6. La ética cartesiana. Razón, virtud y felicidad.

Descartes

Un arcángel revelando la naturaleza del Universo

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Los aspectos tratados hasta aquí en este tema, el conocimiento racional y su aplicación a la metafísica, son aquellos a los que Descartes dedicó la mayor parte de los escritos en el terreno de la filosofía, pero no por eso descuidó el valor de la ética como guía práctica. Sigue el modelo clásico según el cual la finalidad última de la ética sería guiar al logro de la felicidad humana. Siendo esta un ejercicio racional, será fundamental también en este apartado la salud mental, el empleo adecuado de la razón y la sujeción a las reglas que la ordenan. Así, confía a la razón la guía en las distintas situaciones de la vida, a la vez que encuentra en el  conocimiento la fórmula para sobreponernos de las más dolorosas y amargas.

Su ética se entronca en la metafísica. Al diferenciar sustancialmente el alma de lo corpóreo, el alma no quedaría sujeta al determinismo mecanicista y la necesidad que se imponen en el mundo material, por lo que se justifica la posibilidad de actos voluntarios y basados en la libre decisión.

Dentro del Discurso del método expone un esquema de moral provisional en el que se combinan la cautela en el respeto a los principios y las costumbres de su país, con una apuesta por la razón, con plena confianza en su capacidad para el logro de la virtud y el conocimiento de los verdaderos bienes que deben perseguirse.  Así, la virtud se entendería como una disposición voluntaria a actuar de acuerdo con lo que la razón establece como bueno y la felicidad como el bienestar mental que produce la práctica de la virtud.

Actividad de lectura

En su Discurso del método Descartes desarrolla una serie de reglas para una moral provisional, a espera de un conocimiento racional más avanzado y preciso sobre aquellas cuestiones que ocupan su pensamiento.

La primera fue obedecer las leyes y costumbres de mi país, apegándome constantemente a la religión en la que por la gracia de Dios me había instruido desde mi niñez ...

La segunda máxima era ser lo más firme y decisivo que pudiera en mis acciones, y seguir hasta las opiniones más dudosas, una vez que las hubiera adoptado, con no menos constancia que si hubieran sido bastante seguras….

Mi tercera máxima fue intentar siempre dominarme a mí mismo antes que a la fortuna, y cambiar mis deseos antes que el orden del mundo….

Finalmente, para concluir este código moral… pensé que no podía hacer nada mejor que continuar con la ocupación en la que estaba comprometido, y dedicar toda mi vida a cultivar mi razón y avanzar lo más lejos posible en el conocimiento de la verdad, siguiendo el método que me había prescrito.

Importante

Descartes desarrolla un modelo racionalista de la ética según la cual la virtud se entendería como una disposición voluntaria a actuar de acuerdo con lo que la razón establece como bueno y la felicidad como el bienestar mental que  resulta de la práctica de la virtud.