4.2. El mueble y el vestuario durante el Renacimiento
En el Renacimiento los muebles son el reflejo del gusto de la época: a la medida del hombre, con decoraciones inspiradas en las romas grecorromanas, donde los frontones, las columnas y los frisos se alternan con relieves mitológicos, bustos y medallones.
Aparecen nuevas técnicas, como la pastiglia, que consistía en recubrir los muebles con una mezcla de yeso y cola que se pegaba a una tela y ésta finalmente a la superficie. Esta pasta permitía la impresión de un molde con motivos decorativos complejos, y una vez seca la pasta, se pintaba o cubría con láminas metálicas de estaño, plata y oro. Y desde la corte de los Médidi se hace popular la pintura con piedras, es decir, recubrir las superficies de las mesas con unas finas láminas de piedras semipreciosas que formaban exquisitos conjuntos decorativos.
Las patas de los muebles solían tener garras de león, y el mueble por excelencia de esta época es el cofre o cassone, que en ocasiones adopta forma de sarcófago. El cabinet es un mueble que sirve para guardar joyas, con un atapa abatible. Los muebles españoles son por lo general más sobrios y modestos, y presentan una mayor decoración católica, con crucifijos, cuadrados y cuarterones. Destaca la silla tipo frailero, con brazos, respaldo rígido y asiento de cuero, y el brasero, que aún hoy no puede faltar bajo la mesa durante el invierno.
De la verticalidad reinante durante el gótico, en el renacimiento la vestimenta se basa en la horizontalidad, y cada país hará sus propias versiones de esta coordenada en la indumentaria. También hay que destacar que tras la vuelta de Cristóbal Colón de su viaje por las Américas, se incorporaron elementos exóticos como el abanico. En Alemania se exageraron los tocados y gorros con plumas y formas variadas. Hay una prenda característica: lo gorguera. Tuvo su origen como un cordón que servía para fruncir el cuello de las camisas, pero fue evolucionando hasta convertirse en una prenda autónoma, que los flamencos dotaron de rigidez gracias al uso del almidón. Y tanto para hombres y mujeres se utilizó el acuchillado, es decir, que las prendas tenían cortes abiertos para dejar ver el forro interior de las prendas.
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Retrato de Tomás Moro |
Autorretrato de Alberto Durero |
Los hombres se atrevían a usar prendas de seda de llamativos colores, bonetes o gorros con forma cónica, y los jubones, una penda rígida que cubría la espalda profusamente decorados.
Los ropajes femeninos son complejos, con varias capas y extremadamente decorados con hilos de plata y oro, además de usar tejidos como los terciopelos, brocados y damascos. Corpiños de talle corto, escotes en forma de V y ricos peinados terminaron de adornar a la sofisticada mujer renacentista.
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Bronzino. Leonor de Toledo |
Pantoja de la Cruz. Isabel Clara Eugenia |
Curiosidad
Las coquetas mujeres renacentistas mejoraron la técnica del maquillaje como nunca. Cennino Cennini describe así cómo debían de maquillarse: … no obstante te diré que si quieres conservar mucho tiempo tu tez con su propio color, lávate sólo con agua de la fuente, de pozo o de río, y ten por cierto que toda otra agua manufacturada vuelve en poco tiempo flácida la piel de tu rostro, los dientes negros, y finalmente las mujeres envejecen antes de tiempo.
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Es una mezcla de yeso y cola
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Destacan por su sobriedad
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Destacan las horizontales
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Importante
Los muebles renacentistas se decoran usando los mismo elementos del gusto grecorromano de la época, con motivos mitológicos rodeados de elementos arquitectónicos de la antigüedad clásica. Destacan las técnicas de la pintura con piedras y la pastiglia, y los muebles más comunes son el cofre o cassone.
La indumentaria se enriquece con bordados, terciopelos e hilos de plata y oro. Se ponen de moda la gorguera y el acuchillado.