1.1. Identificación de actitudes y valores personales y sociales
La relación que existe entre la práctica deportiva y la educación en valores es de gran importancia. Considerando el auge del deporte a nivel social, resulta interesante analizar su influencia como transmisor de valores. No obstante, no debemos pensar que la simple práctica deportiva favorece el desarrollo de valores adecuados, sino que es necesario trabajar de forma intencionada este aspecto para lograr que la relación sea positiva. Es por ello que resulta de gran interés identificar cuáles son las actitudes y los valores de la práctica deportiva.
A pesar de la estrecha relación que existe entre actitudes y valores, se hace necesario establecer una distinción entre ambos términos:
- Las actitudes se definen como la manifestación de un estado de ánimo o bien como una tendencia a actuar o comportarse de un modo determinado.
- Los valores son los principios normativos que regulan el comportamiento de la persona en cualquier momento, situación o circunstancia (López-Pastor y col., 2003). Los valores personales son aquellos que la persona considera imprescindibles, y sobre los cuales constituye su vida y sus relaciones con el resto de personas. Los valores sociales son los que ayudan a mantener armonía y buenas relaciones sociales.
Tanto los valores como las actitudes pueden ser positivos o negativos.
Importante
Por lo tanto, para que la práctica deportiva o competición se conviertan en un elemento formativo es necesario que vaya acompañada de actuaciones concretas que favorezcan la transmisión de actitudes y valores positivos.
Principales problemas éticos en la etapa de tecnificación deportiva: abandono, exclusión de la práctica, búsqueda de resultados

Identificación de actitudes y valores.
Imagen de elaboración propia
Como hemos explicado anteriormente, la práctica deportiva y la competición en la etapa de tecnificación deportiva se convierten en elementos favorecedores para la promoción de valores éticos y actitudes positivas. Sin embargo, de la práctica deportiva también pueden derivarse ciertas actitudes deportivas no éticas, como una elevada competitividad y la persecución del triunfo por encima de todo, que entran a menudo en conflicto con valores sociales como el juego limpio y la deportividad.
En este sentido, cuando la práctica deportiva y la competición se orientan únicamente hacia valores instrumentales, buscando lograr buenos resultados deportivos, mejorando el rendimiento personal y colectivo, y por tanto, haciéndonos más competitivos, jugar mejor, ganar a los rivales, etc., se dificulta el progreso ético y moral. Es por ello que cuando en la práctica deportiva prima la búsqueda del mejor o llegar a lo más alto por encima de todo, ese proceso de búsqueda de los más fuertes, los mejores, el campeón, conlleva habitualmente a la exclusión del que es menos capaz, del perdedor, o del más débil y menos hábil. Y es este tipo de actuaciones, las que en la mayoría de los casos provoca el abandono precoz de los niños, generando sentimientos de frustración.
El contexto de la práctica deportiva (clubes, asociaciones, organizadores deportivos, árbitros, medios de comunicación, etc.) en la promoción y el desarrollo de valores en el deporte
En este apartado profundizaremos sobre el rol tan importante que desempeña el contexto de la práctica deportiva en el desarrollo y promoción de valores en el deporte.
El contexto de la práctica deportiva hace referencia a todo el conjunto de elementos que hacen posible esa práctica, ya sean clubes, asociaciones, federaciones, árbitros, técnicos, medios de comunicación, etc. En este sentido, todos ellos desempeñan un papel fundamental en el desarrollo ético y la transmisión de valores a través del deporte. Es decir, tienen la responsabilidad de transmitir una conexión entre educación y deporte, ajustando los criterios de respeto a las normas establecidas, a las reglas, a los compañeros y adversarios, en definitiva, favoreciendo la integración social capaz de promocionar el desarrollo de múltiples valores personales y de convivencia social.
Es por ello que resulta de suma importancia la implicación por parte de estos elementos, ya que todos unidos, siempre desde un proceso formativo, debemos luchar por conseguir un deporte educativo, evitando que actitudes y valores inapropiados se pongan de manifiesto.
Evaluación y medida de actitudes y valores en el deporte: técnicas e instrumentos de medida de los valores en el deporte (diario de sesiones, test sociométrico, cuestionarios, perfil de polaridad, etc.)
La evaluación y medida de actitudes y valores en el deporte resultan de gran utilidad ya que permiten identificar cuáles son estas actitudes y valores, proporcionando información para hacer los ajustes necesarios en el proceso de enseñanza.

Sociograma.
Imagen de elaboración propia
De las técnicas e instrumentos de medida que existen, destacan las siguientes:
- Diario de sesiones: el técnico registra en su cuaderno o diario manifestaciones actitudinales relevantes de los deportistas que ha observado durante las sesiones de entrenamiento. Nos ayudan a comprender mejor las conductas y las actuaciones de los deportistas.
- Cuestionarios: los cuestionarios nos permiten recoger información de los deportistas a través de una serie de preguntas establecidas de antemano. Se trata de un procedimiento de exploración de ideas y actitudes sobre la realidad del entrenamiento. Un cuestionario interesante para precisar información sobre los valores en deportistas jóvenes es el Sport Value Questionnaire (SVQ) diseñado por Lee, Whitehead y Balchin (2000).
- Entrevistas: permiten reunir información sobre opiniones, expectativas, actitudes, etc., que tienen los deportistas acerca de su papel y acerca de sus actuaciones o comportamientos durante los entrenamientos o competiciones.
- Test sociométrico o sociograma: se trata de un instrumento que permite obtener información sobre las relaciones afectivas y el grado de aceptación entre los integrantes de un equipo o grupo deportistas.
- Perfil de polaridad: también denominado “Escala de Diferencial Semántico”, por su autor Osgood (1959) resulta apropiado para la recopilación de valoraciones y para la comparación de las valoraciones de los diferentes objetos, personajes o circunstancias que no pueden ser comparados directamente. Se trata de calificar el objeto de actitud mediante adjetivos extremos. Así se pueden localizar grupos de personas con perfiles análogos.