2.1. Italia: sigue el neorrealismo

Ya estuvimos hablando sobre el neorrealismo, ese corriente cinematográfica que se da en Italia a mediados del siglo XX y que plasma la realidad desde el punto de vista más objetivo posible, eso sí, no sin una cierta dosis de crítica y dramatismo. En general podemos afirmar que el neorrealismo se independiza del cine de los grandes estudios que se habían creado en Italia para plasmar con gran maestría el entorno cercano, pero en ocasiones le fue reprochado que sus películas caían en la sensiblería a través de personajes estereotipados y bajo un argumento algo indiferente. En general podemos recordar algunas de sus características y que se van a seguir apreciando en esa época:

• la transmisión de los sentimientos se hace más importante que la propia imagen, aunque eso no quiere decir que se subestime se centran más en los diálogos como modo de acercarse a la realidad.
• no eligen a caras conocidas para representar los papeles para que no distorsione el efecto de realidad que provoca una cara conocida. Intentan que los actores sean personas de otras profesiones que no interpreten sino que cuenten la vida.
• la mujer y la infancia como temática había estado alejado de la pantalla como ejes protagonistas, por ello, los directores neorrelistas los incorporar a sus historias.
• la improvisación será una técnica muy utilizada. No es de extrañar, pues en la vida nada está atado sino que va fluyendo y surgiendo sin saber muy bien que es lo que va ocurrir más adelante.
• las historias no están vacías de contenido, sino que sirven para realizar una crítica social y un posicionamiento moral al lado de los que más sufren.

Visconti en Muerte en Venecia. Imagen en Wikimedia Commons de dominio público	Marcello Mastroianni y Anita Ekberg en La Dolce Vita. Imagen en Wikimedia Commons de dominio público

Es posible que recuerdes los nombres de Rossellini y Vittorio De Sica, aunque fue Luchino Visconti quien dirigió la primera película que se considera neorrealista, Obsesión (1943), basada en la novela El cartero siempre llama dos veces. Después de ese vinieron otras como La Terra trema (1948), una trilogía sobre la agricultura, pesca y minería de posguerra. Con Bellísima (1951) su trayectoria sufre un giro hacia un modelo más personal en el que busca marcos históricos que envuelve en una especie de escenario operístico y que podemos observar en Senso, Ludwig, El Gatopardo o Muerte en Venecia. A partir de los años 60, con Rocco y sus hermanos, vuelve a sus inicios y a imbuir sus películas con el espíritu del neorrealismo. 

Federico Fellini es otro de los directores neorrealistas. Aprendió de la mano de Rossellini rodando en 1951 su primera película El jeque blanco, tres años después ganaría su primer Oscar con La strada. Una de las que alcanzó mayor fama internacional fue La Dolce Vita, una historia que se desarrolla en Roma y que entraña una crítica sobre la sociedad hedonista y consumista que comenzaba a aflorar en los 60, y que constituye un cambio en su trayectoria cinematográfica. Fruto de este giro personal lleno de imaginación, exuberancia y un toque de humor son películas como Ocho y medio, Roma o Casanova.