2. Fisiología del entrenamiento en altitud
2.1. Efectos y adaptaciones generales
Entrenar o vivir a baja (500–2000 m) o moderada (2000–3000 m) altitud permite incrementar la potencia aeróbica y el rendimiento de resistencia en deportistas. Sin embargo, análisis de laboratorio indican que una reducción del oxígeno contribuiría a reducir la capacidad para realizar sprints repetidos por numerosos mecanismos metabólicos o musculares. Parece ser, por tanto, que competir a moderada altitud incrementa la fatiga e influye en el rendimiento.
Importante
A medida que aumentamos la altura disminuye la presión atmosférica, lo que viene acompañado de varios cambios fisiológicos que modifican el rendimiento deportivo.
Uno de los principales efectos es la disminución de la presión parcial de oxígeno. La densidad del aire también cambia, lo que influye en el movimiento humano. Por otro lado, el proceso de aclimatación al cambio de altitud puede afectar al transporte de oxígeno. Recientes estudios han sugerido que la hemoglobina total podría incrementarse entre un 2,1 y un 3,7% tras exposiciones a moderada altitud (Millet et al. 2017).
Estos aspectos se ven influenciados por el tipo de práctica deportiva que desarrollemos, en especial la duración o intensidad de la prueba, o el tipo de ejercicio. A continuación se exponen los efectos sobre la disponibilidad y consumo de oxígeno, pero también la influencia que determinadas variables biomecánicas, como el rozamiento, pueden tener en el rendimiento.
Efectos sobre la disponibilidad y el consumo de oxígeno
Hemos indicado que la altura disminuye la presión parcial de oxígeno, lo que supone igualmente una disminución del consumo de oxígeno (VO2). Ya que este consumo es dependiente del transporte de oxígeno a los músculos, cualquier alteración en la difusión pulmonar reduce el oxígeno en las arterias y la difusión a los tejidos. Se ha sugerido que las disminuciones en VO2 pueden ser superiores a un 7,7% por cada 1000 m de ascenso sobre el nivel del mar (figura 1), aunque hay una gran variabilidad entre sujetos en estas variaciones.
Se ha sugerido igualmente que los atletas autoseleccionan menores velocidades en el entrenamiento en altitud, lo que sugiere sensaciones de fatiga. En deportes en los que hay esfuerzos intensos con recuperaciones incompletas, hay una mayor sensación de fatiga, que llega a disminuir hasta un 10% la potencia media (Brosnan et al., 2000).

Figura 1. Reducción en el consumo de oxígeno a medida que aumenta la altitud.
Imagen de elaboración propia
Efectos sobre la resistencia del aire y coeficientes de fricción
En aquellas disciplinas deportivas en las que la velocidad es una variable determinante, las fuerzas de rozamiento del aire (o cualquier otro fluido) pueden afectar al rendimiento. La menor densidad del aire en altitud (aproximadamente un 3% menos cada 305 m de ascensión), puede conllevar mejoras en la velocidad. A su vez, la menor densidad del aire en altitud crea menores fuerzas aerodinámicas, lo que suele conllevar variaciones en la posición de determinadas actividades, como podrían ser los saltos en esquí. Otros posibles efectos pueden observarse en el lanzamiento de falta en fútbol, donde a nivel del mar la pelota llega a 25–30 m/s, girando alrededor de 8-10 revoluciones por segundo podría desviarse unos 4 m de su trayectoria; sin embargo, a medida que aumentamos la altura, esta desviación se va mitigando.
2.2. Respuestas al esfuerzo (cardiovasculares, respiratorias, aparato digestivo, renal, endocrinas, metabólicas, neurológicas, dermatológicas e infecciosas)
Los efectos fisiológicos derivados de la exposición a la altitud son numerosos, aunque obviamente dependerán del deporte y del deportista específico al que evaluemos. Los efectos que se han reflejado sobre la capacidad máxima de trabajo son escasos ya que, atendiendo a que en la mayoría de los deportes predominan esfuerzos cortos e intensos (cuyo principal sustrato energético es el ATP), la altitud tiene una escasa influencia. Sin embargo, esta altitud sí conlleva una mayor ventilación y un incremento en las concentraciones de lactato en sangre superior a la del nivel del mar. Estas alteraciones son aún más palpables cuando los esfuerzos se repiten; así, jugando al fútbol a 2000 m, un futbolista recorrería menos distancia o lo haría más lento. De hecho, y como se puede observar en la figura 2, el tiempo hasta el agotamiento disminuye cuando aumenta la altitud (disminuyendo la presión).

Figura 2. Tiempo hasta el agotamiento en función de la altitud o la presión barométrica.
Imagen de elaboración propia
Entre las principales respuestas al esfuerzo en altitud, encontramos:
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Mecanismos metabólicos: la recuperación en la potencia de sprint tras un esfuerzo está asociada con las concentraciones de fosfocreatina (PCr), que, como sabemos, suele resintetizarse en el músculo tras tiempos superiores a 5 min. Por tanto, la disponibilidad de PCr es fundamental en el rendimiento, ya que permitiría retardar la aparición de la fatiga en ejercicios relacionados con el sprint. Entonces, ¿cómo afecta la altura a este mecanismo? Se ha observado que hay una menor tasa de reoxigenación muscular entre esfuerzos con menores fracciones de oxígeno lo que incrementa esta fatiga. Por otro lado, se ha indicado que sujetos con mayores consumos de oxígeno también muestran mayor resistencia a la fatiga durante esfuerzos intensos. Por este motivo, en hipoxia, al consumirse menos oxígeno, la reoxigenación muscular entre esfuerzos disminuye y se experimenta una fatiga prematura, probablemente debida a mecanismos neurales o periféricos.
Es importante destacar que al entrenar en una altitud moderada, la hipoxia conlleva una disminución del consumo de oxígeno (VO2max), disminuyendo el rendimiento si lo comparamos con esfuerzos a nivel del mar. Por poner un ejemplo, a una altitud de 3500 m el VO2max podría disminuir hasta un 25%. Como tónica general, para sujetos no entrenados se perdería del orden de un 1% por cada 100 m por encima de los 1500 m.
Durante esfuerzos submáximos, dadas las respuestas cardiovasculares y metabólicas al ejercicio, los deportistas se verían incapacitados para mantener una velocidad determinada, sin que eso suponga una excesiva hiperventilación, un incremento en la dependencia de carbohidratos para obtener energía o un aumento de la fatiga.
- Mecanismos neuromusculares: numerosos estudios han comprobado que la respuesta en la actividad muscular (EMG) es diferente en altura, especialmente en la amplitud de la señal. Una posible explicación a estos cambios ha sido la disminución en la activación muscular, especialmente disminución en el reclutamiento de las motoneuronas. Sin embargo, parece ser que estos cambios solo son significativos cuando la altura es elevada (>3500 m), por lo que no tendría mucha influencia en numerosos deportes en los que la altura suele ser inferior.