3.4. Domenikos Theotokópoulos. El Greco

Doménico Theotocópuli—que ha pasado a la historia como el Greco—nació en Creta (Candía) en el año 1541 (Miguel Ángel murió en 1564) y, en principio, parece que fue pintor de iconos (estilo bizantino). Hay que recordar que la capital del Imperio Bizantino cayó en manos de los turcos en 1453 y que un gran número de intelectuales y artistas bizantinos emigró a la Europa latina, algo que explica en buena medida el humanismo y el renacimiento italianos. El Greco quizás se puede contar entre estos «emigrados» que huyen de la barbarie turca (el incendio de la biblioteca de Constantinopla); así, pues, comenzó pintando iconos sobre tablas, según la tradición bizantina: temple sobre madera y pan de oro. Debe recordarse que los criterios para realizar iconos eran muy estrictos. Las primeras obras del Greco lo dejan claro. Sin embargo, parece que ya en Creta tuvo contacto con pintores italianos (Giorgio Klotza).

 Icono de la Crucifixión 
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público

Creta era una «base» veneciana en el Mediterráneo oriental; por eso no es extraño que hacia 1567 el Greco estuviese en Venecia, ciudad en la que entró en contacto con Tiziano y donde, según parece, adquirió conciencia de la importancia del color y de la luz. Sin embargo, quien conozca los iconos bizantinos sabe de la importancia de la luz y de eso que se ha dado en llamar «perspectiva invertida». Y nadie que conozca Santa Sofía puede dudar de la importancia que la luz tiene en el arte bizantino. Sin duda, en Venecia se familiarizó con el uso que los italianos hacían del color y de la composición (Tintoretto); también en Venecia debió descubrir el manierismo, pero el Greco lo interpretará a su manera, con una independencia que le causó no pocos problemas. El color se manifestará como la clave de su pintura, pues el dibujo siempre está al servicio del color y nunca al revés: digamos que la influencia de Tiziano es más evidente que la de Miguel Ángel, cuya obra conoció. De hecho, parece que trabajó en la Academia de San Lucas en Roma; pero en 1575 ó 1576 viaja a España. El motivo seguramente fue la gran demanda de pintores italianos en la corte de Felipe II (el Escorial). Sin embargo, su permanencia en la Corte no tuvo el efecto buscado, pues se rechazó su cuadro de San Mauricio. En 1577 se instalará definitivamente en Toledo, donde morirá en 1614.

La influencia de Tintoretto se aprecia en La expulsión de los mercaderes del Templo (pintado hacia el 1595): arquitectura (gusto por Palladio) y color, aunque éste todavía ganará peso en las pinturas posteriores; pero llama poderosamente la atención la independencia del Greco: con frecuencia pinta si seguir la tradición iconográfica anterior (el caso de su San Mauricio), algo que hizo que la Corte no lo tuviese en consideración. De todos modos, en Toledo el Greco sufrirá la influencia del misticismo castellano y, sin duda, de las decisiones que se tomaron en el Concilio de Trento.

 La expulsión de los mercaderes del templo
Imagen en Wikipedia. Dominio público

En la etapa toledana el Greco desarrollará plenamente su estilo, personalísimo, en el que su peculiar manierismo se constituye como lenguaje para trasmitir ideas y emociones. Los escorzos, alargamientos de las figuras, «deformaciones»… hacen que sus personajes parezcan verdaderas llamas que se elevan. Sin duda, los colores fueron siempre venecianos (rojo, azul, morado, amarillo, verde: El expolio), capaces de dotar de volumen a las figuras; pero esos colores tienen un significado propio en la forma tan peculiar que tuvo el Greco de pintar, pues la primera impresión que pueden darnos sus obras es la de apresuramiento, con elementos casi sin terminar; los cuerpos de sus obras (véanse los apostolados o La adoración de los pastores) no son naturalistas, no pesan pese a su volumen, sino que asemejan más bien a espíritus ascendiendo. En sus obras más tardías podría decirse incluso que el Greco anticipa el impresionismo: pueden analizarse con provecho las azucenas de la Asunción, que se encuentra en el museo toledano de Santa Cruz.  Incluso la profundidad de sus obras—de la que nos prescinde—tiene un significado diferente; es cierto, sin embargo, que en algunas de sus obras (La Trinidad, por ejemplo, o Pentecostés o La resurrección) los fondos parecen desdibujarse y son sólo el color sobre el que se recortan las figuras, siempre ascendentes. Véase, sin embargo, La oración en el huerto para comprobar la persistencia de los fondos cuando el tema lo exige. En esto se muestra deudor de su aprendizaje bizantino.  Sabemos, en cambio, que el artista retocaba permanente sus obras y era muy cuidadoso. En definitiva, fue capaz de crear un lenguaje propio que lo distingue plenamente de otros pintores de su época. El tiempo fue aunando en un estilo nuevo sus influencias bizantinas, venecianas, florentinas, romanas… Y no se doblegó al gusto de sus clientes, sino que supo hacerles acceder a su lenguaje.

