2. Los primeros Estados

MESOPOTAMIA, LA TIERRA ENTRE RÍOS

Mesopotamia, del griego “entre ríos”, es el nombre por el cual se conoce a la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Eúfrates, los ríos entre los que se desarrollarán las primeras civilizaciones de la historia.

Escritura pictográfica encontrada en Kish hacia el 3500 a. C. Imagen en Wikimedia Commons de J.M. Benito bajo Dominio Público

En la región conocida como Sumer, en la Baja Mesopotamia aparecen las primeras ciudades-estado (Ur, Uruk, Lagash y Eridu). No eran más que grandes ciudades independientes unas de otras, bien organizadas y con un importante culto a los dioses en los que los sacerdotes tenían un papel fundamental. En el centro de la ciudad se ubicaba el templo donde vivían los sacerdotes que controlaban las cosechas, los impuestos… El jefe de los sacerdotes tenía el poder religioso y político de la ciudad y se ayudaba de funcionarios para la administración. Son conocidos como rey-sacerdote que adoptaron diversos títulos según la ciudad (lugal, en, ensi, patesi…). En el territorio mesopotámico el rey era un hombre al que la divinidad ha provisto de poderes extraordinarios (control del agua, el Sol, sentido de la justicia...) para que pueda cuidar y proteger los intereses de la comunidad. En el caso de que el rey no supiera mantener la confianza de la divinidad podía perder los poderes que esta le otorga y entonces la realeza recaería sobre otra persona.

La realeza en Mesopotamia tenía un origen divino ya que el rey era depositario de la voluntad de los dioses. El dios decidía a quién correspondía la realeza. Esta concepción sobre el origen de la monarquía se corresponde con la época en la que el templo dominaba la ciudad por encima del palacio. Los primeros reyes también eran sacerdotes del templo encargados del culto al dios protector de la ciudad, es lo que se conoce como régimen hierocrático, es decir, el gobierno de la casta sacerdotal.

En los templos se redactaron los primeros textos que registraban las actividades económicas y comerciales del templo. De esta forma, las necesidades burocráticas de control de los impuestos, las cosechas… dieron lugar al nacimiento de la escritura hacia el año 3.500 a. C. Al principio eran pictogramas, es decir, símbolos que representaban un objeto o un concepto pero con el tiempo los signos fueron simplificándose y dieron lugar a la escritura cuneiforme (en forma de cuña) que se realizaba a través de incisiones en pequeñas tablas de arcilla.

Con el tiempo, la competencia económica entre las ciudades aumentó y con ella los enfrentamientos militares. Surgió un espíritu guerrero y las ciudades se amurallaron. La necesidad de concentrar el poder militar para la defensa de la ciudad, dio lugar a la realeza hereditaria. La consecuencia fue una progresiva sumisión de los templos a estos reyes que pertenecían a familias ya importantes en épocas anteriores (protodinástico). Esta realeza se repartió por todas las ciudades-estado asumiendo el poder político centralista por una sola persona que se hizo cargo de los templos y de su reforma económica.

Así, en el plano institucional, se iría configurando el "palacio" como organización económica paralela al "templo", respondiendo a un lento proceso de laicización del poder. Los reyes abandonaron su vinculación religiosa en favor de los intereses palaciales y el grupo de funcionarios civiles ganó influencia política y social en detrimento del grupo de sacerdotes.

Economía

La agricultura estaba muy desarrollada siendo los cultivos más importantes los cereales, como el trigo y la cebada. Para aumentar la superficie de cultivo construyeron una red de canales que permitía la irrigación.

Las artesanías estaban bastante desarrolladas, se producían telas, armas y joyas que los mercaderes cambiaban por otros elementos inexistentes en la Mesopotamia, como el cobre y el estaño. Trabajaron con especial dedicación el cuero, con el que fabricaron calzado, odres, cascos, corazas, escudos...

En cuanto al comercio se exportaban cereales y lana y se importaban aquellos bienes que escaseaban en la zona, por ejemplo piedra, madera o metales. Las transacciones se realizaban mediante el trueque.

En tiempos de los sumerios, el templo era el núcleo de la vida económica ya que centralizaba la administración de tierras y controlaba el sistema de riego y el comercio. En ellos se almacenaba el grano, se rendían los tributos y se administraba justicia, además de ser lugar de culto. 

El paso siguiente después de las ciudades-estado, sería la formación de Estados más amplios:

• Reino de Akkad del rey Sargón (2350 a. C.-2300 a. C.): es considerado el primer gran imperio de la historia. Sargón I era un funcionario de origen semita (grupo nómada procedente del desierto arábigo) que consiguió destronar al rey de Kish. Fundó una nueva capital, Akkad y conquistó el resto de ciudades sumerias venciendo al rey de Umma, hasta entonces dominante, Lugalzagesi. Creó un imperio centralizado con un poder hegemónico sobre toda Mesopotamia y sobre regiones extramesopotámicas como Elam y Subartu. Consolidó el poder monárquico culminando el proceso de laicización iniciado en periodos anteriores, reforzó la administración palacial llegando a tener 5.500 funcionarios reales. Después de su muerte estallaron rebeliones hasta que su nieto Narasin consolida el dominio acadio. Tras él, tiene lugar el dominio de los gutis (2150 a. C.-2050 a. C.), invasores procedentes de Irán, que destruyen Akkad y serán expulsados un siglo después.

