4. La economía personal y el ahorro

Ya hemos visto que la economía se basa en la necesidad de elegir el mejor uso posible de unos recursos escasos. Si hay una parte de la economía en la que eso es fácil de ver es en nuestra economía personal. ¿Qué me puedo permitir y a qué debo renunciar para llegar a fin de mes? ¿De cuánto puedo disponer y durante cuánto tiempo si pierdo el empleo? ¿Tengo fondos para hacer frente a un imprevisto? ¿Me interesa ahorrar para asegurarme de tener lo suficiente cuando esté jubilado?

Desde el punto de vista económico, toda familia funciona sobre la base de un presupuesto, que es la diferencia entre sus ingresos y sus gastos en un determinado período.

La base de los ingresos de una familia lo forman sus rentas, que, como recordarás, son los ingresos que las familias reciben por ceder sus factores de producción (por ejemplo, un salario o las rentas recibidas por un inmueble en alquiler).

Para saber más

Renta y patrimonio

Bañera
Imagen en Pixabay. Dominio público.

Es importante tener en cuenta que las rentas de una familia no son los mismo que su riqueza. Las rentas son ingresos medidos a lo largo de un determinado período de tiempo, por ejemplo un año. Miden un flujo económico. En cambio la riqueza o patrimonio es el conjunto de bienes y derechos que una familia tiene acumulados en un momento determinado. O sea, que mide una situación económica puntual.

Imagina una bañera. Podemos comparar la renta con el agua que está saliendo cada minuto del grifo. La riqueza o patrimonio sería el agua acumulada en la bañera. A lo mejor te pueden parecer dos formas de llamar a lo mismo. Pero estarás de acuerdo en que no es lo mismo una bañera vacía con un grifo a plena potencia que una bañera rebosante pero con el grifo seco. En general, las familias acumulan patrimonio a lo largo de su ciclo vital (casa, coches, productos financieros...), pero lo más normal es que sus rentas disminuyan a partir de la jubilación.

Importante

Si a los ingresos que recibe una familia les quitamos los impuestos nos queda lo que se llama renta disponible, es decir, aquella parte de su renta sobre la que las familias pueden realmente disponer. La renta disponible puede destinarse a dos usos: el consumo y el ahorro.

Ahorro
Imagen de Pixabay. Dominio público.

El ahorro no es más que el sacrificio de un consumo presente a cambio de un consumo futuro. Pero los seres humanos somos como somos, y siempre nos parecen más urgentes las necesidades presentes que las necesidades futuras. Así que ¿por qué ahorramos? Hay muy buenas razones para ello:

  • Obtener seguridad para el futuro, especialmente pensando en imprevistos (un frigorífico que de golpe se estropea, la necesidad de cambiar de coche, una enfermedad, quedarse sin empleo...) y en la jubilación.
  • Acumular una reserva para hacer un gasto importante (por ejemplo, la compra de una casa)
  • Obtener un rendimiento del dinero ahorrado.

Pero también existe la situación contraria al ahorro: el endeudamiento. En este caso estamos hablando de un consumo realizado no a partir de ingresos actuales, sino de ingresos futuros. El endeudamiento a menudo es necesario: ¿quién sería capaz de comprar una casa sin endeudarse? Pero plantea riesgos evidentes:

  • Estás sacrificando un consumo futuro a cambio de un consumo presente, con el agravante de que, como humanos que somos, tendemos a exagerar la importancia de las necesidades presentes con respecto a las futuras.
  • Estás introduciendo un elemento de riesgo en tu presupuesto futuro, ya que no puedes asegurar qué ingresos o gastos tendrás en ese momento.
  • Las cosas te salen más caras, ya que tienes que pagar los intereses.

Importante

El ahorro consiste en reservar parte de los ingresos, sacrificando un consumo presente a cambio de un consumo futuro.

El endeudamiento consiste en un consumo realizado a partir de ingresos futuros.

balanza
Imagen en Pixabay. Dominio público.

