2.3 Edad moderna
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A finales del siglo XVI, en 1600, el futuro médico de la reina Isabel I de Inglaterra, William Gilbert, publica su obra De Magnete, un tratado sobre el magnetismo experimental. En la publicación, se recogen los conocimientos experimentales que se poseían en la época acerca de los fenómenos y los materiales magnéticos.
En el ejemplar, tomando como base las observaciones que hiciera Maricourt, establece que la Tierra es un enorme imán permanente cuyos polos norte y sur están cerca, respectivamente, de los polos sur y norte geográficos, aunque no coinciden con ellos.
En este tratado, no existen referencias lo suficientemente argumentadas como para dar una idea acerca de la naturaleza del magnetismo.
Pero se iba extendiendo una idea entre los físicos más importantes, por no decir eruditos notables, de la época. Dicho pensamiento se sustentaba en el patrón de las interacciones, atractivas y repulsivas, semejantes a las que surgen en las interacciones eléctricas.
La hipótesis proponía que los fenómenos magnéticos y eléctricos tuvieran un origen común.
Así, tanto Coulomb, prestigioso físico experimental, como el propio Gilbert, realizaron multitud de experimentos destinados a medir la intensidad de la interacción entre imanes y cargas eléctricas. Sin embargo, no fue posible obtener un resultado satisfactorio y posible que permitiera la verificación de la suposición.
La naturaleza del magnetismo seguiría siendo un misterio unos años más.