• III Dinastía de Ur (2050 a. C.-1950 a. C.): su fundador Urnammu se proclamó rey de Sumer y Akkad y fue el principal artífice del renacimiento sumerio. Los soberanos de esta dinastía pretendieron reconstruir el viejo imperio de Sargón. Bajo el reinado de Ibisin los semitas del desierto conquistan Sumer y Akkad. Ibisim huye a Elam y Mesopotamia se fracciona en ciudades-estado gobernadas por reyes semitas. Será un periodo confuso en el que de nuevo los reinos independientes de las ciudades luchaban por imponer su hegemonía: Isin y Larsa primero, Babilonia y Asiria después.

• Imperio babilónico: Los reinos surgidos en la etapa anterior terminaron siendo incorporados al poder de los reyes babilónicos. En 1792, Hammurabi llega al trono de la ciudad de Babilonia y tras varias campañas contra pueblos vecinos consigue derrotar a sus aliados, los reyes de Larsa y Mari, anexionando estos territorios a su imperio. Hammurabi se proclamó nuevo "rey de Sumer y Akkad" y después "rey de las cuatro partes" en alusión al imperio de Sargón y la III dinastía de Ur, reinó durante 40 años y ha pasado a la historia por su célebre código de leyes. Pocos años después de su muerte, el imperio fue invadido por un pueblo procedente del Este, los "cassitas", momento que fue aprovechado por algunas ciudades para independizarse. El imperio de Hammurabi se había reducido a sus antiguos límites.

Territorio y ciudades de Sumer Imagen en Wikimedia Commons de Crates bajo Dominio Público	Imperio Acadio Imagen en Wikimedia Commons de Crates bajo CC
Imperio babilónico en tiempos de Hammurabi Imagen en Wikimedia Commons de Crates bajo CC

• Imperio Asirio: Este imperio se divide en tres etapas: imperio asirio antiguo (1800 a. C.-1375 a. C.), imperio asirio medio (1375 a. C.-1047 a. C.) e imperio asirio nuevo (883 a. C.-612 a. C.). Para que no te satures, te proponemos la visualización de un vídeo que resume la historia del Imperio Asirio:

• Imperio neobabilónico (612 a. C.-538 a. C.): El nuevo imperio neobabilónico fue obra de reyes de origen caldeo. Se estableció un reino independiente al sur de Mesopotamia que fue avanzando hacia el norte lo cual inquietó a Asiria que buscó el apoyo de Egipto. La coalición egipcio asiria fue derrotada por Nabucodonosor II, quien además tomó la ciudad fenicia de Tiro y destruyó el templo de Jerusalén. Este rey construyó un imperio con capital en Babilonia a la que embelleció con importantes monumentos como la Puerta de Ishtar, el zigurat de Etemenanki (la mítica Torre de Babel) y los jardines colgantes (en terrazas escalonadas). En el nuevo estado, el sacerdocio se vio beneficiado y el templo volvió a ser la institución dominante: al templo pertenecían las tierras que eran arrendadas a la población libre a cambio de un diezmo anual. La posición estratégica de Babilonia en el centro de las principales vías de comunicación, la convirtió en el núcleo comercial más importante de Próximo Oriente. Tras la muerte de Nabucodonosor, surgieron disputas internas que significaron el principio del fin. Al mismo tiempo el imperio persa había empezado su expansión a occidente y en el 539 a. C., Ciro II conquista Babilonia y la convierte en provincia del Imperio persa aqueménida.

• Imperio persa aqueménida (559 a. C.-330 a. C.): En el 559 a. C. Ciro II "el Grande" sucedió a su padre en el trono y nueve años después conquista el territorio medo, empiezan así una serie de anexiones que convierten a Ciro en soberano de un vasto imperio (desde la India hasta Asia Menor). Su sucesor, Cambises II conquistó Egipto en 525 a. C. y el 513 a. C. Darío I controlaba el Mar Negro, Tracia y parte de Macedonia. La expansión de este imperio no tenía precedentes. Su administración se basaba en la división en regiones llamadas satrapías gobernadas por personas de confianza del rey, lo que no impidió que surgieran conspiraciones contra la corona, sobretodo en las satrapías más alejadas del poder central. Hay que destacar que era una monarquía de carácter absoluto y teocrático que durante el reinado de Jerjes, recibirá una fuerte influencia oriental llegando a relegar a los súbditos a la categoría de esclavos. En el 330 a. C. el imperio quedará sometido al de Alejandro Magno.