En un presupuesto familiar, como en el presupuesto de un Estado, se debe perseguir un saldo presupuestario equilibrado o positivo, es decir, la diferencia entre ingresos y gastos (calculados sobre la misma base de tiempo, por ejemplo un mes) debe ser igual o superior a 0. Pero la situación ideal es que controlemos el gasto de tal forma que el consumo sea regularmente inferior a la parte disponible de las rentas regulares (omitiendo ingresos puntuales, extraordinarios, etc).

Eso significa elegir y priorizar muy bien en qué gastamos, es decir, que ordenemos con claridad cuáles son los gastos vitales que tenemos y de cuáles podemos prescindir. Significa también identificar y calcular adecuadamente los gastos: si nuestras rentas se calculan sobre una base mensual, también habrá que incluir sobre esa misma base los gastos que representan el pago de nuestras letras, cuotas e intereses por préstamos o compras a plazos, así como la parte correspondiente de aquellas facturas que se cobran cada tantos meses, o de los seguros que se cobran una vez al año, etc.

Importante

Un presupuesto familiar equilibrado es aquel en el que los gastos son menores que la parte regular de los ingresos que queda disponible tras pagar los impuestos, de tal forma que se pueda reservar una parte para el ahorro.

Curiosidad

¿Quieres saber en qué gastan las familias españolas sus ingresos? Échale un vistazo a esta infografía elaborada por el INE a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares.

dinero bajo el colchón
Imagen de IMTFI en Flickr. Licencia CC.

El ahorro, por tanto, es fundamental. Pero ¿cómo ahorrar? Meter el dinero bajo el colchón, como se dice habitualmente, es poco seguro y poco práctico. Ir a comprar una casa con 200.000 euros en billetes debajo del abrigo no parece una decisión sensata. Pero es que, además, si inmovilizas físicamente tu dinero este acabará perdiendo valor con el tiempo debido a la inflación. Y es que en una economía moderna una inflación moderada es la situación más común.

En momentos de crisis es frecuente que, ante la inseguridad, mucha gente inmovilice parte de sus ahorros en bienes refugio. Por ejemplo, la compra de oro y plata (y por tanto su precio) aumenta en los momentos de incertidumbre económica, porque se suele asumir que su valor caerá menos que el de la moneda.

Pero lo más común es que los ahorros se canalicen mediante el sistema financiero.

Importante

El sistema financiero es el conjunto de instituciones que se encargan de canalizar el dinero de los ahorradores para atender a las necesidades de financiación de los inversores.

intermediarios financieros
Sistema financiero
Imagen de elaboración propia

Hasta ahora hemos hablado de muchos aspectos financieros de la economía (dinero, depósitos, préstamos, tipos de interés...) y en general los hemos relacionado con bancos. Pero los bancos son solo la figura más importante de un sistema financiero mucho más complejo. Existen varios tipos de intermediarios financieros:

1) Bancarios: Son aquellas entidades que pueden captar fondos del público y crear dinero bancario. Son fundamentalmente los bancos centrales (Banco Central Europeo, Banco de España...) y los bancos privados, a los que habría que sumar las pocas cajas de ahorro que aún existen, las cooperativas de crédito y el Instituto de Crédito Oficial (ICO).

2) No bancarios: Son aquellas entidades que no pueden captar fondos del público y que no crean dinero. Las principales son las entidades de seguro (compañías de seguros y fondos de pensiones), las instituciones de inversión colectiva (fondos de inversión...), las empresas de servicios de inversión (sociedades y agencias de valores...), entidades de financiación no bancarias, etc.

Todos estos intermediarios ofrecen distintos tipos de productos financieros. Cada producto financiero tiene dos caras, como una moneda:

  • Es un activo para el que cede su ahorro, es decir, es un derecho de cobro de una determinada cantidad en el futuro.
  • Es un pasivo para el que se financia con ese dinero, es decir es una obligación de pago de esa cantidad en el futuro.

