1.1 - Pompeyo y Craso cónsules en el 70 a.n.e.

Pompeyo, gracias a sus dotes militares, consiguió resolver un conflicto heredado de la época de Sila. Hispania durante casi diez años se vio involucrada en una auténtica guerra civil, consecuencia de la lucha para alcanzar el poder en Roma entre los partidarios de Mario y de Sila. Este conflicto se conoce como guerra de Sertorio o Guerras Sertorianas (83 - 72 a.n.e.).
Quinto Sertorio, miembro del partido de los populares y partidario de Mario, había sido nombrado propretor de la provincia de Hispania y, en el marco de la guerra entre Mario y Sila, decidió desafiar la autoridad de Roma, separándose de ella y buscando un Estado independiente en la península ibérica.


A pesar de la oposición de Roma, Sertorio consiguió ampliar su poder en el territorio peninsular y de nada valieron las diferentes campañas militares, pues Sertorio tenía tropas bien preparadas y era un buen conocedor del terreno. La guerra se prolongó hasta que Pompeyo asumió el mando de las operaciones y consiguió reducir poco a poco el territorio controlado por Sertorio, quien finalmente fue asesinado por un lugarteniente que lo traicionó. De esta forma Hispania volvía a estar bajo el control de Roma.

Fotografía de las ruinas de Tiermes, Soria
Espartaco crucificado es recogido por un niño
Tiermes, Soria
Imagen en Wikimedia. Dominio público
Espartaco
Imagen en Wikimedia. Dominio público

Por lo que concierne a Craso, uno de sus principales éxitos fue acabar con la rebelión de los esclavos encabezada por Espartaco. Este enfrentamiento tomó también el nombre de guerra servil, cuyo nombre deriva de servus que significa "siervo" o "esclavo". Esta guerra se inicia con la sublevación de los gladiadores de la escuela de Capua, capitaneados por Espartaco; a esta sublevación se sumaron los esclavos que trabajaban en las fincas de Italia, descontentos de sus condiciones de vida. Los gladiadores, guiados por el tracio, crearon serios problemas a los ejércitos de Roma ya que era gente preparada para la lucha y el combate, pero también desesperada que no tenía nada que perder. Tras dos años de enfrentamientos, en los que Espartaco asoló el centro y el sur de Italia, Craso consiguió derrotarlos en el 71 a.n.e.

Pompeyo y Craso, aunque tuvieran posiciones diferentes, decidieron colaborar para conseguir el poder. Ambos eran antiguos partidarios de Sila y querían borrar su pasado. Para ello, decidieron unir sus clientelas para ser elegidos cónsules y lo consiguieron en el 70 a.n.e., gracias al apoyo del partido de los populares. Durante su mandato consiguieron dos objetivos: devolver los antiguos poderes a los Tribunos de la Plebe; y resolver el conflicto entre el Senado y los equites (los caballeros), que se disputaban el control de los tribunales.

En política exterior, Pompeyo consiguió acabar con la piratería que infestaba las aguas del mar Mediterráneo y anexionar al territorio de la República la región de Siria, que se convirtió en otra provincia más del Estado romano.

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Cuáles fueron los principales éxitos de Pompeyo?

Respuestas

Vencer a Sertorio y los piratas del Mediterráneo.

Vencer a Espartaco.

Desbaratar la conjura de Catilina.

Retroalimentación

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Dónde se desarrolló la guerra de Roma contra Sertorio?

Respuestas

En Italia

En Hispania

En Siria.

Retroalimentación

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Quién era Espartaco?

Respuestas

Un general rebelde.

Un gladiador de la escuela de Capua.

Un esclavo de una finca agrícola de Italia.

Retroalimentación

AV - Pregunta de Elección Múltiple

Pregunta

¿Quiénes unieron sus clientelas para ser elegidos cónsules en el 70 a. C.?

Respuestas

Pompeyo y César.

Pompeyo y Craso.

César y Craso.

Retroalimentación

Actividad de Lectura

A continuación tienes un texto que nos relata la llegada de Espartaco a las minas del desierto de Nubia, en Egipto, donde estuvo como esclavo antes de pertenecer a la escuela de gladiadores. Te pedimos que, tras la lectura, reflexiones sobre la condición del esclavo en el mundo romano (aunque aún se da la esclavitud en muchos lugares del mundo) y cómo explicarías el deseo de sobrevivir en estas condiciones. Comenta la expresión que aparece en la exposición teórica sobre la rebelión de los esclavos: "era gente desesperada que no tenía nada que perder".

De modo que ocurrió que antes de que se hablara de un infierno cristiano en libros y en sermones -y posiblemente también después- ya existía en la tierra un infierno que los hombres habían visto y al que miraban y conocían muy bien. Porque está en la naturaleza del hombre el que solamente pueda escribir sobre los infiernos que él mismo ha creado primero [...].

Entra pues en este desierto. Avanza con ahínco por el polvo blanco y siente cómo golpea en tus espaldas ola tras ola de terrible calor. Tan caliente como todo lo imaginable pero lo suficiente como para permitir que un hombre viva; tal es el calor que existe allí [...]

