1.2 - Cicerón y la conjura de Catilina

Hombre de muchas facetas, unas veces admirado y, otras más, despreciado, Marco Tulio Cicerón fue protagonista no sólo de le la vida cultural y social, sino también política de Roma desde mediados del siglo I a.n.e. Homo novus, procedente de una familia de equites de la ciudad de Arpino en el Lacio meridional, había tenido una buena formación que le había permitido llegar a ser el mejor abogado de Roma, por sus habilidades oratorias y por su elegante y elaborado estilo, que conocemos gracias a que ha llegado hasta nosotros un número importante de sus obras. Entró en política hacia el 75 an.e., manteniendo una posición oscilante entre el partido de los populares y el de los optimates. Al final se decantó por los optimates, el partido conservador, aunque gran parte de sus miembros seguía despreciándolo por no pertenecer a la aristocracia y considerándolo simplemente un provinciano. Tras seguir el cursus honorum habitual de la carrera política romana, alcanzó el consulado en el año 63 a.n.e., cumbre de su carrera política.
Precisamente durante su consulado, la fuerte inestabilidad y la lucha por el poder desembocaron en un acontecimiento que fue anticipador de la futura dictadura de César: estamos hablando de la conjura de Lucio Sergio Catilina en el 63 a.n.e.

M. Tulio Cicerón
Imagen en Wikimedia. Dominio público
C. Maccari: Catilina es desenmascarado por Cicerón en el senado
Imagen en Wikimedia. Dominio público


Catilina era de noble familia romana, muy ambicioso y con un fuerte deseo de hacerse con el poder. Intentó crearse una clientela para poder ser elegido cónsul en el 63 a.n.e., pero sin éxito pues en las elecciones fue derrotado por Cicerón. Esta imposibilidad de imponerse de forma democrática y el hecho de haberse endeudado fueron la causa de que organizara una conjura para dar un golpe de estado.
Catilina decidió actuar hacia finales del año 63 a.n.e. Su objetivo era matar a Cicerón, partidario de Pompeyo, y, a continuación, hacerse con el control de Roma. Cicerón fue informado con tiempo y, con uno de sus discursos más famosos en el Senado, consiguió que Catilina huyera de Roma hacia Etruria; al mismo tiempo mandó capturar y matar a los conjurados que aún se encontraban en Roma. Pocos meses después, el ejército de Roma se enfrentó a las tropas de Catilina y las derrotó cerca de Pistoia (Etruria). Catilina murió en el enfrentamiento dando muestras de gran valor.

Importante

La importancia de la conjura de Catilina reside, no tanto en el hecho en sí sino, en el conocimiento detallado que tenemos de ella gracias a dos obras que nos hablan de ella. Por un lado tenemos las Catilinarias, cuatro discursos escritos y pronunciados en el Senado por Cicerón contra Catilina; por otro lado disponemos de una obra monográfica del historiador romano Salustio sobre la conjura, De coniuratione Catilinae o Bellum catilinarium (Sobre la conjura de Catilina). En el primer caso Cicerón dio más importancia al acontecimiento para elogiarse a sí mismo, con una visión muy parcial de lo ocurrido y con una escasa visión histórica.

Texto en latín (Oratio in L. Catilinam prima)
xx
Traducción en castellano

1. Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? Nihilne te nocturnum praesidium Palatii, nihil urbis vigiliae, nihil timor populi, nihil concursus bonorum omnium, nihil hic munitissimus habendi senatus locus, nihil horum ora voltusque moverunt? Patere tua consilia non sentis, constrictam iam horum omnium scientia teneri coniurationem tuam non vides? Quid proxima, quid superiore nocte egeris, ubi fueris, quos convocaveris, quid consilii ceperis, quem nostrum ignorare arbitraris?

2. O tempora, o mores! Senatus haec intellegit. Consul videt; hic tamen vivit. Vivit? immo vero etiam in senatum venit, fit publici consilii particeps, notat et designat oculis ad caedem unum quemque nostrum. Nos autem fortes viri satis facere rei publicae videmur, si istius furorem ac tela vitemus. Ad mortem te, Catilina, duci iussu consulis iam pridem oportebat, in te conferri pestem, quam tu in nos [omnes iam diu] machinaris.