En nuestra vida diaria elegimos entre los distintos productos financieros, tanto para financiarnos (en ese caso tendríamos un pasivo financiero) como para colocar nuestros ahorros (en ese caso tendríamos un activo financiero). ¿Por qué elegir unos productos financieros y no otros? Hay básicamente tres criterios: liquidez, seguridad y rentabilidad.

Producto financiero
Todo producto financiero estaría en algún punto en el interior de este triángulo, ¿pero a qué esquina queremos que se acerque más?
Imagen de elaboración propia

La liquidez es la facilidad con la que un activo financiero puede convertirse en dinero en efectivo. Cuanto más fácil, cómodo y barato sea convertir un activo financiero en dinero en efectivo, mayor es su liquidez. Lógicamente, al que ofrece su ahorro le gustaría tener la mayor libertad posible para recuperarlo cuando pueda. Pero al que se financia con ese ahorro le interesa justo lo contrario, así que estará dispuesto a pagar más intereses cuanta mayor seguridad tenga de disponer de ese capital el tiempo necesario.

La seguridad es otro criterio fundamental. Una persona puede estar dispuesta a renunciar a mayores ingresos a cambio de mayor seguridad. Es lo que hacemos cuando contratamos un seguro. De la misma forma, a nadie le gusta perder su inversión o no obtener el rendimiento deseado de ella. Por eso los productos financieros con menor riesgo proporcionan un rendimiento más pequeño, mientras los productos financieros con mayor riesgo ofrecen la posibilidad (pero no la certeza) de rendimientos superiores.

La rentabilidad del ahorro tiene que compensar la renuncia del cliente a disponer en el presente de sus ahorros y el riesgo de perderlos en todo o en parte. Por eso la rentabilidad posible de un producto financiero deberá será mayor cuanto menor sea la liquidez y mayor el riesgo. A la hora de valorar la rentabilidad de un producto financiero es muy importante tener en cuenta la inflación. La rentabilidad anual de los ahorros debería ser superior a la tasa de inflación, pues de lo contrario el ahorrador estará perdiendo dinero. Fundamentalmente se habla de dos tipos de inversión según su rentabilidad:

  • Rentabilidad fija: la rentabilidad está garantizada, pero precisamente por eso es menor.
  • Rentabilidad variable: la rentabilidad puede ser mayor, pero precisamente por eso no está garantizada.

En definitiva, la estrategia de ahorro de una familia siempre consistirá en la búsqueda de un equilibrio entre liquidez, seguridad y rentabilidad. Algunos optarán por estrategias de ahorro más arriesgadas, mientras otros optarán por reducir el riesgo. En cualquier caso, un consejo generalizado a la hora de elegir productos financieros es no poner todos los huevos en la misma cesta, es decir, diversificar el tipo de producto financiero en el que se colocan los ahorros.

Huevos en la cesta
Imagen de 401(K) 2012 en Flickr. Licencia CC.

Importante

Al elegir un producto financiero hay que elegir qué equilibrio buscamos entre tres criterios:  

  • su liquidez, o facilidad para convertirlo el dinero en efectivo;
  • su seguridad, o garantía de que vamos a recuperar un rendimiento concreto;
  • su rentabilidad, o sea la relación entre el beneficio obtenido y la inversión.

Es además conveniente diversificar los productos financieros en los que invertimos nuestros ahorros.

Pregunta Verdadero-Falso

Di si las siguientes afirmaciones son verdaderas o falsas.

Pregunta 1

1) El objetivo de un presupuesto es establecer un equilibrio entre los ingresos y los gastos.

Pregunta 2

2) El endeudamiento significa sacrificar un consumo presente a cambio de un consumo futuro.

Pregunta 3

3) El sistema financiero es el conjunto de intermediarios que ponen en relación la oferta de ahorro con la demanda de financiación.

Pregunta 4

4) Dentro del sistema financiero hay dos tipos de intermediarios: los bancos, que pueden crear dinero, y los intermediarios no bancarios, que no pueden crearlo.

Pregunta 5

5) Cuando elegimos un producto financiero debemos buscar la máxima rentabilidad y concentrar nuestro ahorro en él para aumentar los beneficios.