Llegas a las minas como llegó Espartaco, con ciento veintidós tracios encadenados de cuello a cuello arrastrando sus cadenas ardientes a través del desierto [...]

Éste, pues, era Espartaco, que no conoce el futuro y no tiene motivos para recordar el pasado y a quién nunca se le ha ocurrido que los que trabajan puedan llegar jamás a hacer otra cosa que trabajar, ni tampoco que nunca llegue un tiempo en que el hombre pueda trabajar sin que el látigo fustigue sus espaldas.

¿En qué piensa mientras avanza penosamente a través de la arena caliente? Bueno, habría que saber que cuando un hombre arrastra una cadena, piensa muy poco, en muy pocas cosas y la mayor parte del tiempo lo mejor es no pensar en otra cosa que en cuándo se volverá a comer otra vez, beber nuevamente, dormir de nuevo [...]

Cuando llegan a ella (la mina), ha terminado el día de trabajo y los esclavos van saliendo de los pozos [...] Se han estado arrastrando en las galerías y ahora que salen al exterior siguen arrastrándose como animales. No se han bañado desde que se encuentran aquí y nunca más volverán a bañarse. Su piel es un conjunto de retazos de polvo negro y mugre marrón; su cabello es largo y está apelotonado, y, cuando no son niños, tienen barbas. Algunos son negros y otros blancos, pero la diferencia es ahora tan pequeña que difícilmente se la toma en cuenta. Todos tienen desagradables callosidades en las rodillas y en los codos y están desnudos, completamente desnudos. ¿Por qué? ¿Es que las ropas los harán vivir más tiempo? La mina tiene un solo propósito, proporcionar beneficios a los accionistas romanos, y aún unas sucias hilachas de vestidos cuestan algo.

Pero hay algo que todos ellos llevan. Cada uno tiene en su cuello un collar de bronce o de hierro y, cuando van saliendo arrastrándose fuera de la roca negra, los capataces unen cada collar a una larga cadena y, cuando el número de encadenados llega a veinte, los hacen marchar hacia su barraca. [...]

Llevan con ellos sus herramientas, los picos de hierro, las barras y los formones. Muchos de ellos llevan rústicas lámparas atadas a sus cabezas. Los niños, flacos como arañas, se contorsionan al caminar y pestañean constantemente al entrar en contacto con la luz. Los niños nunca crecen: sirven para dos años a lo más, después de llegar a las minas, pero no hay otro modo de seguir la veta de oro de las piedras cuando se hace más delgada y cambia de rumbo. [...]

Ahora los esclavos van a comer y los tracios son llevados con ellos. La caverna en la piedra, que es su barraca, ha sido construida en la base de la propia escarpa. Fue construida hace mucho [...]. Nunca se ha limpiado. La suciedad depositada allí durante décadas se ha podrido y endurecido sobre el piso. Los capataces nunca entran allí. Si dentro se produjera algún motin, se limitarían a suspender la ración de alimentos y agua; después de haber estado suficiente tiempo sin alimentos ni agua, los esclavos se volverán dóciles y se arrastrarán hacia fuera, como animales que son. Cuando alguien muere dentro, los esclavos sacan el cadáver. Pero a veces un niñito muere en la profundidad de la caverna y nadie lo advertirá ni nadie lo echará de menos hasta que la descomposición de su cuerpo lo ponga en evidencia. Tal clase de lugar es la barraca.

Los esclavos entran allí sin las cadenas. Al entrar se las retiran y les entregan un tazón de madera con alimento y una bota de cuero con agua. La bota contiene poco menos de un cuarto y ésta es la ración que les proporcionan dos veces al día. Pero dos cuartos de agua al día no son suficientes para reponer lo que el calor sustrae del cuerpo en un lugar tan seco, de modo que los esclavos están sujetos a un proceso progresivo de deshidratación. Si otras cosas no los matan, tarde o temprano aquello destruirá sus riñones y, cuando el dolor llegue al extremo de impedirles trabajar, serán abandonados en el desierto para que mueran.

Todo eso lo sabía Espartaco. Él lo sabe todo respecto a los esclavos y la comunidad de los esclavos es la suya. Ha nacido en ella; ha crecido en ella; ha madurado en ella. Conoce el secreto fundamental de los esclavos. Es un deseo, no de placeres, comodidades, alimentos, música, risa, amor, abrigo, mujeres o vino; nada de eso. Es el deseo de aguantar, de sobrevivir. Eso y nada más que eso: sobrevivir. No sabe por qué. No hay razón para tal supervivencia ni lógica en ese sobrevivir; pero tampoco la hay en el conocimiento y en el instinto. Ningún animal podría sobrevivir en esa forma; el modo de sobrevivir no es sencillo; no es una tarea fácil; es mucho más complejo y se requiere más meditación y es más difícil que todos los problemas que haya afrontado la gente que nunca afrontó este problema. Y también hay una razón para ello. Y lo que justamente no conoce Espartaco es la razón.

Pero quiere sobrevivir. Se adapta, se amolda, acepta las condiciones, se aclimata, se sensibiliza. El suyo es un organismo de profunda fluidez y flexibilidad.

Howard Fast: Espartaco. págs 108-117