1. ¿Hasta cuándo, Catilina, continuarás poniendo a prueba nuestra paciencia? ¿Cuánto más esa locura tuya seguirá burlándose de nosotros? ¿A qué fin se arrojará tu irrefrenable osadía? ¿Acaso nada te ha inquietado el destacamento nocturno del Palatino, nada la guardia de la ciudad, nada el temor del pueblo, nada la concurrencia de todos los hombres de bien, nada esta fortificadísima plaza que es el Senado, nada los labios y los rostros de todos los presentes? ¿No comprendes que tus planes se derrumban, no ves que ya tu conjura ha sido sofocada por el hecho mismo de que todos la conocen? ¿Quién de entre nosotros piensas que no sabe lo que has puesto en práctica la noche pasada y la anterior, dónde has estado, a quiénes has reunido y qué suerte de planes has ideado?
2. ¡Oh tiempos, oh costumbres! El Senado conoce estas cosas, el cónsul las ve: éste, sin embargo, éste vive. ¿Vive? Sí, incluso viene al Senado, se hace partícipe de las deliberaciones públicas, fija su vista en cada uno de nosotros y decreta nuestro aniquilamiento. En cambio, nosotros, decididos varones, juzgamos haber hecho suficiente por la República con lograr huir de sus dardos y su furia. Tiempo ha ya, Catilina, que se te debiera haber conducido a la muerte por orden del cónsul, que esa misma ruina que tú llevas maquinando contra nosotros desde hace mucho se hubiera vuelto en contra tuya.

Diferente es la obra de Salustio, que intenta identificar las razones que llevaron a la conjura, con una visión histórica muy clara: las tradicionales clases de poder ya no tenían ni la fuerza ni la capacidad moral para mantener en vida la República. Las guerras sociales, las guerras serviles y la conjura de Catilina son acontecimientos alarmantes cuya importancia la aristocracia senatorial no supo comprender.

Texto en latín (Bellum Catilinarium, 5) xx Traducción en castellano

5. L. Catilina, nobili genere natus, fuit magna vi et animi et corporis, sed ingenio malo pravoque. Huic ab adulescentia bella intestina, caedes, rapinae, discordia civilis grata fuere ibique iuventutem suam exercuit. Corpus patiens inediae, algoris, vigiliae supra quam cuiquam credibile est. Animus audax, subdolus, varius, cuius rei lubet simulator ac dissimulator, alieni adpetens, sui profusus, ardens in cupiditatibus; satis eloquentiae, sapientiae parum. Vastus animus inmoderata, incredibilia, nimis alta semper cupiebat. Hunc post dominationem L. Sullae lubido maxuma invaserat rei publicae capiundae; neque id quibus modis adsequeretur, dum sibi regnum pararet, quicquam pensi habebat. Agitabatur magis magisque in dies animus ferox inopia rei familiaris et conscientia scelerum, quae utraque iis artibus auxerat, quas supra memoravi. Incitabant praeterea corrupti civitatis mores, quos pessuma ac divorsa inter se mala, luxuria atque avaritia, vexabant.

5. Lucio Catilina, nacido de noble familia, fue de gran fuerza de espíritu y de cuerpo, pero de índole mala y depravada. Desde la juventud le fueron gratas las guerras civiles, las matanzas, los expolios, la discordia civil, y en ellas ejercitó su juventud. Su cuerpo capaz de soportar hambre, frío, vigilias, por encima de lo que se podría creer. Su espíritu audaz, súbdolo, voluble, simulador y disimulador de cualquier cosa, deseoso de lo ajeno, derrochador de lo suyo, ardiente en las pasiones; con bastante elocuencia, poca sabiduría. Su espíritu insaciable deseaba siempre lo desmesurado, lo increíble, siempre lo que estaba demasiado alto. Después de la dictadura de Lucio Sila le había invadido un enorme deseo de conquistar el Estado, y no pensaba en otra cosa más que en cómo conseguirlo, con tal de obtener para sí el reino. Su espíritu feroz se agitaba más y más cada día por la pobreza de su patrimonio familiar y por la conciencia de sus crímenes, que por igual habían incrementado con aquellas artes que antes he mencionado. Lo incitaban, además, las depravadas costumbres de la ciudad, a las que corrompían vicios pésimos y diversos entre sí: el lujo y la avaricia.

 

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Con quién compitió Catilina en los comicios para el consulado del 63 a. C.?

Respuestas

Con Pompeyo.

Con Craso.

Con Cicerón.

Retroalimentación

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Con qué nombre se conocen los discursos pronunciados por Cicerón en el Senado contra Catilina?

Respuestas

Bellum catilinarium.

Catilinarias.

De coniuratione Catilinae.

Retroalimentación

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Qué historiador latino analiza con rigor la conjura de Catilina?

Respuestas

Cicerón.

César.

Salustio.

Retroalimentación