolución industrial, por otro, la funcionalidad de la que hablábamos y, por último, el deseo de los arquitectos y mecenas por mostrar avance, crecimiento y modernidad. Ahí debemos encuadrar el desarrollo de las Exposiciones Universales que, durante el siglo XIX, se convirtieron en el banco de pruebas de la arquitectura en hierro. Los primeros intentos de usar el hierro más allá de la utilización de grapas o de pequeños elementos decorativas se produjeron con el neogótico, ya que la estilización que permitían los arcos y las columnas en hierro casaban a la perfección con el lenguaje vertical y apuntado del gótico.
Al hierro, en ocasiones su sumaba el uso del vidrio, lo que aligeraba sobremanera el peso de las estructuras. Esto permitió la construcción de grandes espacios completamente diáfanos y de una modernidad que impresionaba a todos los visitantes. Perfecto, por lo tanto, para albergar espacios de las exposiciones universales. El Crystal Palace de la Exposición de Londres de 1851, o la Galería de las Máquinas de la Exposición Universal de París de 1889, son dos magníficos ejemplos de ello, aunque desgraciadamente ninguno de los dos sigue en pie. Pero el hierro también se usó en edificios, a priori, mucho más tradicionales, como en algunas bibliotecas en las que los arquitectos mezclan a la perfección el sentido estético con la funcionalidad que permite el hierro y que requiere el nuevo espacio. La Biblioteca de Nacional de París de Henri Labrouste es quizá el mejor ejemplo de ello.
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"Deep in Paris". Torre Eiffel Fotografía en Flickr de Trey RatcliffLicenciaCC |
La Torre Eiffel
El ingeniero Gustav Eiffel diseñó una construcción que fuera el santo y seña de la Exposición Universal de 1889, con la que se celebraba el primer centenario de la Revolución Francesa. Para ello diseña una torre de más de 300 metros de altura, construida completamente en hierro y cuyo sentido estético radicaba única y exclusivamente en la propia estructura de la torre.
La torre no tenía una función precisa más allá de convertirse en el foco principal de la exposición, en la demostración definitiva de hasta qué punto la técnica, los nuevos materiales y la ciencia habían avanzado tanto como para ser capaz de construir un edificio de más de 300 metros en apenas año y medio.
Por cierto, igual te interesa saber que la idea principal era desmontarla y venderla como chatarra una vez la Exposición Universal terminara. Al final, gracias al éxito que tuvo, se decidió mantenerla y, desde entonces, se ha convertido en quizá la imagen más representativa de la capital francesa.
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Biblioteca Labrouste. París
Los primeros pasos de la arquitectura en hierro en París los dará Henri Labrouste, un magnífico arquitecto que será uno de los creadores pioneros capaces de mezclar en un mismo edificio la capacidad funcional de un ingeniero con la estética de un arquitecto.
La Biblioteca Nacional de París, construida entre 1858 y 1868, es un espacio diáfano en el que lo importante no es ya el sentido estético, sino el funcional. La clave era generar un lugar abierto, en el que la luz penetrara de forma cenital y con pocos elementos estructurales que impidieran la entrada de esa luz natural. Para eso, nada mejor que el hierro, que permitía estructuras más ligeras y, por lo tanto, más estilizadas.

Actividad
La Revolución Industrial ofrece a la arquitectura nuevos métodos técnicos. Hay tres claves que ayudan a entender el enorme éxito de este sistema constructivo:
- Los nuevos materiales: el hierro ofrece la opción de nuevas estructuras y, sobre todo, aligeramiento de pesos.
- La funcionalidad.
- Idea de mostrar por parte de los arquitectos crecimiento y modernidad.

Pregunta Verdadero-Falso
Retroalimentación
Falso
Es falso, la torre llegó a más de 300 metros y parece ser que aún podía haber sido más alta teniendo en cuenta los cálculos que se llevaron a cabo.Retroalimentación
Verdadero
Efectivamente, así es. Es cierto que comenzaron diseñándose grapas que se utilizaban para fijar los muros de las construcciones neogóticas. Poco después y en el mismo estilo, el gran Viollet-le-Duc (el más afamado de los arquitectos neogóticos) comenzó a usar el hierro para pequeñas estructuras.Retroalimentación
Verdadero
Es cierto. De hecho hasta no hace mucho la mayoría de las estaciones de trenes europeas proceden de aquella época.Retroalimentación
Falso
Es falso. Construcciones a priori más tradicionales como una biblioteca, también vieron el hierro en sus estrucutras. Un ejemplo de ello es la biblitoeca Labrouste, en París.