2. El dinero

Si algo tenemos claro es que la economía tiene que ver con el dinero. Y desde luego tenemos muy claro que tener dinero es mejor que no tenerlo. ¿Pero sabríamos decir qué es exactamente el dinero?

Pues llamamos dinero a muchas cosas que a lo largo de la Historia han tomado distintos aspectos (una pequeña pieza de metal, un trozo de papel, un trozo de seda, una concha, un algoritmo en un ordenador...), pero que comparten unas mismas funciones. Dinero es todo aquello que en una economía es capaz de cumplir al menos las siguientes funciones:

a) Sirve de unidad de cuenta, es decir, que se utiliza para calcular el valor de las cosas. De esa forma permite reducir a una misma unidad el valor de cosas completamente diferentes y realizar operaciones matemáticas con ellas, algo que sería imposible sin una unidad de cuenta común. En otras palabras, el dinero fija el precio de las cosas.

• Piénsalo, no puedes sumar en una misma cuenta manzanas y peras. Pero sí puedes sumar su valor monetario.

b) Sirve como medio de pago, es decir, se puede intercambiar por cualquier bien o servicio y se acepta para satisfacer deudas, impuestos y otras obligaciones. Antes de que apareciera el dinero, la única forma de intercambiar era el trueque, es decir, el intercambio directo de una mercancía por otra mercancía. Pero para ello era necesario que dos personas tuvieran exactamente la mercancía que la otra necesitaba y que el valor de ambas mercancías fuera parecido. El dinero se convierte en una especie de mercancía intermedia que todos aceptan a cambio de otra. De esa forma, ya no se intercambia una mercancía por otra, sino que las distintas mercancías se intercambian por dinero y luego el dinero se intercambia por otras mercancías.

• Imagínatelo. Te han sobrado unas naranjas que no vas a consumir y quieres intercambiarlas por un pollo. Tienes que buscar a alguien que tenga un pollo, que quiera intercambiarlo precisamente por naranjas y que considere que el número de naranjas que quieres cambiar compensa el valor de su pollo. Y tienes que encontrar a esa persona antes de que las naranjas se te estropeen. Con el dinero no tienes que buscar tanto. Solo necesitas a alguien interesado en comprar naranjas y luego con el dinero recibido buscar a alguien interesado en vender un pollo ¡aunque no tenga el menor interés por tus naranjas!

  Para que haya trueque tiene que coincidir que dos personas tengan justo lo que la otra necesita. En la compraventa todos cambian su mercancía por dinero, que se puede intercambiar por cualquier otra mercancía. Elaboración propia a partir de imágenes en Pixabay (a; b; c; d). Dominio público.

c) Sirve como depósito de valor, es decir, que se puede retrasar su uso y conservarlo para futuros gastos sin que se estropee (aunque su valor pueda variar con el tiempo).

• Recuerda otra vez el caso de las naranjas. Imagina que en vez de un pollo necesitabas una casa. No puedes acumular las naranjas de varias cosechas hasta que su valor se iguale al de una casa. Pero sí puedes acumular dinero y decidir si lo gastas ahora o lo ahorras para usarlo en el futuro. Vendes tus naranjas cuando más te convenga, aunque en ese momento no necesites comprar nada. Ya usarás el dinero cuando te venga bien.

  Imagen en Max Pixel FreeGreatPicture.com. Dominio público.

Dinero en efectivo Imagen en Pixabay. Dominio público.

Tarjeta de crédito Imagen en Pixabay. Dominio público.

El dinero que utilizamos hoy es de varios tipos.

1) El corazón de nuestro sistema monetario lo forma el dinero en efectivo, es decir, las monedas y billetes. Es dinero de curso legal, es decir, que el Estado garantiza que es válido y debe ser aceptado en todo su territorio. En el caso del euro, lo garantiza el conjunto de Estados que forman la Unión Económica y Monetaria. Es el Banco Central Europeo el que decide la cantidad de billetes y el valor total de las monedas que se ponen en circulación, aunque son los bancos centrales nacionales de la zona euro, entre ellos el Banco de España, los encargados de fabricarlos, ponerlos en circulación y retirarlos.

2) Pero una parte importante del dinero no está en efectivo. Los depósitos bancarios se consideran dinero en la medida en que puedan ser convertidos en efectivo fácilmente y sin perder valor. El caso más claro son las cuentas corrientes o depósitos a la vista, o sea, aquellos en los que el banco está obligado a devolver en cualquier momento el dinero ingresado por el cliente. Ese dinero bancario puede asumir distintas formas:

• Puede almacenarse en una tarjeta, sea de débito, de crédito (y en este caso uno puede gastar dinero que aún no tiene) o monedero electrónico. Es lo que se llama popularmente dinero de plástico.
• También puede almacenarse en otros dispositivos, como un móvil.
• Pero en muchos casos el dinero no tiene ninguna forma física: es lo que se suele llamar dinero electrónico. Piensa, por ejemplo, que tienes domiciliada la nómina en un banco. Tu salario llega a tu cuenta corriente. Has dado instrucciones a tu banco para que transfiera fondos de esa cuenta para pagar la hipoteca, el agua, la luz... Asimismo, realizas compras por internet. ¡Puedes llegar a gastarte todo el sueldo sin haber visto físicamente ni un solo euro!