 El expolio
Imagen en WikipediaDominio público

Una de las obras más famosas del Greco, perteneciente a su etapa toledana, es El entierro del conde de Orgaz, que fue realizado hacia 1587 por encargo del párroco de la iglesia de Santo Tomé. Encontramos en la obra un lenguaje personalísimo. Dividida en dos partes (como en el caso de La alegoría de la Liga Santa, realizado para celebrar la victoria de Lepanto, o el caso de El bautismo, en el que todo el fondo ha desaparecido y los personajes se acumulan hasta convertir la escena en algo irreal), la inferior, que representa el milagro (san Esteban y san Agustín recogen el cuerpo del difunto), pero el tratamiento del color es peculiarísmo, pues los dorados de las casullas contrastan enormemente con el negro de los vestidos de los asistentes y con el prodigioso blanco, pura transparencia, del clérigo que, en un expresivo gesto, contempla cómo es recibida en el Cielo el alma, también transparente, del conde. Los rostros son verdaderos retratos, pero no sólo del cuerpo, sino de las almas: hay en la obra una espiritualidad acendrada, muy castellana, acorde con el espíritu de la Contrarreforma.

Sin duda, mucho más se puede decir sobre el Greco, uno de los grandes artistas de la historia, porque fue capaz de hacer lo que hasta ese momento nadie había hecho a su manera. La gracia de sus figuras es capaz de transportarnos a un mundo allende éste, donde la belleza es luminosa. Basta contemplar las prodigiosas nubes de sus paisajes de Toledo para comprender que en el Greco hubo, realmente, algo nuevo.

 El entierro del Conde de Orgaz
Imagen en WikipediaDominio público

Importante

El Greco nació en Creta y comenzó su actividad artística pintando iconos. Viajó a Venecia donde se encontró con al influencia de Tiziano. Allí también descubre el manierismo. En 1577 se instala definitivamente en Toledo.

En esta ciudad desarrolla su estilo: los escorzos, alargamientos de las figuras, «deformaciones»y los colores que siempre fueron venecianos.

Podemos decir que es capaz de adelantarse hasta el Impresionismo.

Sus obras más importantes son: El expolio, La expulsión de los mercaderes, EL entierro del Conde de Orgaz...

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Creta era una «base» veneciana en el Mediterráneo oriental; por eso no es extraño que hacia 1567 el Greco estuviese en , ciudad en la que entró en contacto con   y donde, según parece, adquirió conciencia de la importancia del color y de la luz. Sin embargo, quien conozca los iconos bizantinos sabe de la importancia de la y de eso que se ha dado en llamar «perspectiva invertida». Y nadie que conozca Santa Sofía puede dudar de la importancia que la luz tiene en el arte bizantino. Sin duda, en Venecia se familiarizó con el uso que los italianos hacían del color y de la composición (Tintoretto); también en Venecia debió descubrir el  pero el Greco lo interpretará a su manera, con una independencia que le causó no pocos problemas. El color se manifestará como la clave de su pintura, pues el dibujo siempre está al servicio del color y nunca al revés: digamos que la influencia de Tiziano es más evidente que la de , cuya obra conoció. De hecho, parece que trabajó en la Academia de San Lucas en Roma; pero en 1575 ó 1576 viaja a . El motivo seguramente fue la gran demanda de pintores italianos en la corte de Felipe II (el Escorial). Sin embargo, su permanencia en la Corte no tuvo el efecto buscado, pues se rechazó su cuadro de San Mauricio. En 1577 se instalará definitivamente en , donde morirá en 1614.

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