2. Efectos de la fatiga en el sistema neuromuscular, endocrino e inmunológico
2.1. Efectos sobre el sistema neuromuscular
En el sistema neuromuscular, las zonas donde se concentra la fatiga son: la corteza motora, las estructuras control de las motoneuronas, la placa motora y el sarcolema (Thorsen et al., 2001). En este sentido, cuando determinadas motoneuronas están en estado de agotamiento, el sistema neuromuscular debe solicitar otras porciones musculares, las cuales manifiestan un umbral de excitación mayor que las anteriores, exigiendo así una mayor participación del sistema nervioso e incrementando aún más la fatiga del propio sistema. Por ese mismo motivo, la solicitación de nuevas porciones musculares puede no producirse o realizarse de manera lenta o desequilibrada, afectando directamente a la coordinación muscular, ya que disminuyen los potenciales de las unidades motoras (Kisner y Colby, 2005).
La descoordinación y la falta de precisión en los movimientos provocadas por la fatiga hacen que se incremente el riesgo de que el deportista sufra una lesión porque adopte modificaciones en su gesto deportivo, utilizando los recursos psicofisiológicos de los que dispone. Acciones habituales como los aterrizajes de saltos o los cambios de dirección pueden verse afectadas en situaciones de fatiga, ya que tanto los picos de fuerza en rodilla como los ángulos de flexión, rotaciones internas o abducciones y aducciones de tobillo y rodilla varían en un mismo sujeto en virtud de manifestar un estado de fatiga o no.
2.2. Efectos sobre el sistema endocrino
A nivel endocrino, el ejercicio físico y la fatiga provocada por el mismo modifican, inciden en y alteran los procesos endocrinos y hormonales en el organismo. El sistema endocrino regula multitud de procesos fisiológicos, elevando el consumo energético cuando se está realizando algún tipo de ejercicio. De esta forma, grupos hormonales como las catecolaminas (CA), la hormona del crecimiento (GH), la adrenocorticotropa (ACTH), la testosterona (T) o el cortisol (C), entre otras, se ven influidas por el ejercicio. Tras el ejercicio físico el organismo responde adaptándose en la función hormonal. Algunos de los efectos hormonales causados por la fatiga después del ejercicio físico pueden ser sensación de cansancio, fatiga general, dolor muscular y segregación diferenciada de ciertas hormonas respecto a los sujetos no fatigados (como por ejemplo el descenso en la producción de CA).
2.3. Efectos sobre el sistema inmunológico
Desde que el ser humano nace, al igual que el resto de animales, queda expuesto a multitud de infecciones y otros procesos desencadenantes de enfermedad. Ante estos agentes extraños, el organismo pone a disposición el conocido sistema inmunitario, que lucha a favor de la homeostasis corporal. El ejercicio físico moderado influye positivamente sobre el sistema inmunitario, mejorando la funcionalidad de fagocitos, linfocitos y células NK (De la Fuente, 2002). Esto no ocurre en sujetos que están en estado de fatiga o sobreentrenados, pues diferentes estudios han comprobado que el ejercicio físico intenso y prolongado, o sujetos que desarrollan el SSE, manifiestan una disminución significativa de los procesos inmunológicos (Knight, 2000; Pedersen y Hoffman-Goetz, 2000; Dias et al., 2017). De esta manera, tenemos sin duda más información contrastada para ofrecer a los deportistas una planificación del entrenamiento deportivo detallada y adaptada a sus características, que evite los estados de fatiga prolongados y donde se produzca la adaptación del organismo a las cargas de entrenamiento. Los beneficios del ejercicio físico pueden verse mermados sin una programación adecuada, por lo que, como profesionales del entrenamiento, hemos de apuntar a controlar ciertos parámetros que nos proporcionen indicios de la no adaptación de los sujetos, pues las consecuencias pueden ser desastrosas para los deportistas.