¿Por qué hay personas que se creen mejor que otras solo por una cuestión racial?

¿Por qué los miembros de unas naciones no ven con buenos ojos a los de otra?

¿Por qué cuando un equipo de futbol gana una final, sus seguidores destrozan las calles?

A estas preguntas quiere dar respuestas la psicología social, el primero en hacerlo fue, a principios del S.XX, el psicólogo francés Gustave Le Bon cuando comienza a estudiar el fenómeno de la "masa social", entendiendo a esta como el ente surgido de la unión de un grupo de individuos. Decimos "ente" porque Le bon la va a dotar de unos rasgos y características como son el ser una unidad homogénea y tener un sentido de ser, es decir, no surge de la nada, y este sentido la dota de vida.

Para que se cree la masa, Le bon, entiende que debe de haber un líder carismático que sepa manipular a los individuos que la conforman apelando a sus sentimientos y no a su razón, para que surja la idea de uniformidad que quiere crear.

Una persona, cuando se integra en una masa deja de ser un individuo, comienza a ser un elemento más de esta, se convierte en un ser anónimo y esto le hace perder el sentimiento de responsabilidad de sus actos, llegando a hacer cosas que no haría por sí mismo y a nivel individual como, por ejemplo, quemar un contenedor o tirar huevos a la fachada de un edificio público. Esto se produce por una especie de contagio emocional que se propaga rápidamente entre los miembros del grupo que les hace entrar en un estado que podríamos denominar "hipnosis colectiva", en la que son muy sugestionables y dejan que se imponga la voluntad del grupo a la propia, perdiendo tanto el control de sus actos como su personalidad.